SIETE. (Tiempo atrás III.)

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Diciembre 28, 2012.

Eso es un "niño envuelto". – Valentina se volvía a reír, lo venía haciendo toda la mañana. – ¿Qué? – preguntó Juliana divertida.

Nada...– contestó la chica de menor estatura, mordiéndose los labios para no seguir riendo.

No te habrás imaginado un niño de verdad envuelto en papel, ¿o sí? – Valentina se echó a reír abrazándose de Juliana.

No...– decía ocultando su cara en el pecho de Juliana.

Estaban en uno de esos mercaditos ambulantes que con frecuencia aparecían en calles de Brooklyn, imaginemos que por las fechas en las que estaban era común encontrarse con platillos como ese "niño envuelto", hasta ahora era el platillo más gracioso que Valentina había oído en todas sus salidas con Juliana.

Esto venía sucediendo casi del diario desde noviembre. Salidas, invitaciones para comer o desayunar juntas... Eran las dos de la mañana y Juliana tocaría a la puerta de Valentina para tener un "brunch", después de terminar un shoot, sí era una muy mala hora, pero era un buen pretexto para pasar tiempo con ella.

Tiene que ser comida mexicana. – no era una pregunta por parte de Valentina, más bien era una afirmación.

No, no tiene que ser comida mexicana. – contestó Juliana. Caminando a un costado de Valentina.

Uh, ¿Qué son esos? – señaló hacia un puestecito. Juliana rodó los ojos.

Viviste tu vida entera en California, tu papás son... No olvídalo. –

¿Y? – dijo cruzándose de brazos. – ¿Debería saberlo? –

Me extraña que no lo sepas. – contestó Juliana, tocando el mentón de Valentina, haciendo que esta se sonrojara. – Es bacalao. – le tendió la mano a su amiga –jaja, sí, amiga– para tomarla de ella, y caminar hasta el otro puesto.

Muy sonriente el joven que atendía la carpa, les ofreció una prueba.

No, gracias. – fue cortes Juliana.

Lo dejaste con la mano tendida, te estaba ofreciendo un taco. – se burló Valentina.

Eso es ser racista. –

Claro que no... – Valentina rió por la respuesta de Juliana.

¡Valentina! – se quejó Juliana cuando sintió a Val embarrarle algo en la cara.

Estoy jugando... ven.

No me importa...– Juliana empezó a caminar sola.

Ey...– para la diversión de Juliana, Valentina daba pasos más largos. – Oye, heeeeey. – Juliana quería reírse.

¿Pasa algo? – espetó observándola de reojo. – No seas así... estaba juagando. – chilló Valentina.

¿Me hablas a mí?

No, le estoy hablando a las piedras encimadas de la esquina... – Juliana empezó a reírse, y se detuvo contagiando con su risa a Valentina, quien se apresuró a taclearla con un abrazo.

Dicen que a los hombres les toma sesenta segundos enamorarse de alguien, mientras que a una mujer le lleva treinta...días, quince para darse cuenta que lo están, y los otros quince para saber si es reciproco.

ANTOLOGÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora