ANTOLOGÍA

26. (Susurros de la mente.)

Octubre 30, 2018. 9:40pm

– Se... ¿Te perdió algo? – Liza había irrumpido en el apartamento de Valentina, como lo hacía casi siempre. – ¿Estás así por lo de la cita cancelada con Fabiana? –

La chica se giró. Seguía bajando libros y hojeándolos.

– No. – contestó. – No era una cita, y en realidad yo le dije que no podía verla hoy, y me dijo que estaba bien, que justo por eso llamaba, que tenía trabajo. – Liza se deshizo de su abrigo y se sentó en el sofá.

– ¿Se puede saber porque tú no podías verla? – inquirió Liza.

– Tenía que revisar las portadas, y siete artículos para la revista del mes que viene. –

– ¿A qué hora terminaste? – a Liza no le gustaba tanto que Valentina con poco tiempo después del hospital estuviese forzando su mente tanto para trabajar.

– A las cuatro. – contestó sin darle importancia.

– La cita... perdón. – corrigió. – ¿No se iban a ver a las siete? – Valentina ni se molestó en mirar a su amiga o contestarle la pregunta. – ¿Val? – la llamó. La chica seguía buscando. – ¿Valentina?, Valentina, ¿Qué tienes? – Su mejor amiga se movió de donde estaba, caminó hacia el otro sofá, y se dejó caer. La luz le dio mejor a su cara, y Liza se percató de las ojeras que su amiga tenía. – ¡Jesús!, ¿Has dormido bien estos últimos días? –

– No, no puedo, y eso ya es bastante raro porque yo necesito dormir. –

– Tal vez por fin te estás volviendo inteligente, por eso. – Valentina le arrojó un cojín. – ¿Qué buscabas? –

– No sé, no tengo idea, creo que una nota, o una caja...un, no lo sé...–

– ¿Segura estás bien? – preguntó Liza con terror en sus ojos.

– Eso tampoco lo sé... creo que es por Fabiana. – Dijo rascando su frente mostrándose irritada.

– ¿Ella que tiene que ver en esto? –

– ¿Te acuerdas de los sueños de los que te hablé? – Liza asintió. – Pues se están volviendo recurrentes, todo el maldito tiempo, no puedo dormir una siesta porque...–

– ¿Por qué? –

– Porque Fabiana aparece y me pide cosas que no entiendo...– dijo y bufó. – Y es linda, y después no sé...

– Espera, ¿Qué? – Dijo inclinándose más hacia donde su amiga. – ¿Cómo sabes qué es Fabiana?–

– Sí, lo es, me habla y me pide que haga algo pero su voz... es como si yo supiera que me está hablando pero su voz no sale, no puedo escuchar nada. Después despierto con la orden de mi cerebro de buscar la caja azul. – Eso le alteró el corazón a Liza. – y una nota de las galletas de la fortuna, porque eso debo buscar, Liza ya no lo entiendo...– Valentina suspiró y puso un cojín sobre su cara. – ¿Qué quiere Fabiana? Por qué no me lo dice y ya, lo peor es que el sueño siento tantas cosas, y una vez que la tengo frente a mí, no pasa... nada. –

Fabiana no podría decirle nada, o pedirle que buscara entre sus cosas tan específicos objetos, de ella no se trataba esta vez. Era como si un pedazo de otra persona se estuviera aferrando a Valentina y simplemente no quisiera dejarla ir.