QUINCE. (Olvidar y perdonar.)

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Septiembre 18, 3:10pm. Nueva York.

Al día siguiente la espera los consumía a todos, en especial a Valentina. Eva y sus padres habían prometido volver junto con el doctor en minutos, para poder tratar su caso. Valentina intentaba ocupar su cabeza con otra cosa que no fuera tan horrible como lo que figuraba en su mente.

–  Disculpa. – Liza levantó la mirada. Valentina se dirigía a Irina, ésta se rió.

–  Dime...– sonrió.

–  Perdón por lo que pasó ayer. – jugó con sus dedos. – No era la manera de comportarse, no quería ofenderla...–

–  Me estás ofendiendo ahora, no soy tu mamá, no me hables así. – Irina fue seria, lo intentó, hasta que tanto ella como Valentina empezaron a reírse.

–  Dios... – decía Valentina cubriéndose la cara aun riendo.

–  No pasa nada Val, entiendo. – sonrió Irina. – De todos modos, estoy aquí y soy tu amiga, por si tenías dudas. –

–  Gracias. Tal vez no recuerde nada. Pero si Liza te agrada, supongo que yo más, obvi. –

–  Ay, cállate. – se quejó Liza arrojándole un pedacito de papel.

–  La realidad es que cualquier persona que acepte lavar dinero mío, es mi amigo. – Valentina dejó de reírse, Liza por un segundo también lo hizo, hasta que Irina dejó salir una carcajada de nuevo las tres se reían y esta vez su risa era incesante. – Perdón, ya. – decía Irina. – tenía que hacerlo... ni siquiera tengo para mí ticket de regreso, nunca debí dejar la prostitución... – de nuevo dejaban de reírse y Valentina se notaba asustada. – Lo siento, ya, perdón. – su risa de las tres era contagiosa y se escuchaba a través del pasillo.

–  Deja de aprovecharte de su estado. – habló Liza tocándose el estómago.

¿Siempre es así? – decía Valentina entre risas.

–  Con ustedes, en especial contigo, Liza es como nuestra mamá. – concluía Irina.

El panorama para las tres amigas el día de hoy pintaba mejor que el del día anterior. Valentina podría no recordar a Irina, pero su sentido del humor le era muy familiar.

–  Parece que nos encontramos mucho mejor ¿No es verdad? – El doctor Jaroh habló interrumpiendo sus risas. Valentina solo sonrió.

–  Sí, mejor. –

–  Bien. – sonrió el doctor. Eva, otra chica y sus padres estaban con él. – Valentina, es necesario que hablemos de ciertas cosas, tomará tiempo... ¿Te parece bien? –

–  Sí, bien. – tragó saliva.

–  Tu familia va estar aquí contigo, no tienes que sentirte presionada. –

–  Quiero que Irina, y Liz se queden. –

–  Pero por supuesto que se quedaran. – Eva sonrió al escuchar aquello, ya era bueno que quisiera a Irina ahí. – Bueno, entonces, ¿Estás lista? – Valentina asintió.

 – Empecemos por lo más importante, en tu cerebro todo parece estar en orden, no existe un daño físico. Eso es lo más importante... ahora, ¿Qué es lo último que recuerdas? –

–  Recuerdo... hablar con Liza. – miró al techo. – Y una fiesta. –

¿Liza? – llamó el doctor.

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