"La misma Valentina que había encontrado el compartimento de las escaleras.
La misma que con trabajo y ambas piernas se ayudaba para sacar de dentro una caja un tanto grande, del lado izquierdo de la caja con un desgastado color negro, y en caligrafía poco legible se podía leer: ANTOLOGÍA"
***
Qué se supone que tenía qué hacer. ¿No era esto lo que de cierta forma había pedido? La chica de ojos azules seguía viendo la caja que tenía frente a ella, así en el mismo lugar, así sin moverse.
Acaso cuando su terapeuta le había sugerido el "busca y encuentra" ¿Se refería a esto?
– Busca y encuentra...– susurró para ella misma y se rió, porque sí, parecía loca... pero vamos estaba acostumbrada a su propia rareza.
Miró su teléfono a un costado de su pierna y pensó en llamar a Liza, pero el sentimiento estrujándole el corazón le prohibió moverse. Pareciera que esto era algo que ella tenía que hacer sola, esto le pertenecía a ella, lo que había dentro de la caja eran recuerdos, de nadie más... solo de ella. El momento era de ella. Hacía poco que había escrito en su diario lo que sucedía, y sentía que este momento le pertenecía solo a ella.
Apenas desplegó una de las pestañas de la vieja caja y como si se tratara de esas antiguas cajas sorpresa de las cuales un bufón saltaba para asustarte, un recuerdo le vino encima asustándole por completo, solo que al final... en lugar de reírse, sintió ganas de llorar. Tomó entre sus manos el maletín pequeño que había tenido como hogar esa caja polvosa en los últimos meses, leyó la inscripción y sintió una lágrima bajar por su mejilla y desaparecer hasta llegar a su mentón.
*flashback*
– No, no... Juliana, ven, deja que... –
– Déjalo así, no quiero hablar de eso, ya no. – Como si de un comando se tratara Valentina se quedó quieta, no dijo nada, no se movió... se quedó ahí, de pie, recargando su peso contra el zinc, mientras Juliana parecía abandonar la cocina de su apartamento.
Esto era raro, era extraño, casi improbable para la gente que sabía de su relación, no había peleas, jamás... y si las llegaba a haber era un juego entre las dos. Pero era eso, ese tema que se repetía una y otra, y otra vez... cuando de eso trataba era diferente.
Esta vez no era para menos... A Valentina se le había ocurrido salir a cenar, una celebración previa al cumpleaños de Juliana, todo iba perfecto como siempre, hasta la hora de irse, y del regalo de Valentina. De ahí, una ronda de regaños para Valentina se hizo presente, y fue lo que les llevó a la situación que se estaba dando en la cocina del apartamento de ambas.
Juliana se giró, y su mirada se encontró con la imagen de Valentina apoyando las manos sobre el zinc respirando profundo y de manera tranquila, cuánto le costaba y dolía ver a Valentina con la cabeza mirando al suelo, y regulando su respiración. Era cierto lo que Irina decía, no podían estar molestas la una con la otra, al menos no por mucho tiempo.
Ahora los ojos azules tristes se fijaban en ella.
Por dios, en qué estaba pensando cuando trató de evitar a Valentina.
"Val, perdón..."
Patético, las dos estaban hasta el cuello, una por la otra.
– No, es que tú no tienes que pedir perdón por nada, yo solo quería que... yo solo quería hacerte un regalo lindo para antes de cumpleaños, y me contaste que lo viste y... –
– Val, es que no... ¿tienes idea de cuánto...? – Juliana guardó silencio unos momentos. Valentina poco se fijaba en los precios de las cosas, pero aun así, en ocasiones era demasiado. – Val, mi amor... es que no tenías... yo no puedo, siento que me estás comprando y... –
– No, es que de verdad, te súper juro que no lo hago... no. Solo quería que lo tuvieras para guardar tus lapicitos de colores, con lo que te gusta hacer bocetos, no fue nada y no tienes que decir nada, un detalle, si no te gusta lo puedo regresar y ya. – Claro un estuche para lápices de Louis Vuitton no le iba a gustar. – ¿No te gustó? – Juliana solo la miró y fue acercándose a ella. – Es que Juls, sino te gusta lo podemos regresar, es lo que tú quieras y ya está que no pasa na...– Juliana la había callado de un beso, por todas sus peleas como esta llegaban a lo mismo.
Había sido un beso rápido, pero más que necesitado por Valentina, que ahora se mordía los labios tratando de reprimir un sonrisa.
– Eres una tonta, eh. – Dijo Juliana pasando sus manos entre los brazos de Val, abrazándola por la cintura.
– Ya sé. – susurró Valentina pegando su nariz a la de Juliana. – Pero tenemos que hablar de esto, porque yo no quiero que jamás... y óyeme, jamás pienses que te quiero comprar, es solo una forma más de decirte que te quiero, y ya. – Valentina le plantó un besito en la nariz a Juliana antes de que ésta pudiera contestar. – Solo tienes que decir gracias. –
– ¿Y el restaurante qué? –
– Eso reclámaselo a mi papá o a Eva. – Juliana sonrió. – ¿Entonces te gustó el regalo? –
– Mucho, gracias... pero...–
– Yo entiendo, la próxima vez pedimos algo y cenamos acá, nos sentamos en el suelo, coq au vin con coco, lo que tú quieras. – Juliana la golpeó con el codo ante el chiste tan local entre ellas.
– Gracias, por todo... y por ser tú, y por todo. –
– De nada... gracias a ti por estar conmigo...– un beso más. – Oye, ¿y si destapamos un vino? – Valentina la miró sonriendo y Juliana sabía que no podría decir que no.
Y así lo hicieron descorcharon la botella y estando ahí en medio de su cocina, ambas se sentaron en el suelo, hablándose, abrazándose, queriéndose. Muy solitas en el mundo que ellas había creado, como su burbuja de amor que le protegía de todo.
Juliana tomó el estuche que Valentina le había obsequiado, leyó la inscripción en la placa dorada que decía algo más o menos así:
"Todo lo que puedas imaginar, es real. – Pablo Picasso"
Con amor, VC.
– Te amo Val. –
– Y yo a ti Ju...–
*fin del flashback*
– Ju, Juliana...– La letras de ese nombre le pasaron a Valentina como un trago de vino viejo por la garganta, fuerte y amargo.
El ruido del estuche de lápices y los mismos lápices regándose por el suelo le aturdieron, como si el sonido se hubiera vuelto veinte veces más fuerte, y el eco lo hubiera empeorado.
Trató de levantarse pero el sonido de su teléfono con una llamada entrante le hizo perder el piso, un dolor de cabeza le empezó a nublar la vista, casi como aquella vez en casa de Eva. Como pudo trató de levantarse, hasta que lo logró... la luz antes sus ojos parecía parpadear, como si un carro viniera sobre ella. Tomó como pudo la caja entre sus brazos, y salió de su apartamento tambaleándose por el pasillo con dirección a la entrada.
En su prisa por dejar el apartamento, nunca se percató de que aquel objeto que tanto cuidada, había quedado solo a mitad de su sala abierto de par, esperando a que regresara por él, cosa que no parecía que Valentina fuera a hacer, pues hace un rato que había dejado su hogar, y sin dirección alguna.
Ni noche de chicas, ni llamadas atendidas, ni preguntas. Valentina en verdad estaba buscando irse de ahí sin esperar a/o por nadie.
Para cuando Eva estaba en el apartamento de su hermana menor habían pasado horas, y Valentina seguía sin aparecer por ningún lado, lo único que había dejado era aquel objeto sobre el piso, abierto lleno de todo lo que sentía y más.
ESTÁS LEYENDO
ANTOLOGÍA
Romance|AU JULIANTINA| Juliana es una aspirante a supermodelo con deseos de ser una futura diseñadora, mientras que Valentina trabaja para una editorial con la que soñó trabajar desde siempre. En su viaje yendo ambas por la vida, juntas descubrieron que...