ANTOLOGÍA

22. (Imparcialidad.)

6:32pm.

Su cabello ya volvía a su viejo color. Aquellos destellos tan claros en él habían terminado por desaparecer, se estaban desvaneciendo para fundirse en un solo tono con ese color de miel que normalmente usaba, ahora era más largo, volvía la rebeldía de años pasados, sin ataduras, meciéndose por toda su cara. Liza la observaba sin estar segura de que esos dos años sin recordar se hubieran ido solo en su memoria, sino también en su apariencia. Era una mejorada versión antigua, pero actualizada, aunque fuera confuso.

Tanto Irina como Liza habían prometido no salir de casa y dudaban que Oscar o Fabiana quisieran hacerlo, a cómo estaban de agotados por el trabajo, era casi nulo que quisieran salir a algún otro lugar.

Sentadas en el sofá, Liza con sus piernas sobre el regazo de Valentina y esta última jugando con las agujetas de los tenis de su amiga.

– ¿Todo bien? – Liza se irguió para ver a su amiga. Valentina salió de sus pensamientos mirándola con eso orbes de azul.

– ¿Qué? – respondió Valentina, estando ausente, todavía jugando con los acetatos en las agujetas de Liza.

– Entonces, no estamos bien... ¿Qué pasa? – bajó sus piernas al suelo.

– Nada, nada... solo son nervios. –

– Creí que te sentías bien con la idea. –

– No, claro que sí, lo estoy, obvio... es que..., es estúpido tipo de repente, siento estos nervios en los que no sé qué decir, o cómo actuar, imagino cosas que son extrañas... –

– ¿Qué tipo de cosas? –

– Nada del otro mundo, supongo que es por los nervios. – se quedó pensando un momento. – Quiero decir, según varias redes sociales Fabiana y yo éramos más que cercanas, y después esto que...– Liza la interrumpió.

– ¿Has recordado algo? ¿Ya pensaste en lo que te dijo Eva? Ya pasó un mes. –

– No me siento lista para ir a un terapeuta, tal vez no lo necesite. –

– ¿Tenemos que esperar a que estés mal? Está bien hablar de lo que sientes. –

– No, no es eso, no es que me sienta mal, solo que, ¿Y si no le agrado a Oscar? – Liza la miró como diciendo: ¿En serio?

– Valentina, han sido tus amigos por años, Oscar es prácticamente tu groupie, se ríe de todo lo que dices... y Fabiana, bueno... – justo en el momento que Liza soltó el nombre, las mejillas de Valentina se prendieron en fuego. – Ah, ya voy entendiendo. – contestó Liza.

– No es lo que crees. – se apresuró a contestar Valentina con seriedad. – Estoy nerviosa por los dos...– los ojos de su amiga no se despegaron de su cara, haciendo que esta se sonrojara más. – Bueno sí... pero ¿Cómo debería actuar? Quiero decir... – se trabó en sus propias palabras. – llama todos los días, y lo que ya he visto, lo que era antes de mi accidente... estos sueños, lo que Irina dijo...–

– ¿QUÉ? – Liza se levantó de golpe del sofá. – ¿Qué te dijo Irina? –

– Pues lo que éramos...–

– Dios mío, ¿y qué eran? –

– Amigas... qué más vamos a ser...– Liza sintió un alivio al escuchar eso. – O, ¿hay algo más que deba saber? Además de eso videos en su cuenta de insta... ¿gram? –