16. (El saludo más lindo.)

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Septiembre 20, 5:15pm. Nueva York.

Las tardes de Septiembre nunca eran tranquilas. Cuando no llovía, el aire no cesaba, o el frío quemaba, o la bahía estaba intranquila; sin embargo, como si todo fuera cosa de sincronía esta tarde era apacible.

El cielo se había despejado y el viento moldeaba a los arboles con paciencia, los mecía despacio dibujando las figuras de sus ramas contra el contra el sol reflejadas en el pavimento. Todo estaba en calma, una calma que bien podría asustar a cualquiera, pues resultaba inusual para cualquier Neoyorquino.

¿Val? – Eva llamó su atención.

¿Mm? – sonrió dejando a un lado el documental que veía en la televisión. Liza estaba junto a Eva. – ¿Pasa algo? – Preguntó Valentina.

Eh, no. – contestó su hermana sentándose sobre los pies de la cama. – Verás...–

¿Verás? Uy... – Valentina apagó el televisor. – ¿Es seguro que nada pasa?–

No, nada malo. – fue Liza quien quitó esa poquita preocupación que empezaba a formarse en su amiga.

Bueno... entonces, ¿qué es? –

Alguien quiere verte, y si mamá estuviera aquí, no estaría muy de acuerdo, pero no está... así que... ¿Te sientes bien para ver a ésta persona hoy? ¿O prefieres dejarlo para otro día? –

Bueno Eva, no sé cómo me siento, porque no sé de quién hablas...– habló con seriedad.

Es una amiga. – contestó Liza. – Más amiga tuya. – sonrió levantando las cejas.

¿Quién? – preguntó Valentina. Parecía estar un poco malhumorada.

Fabiana... quería verte, pero está totalmente de acuerdo si no te sientes bien hoy, en ese caso, el día que quieras. –

Valentina se quedó pensando segundos, no recordaba a ninguna Fabiana, pero, ah sí, ella era la de las flores ¿No? Era la chica que siempre preguntaba por ella... era muy pronto para atar cabos, pero seguramente sería una grosería no aceptar su visita.

Oh, um, estoy bien, puede verme. – Cambiando de posición ahora, volvió sentarse y recargar su espalda sobre la almohada, totalmente erguida.

Okay. – se rió Eva, sin entender muy bien lo que sucedía. – Le diré que suba... – Eva salió de la habitación, con el teléfono en sus manos.

Creí que estaba afuera. – dijo Valentina.

No quiso subir, no quería presionarte o forzarte a verla. – agregó Liza. Valentina creyó que esa chica estaba siendo muy considerada, tenía que ser una buena persona.

Oye, ¿Iri va a regresar? – preguntó a su amiga.

– Sí, más tarde con tus papás, ¿Necesitas algo? –

No, solo quería saber si estaría de vuelta... es muy graciosa. – Liza se rió.

Eres más graciosa tú, te estás comportando como marciano. – rieron las dos amigas.

¿De verdad hago eso? – habló quitándose esa sonrisa de la cara.

Te estás adaptando, es normal... – dijo Liza sin saber mucho.

Escucharon como alguien aclaraba su garganta, atrayendo su atención. Eva estaba en la puerta, y detrás de ella esa chica Fabiana, se suponía o de otra forma se trataba de un ramo de flores con piernas.

ANTOLOGÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora