CATORCE. (El despertar II.)

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Horas más tarde, Liza seguía con su amiga, en este momento compartían la hora de la comida.

¿Qué cosa? – habló Valentina con la boca llena de avena.

–  Eres una marrana. – bromeó Liza riéndose.

¿Por eso me ves así? ¿Hay algo que quieras decirme? – se rió Valentina. Liza cambió completamente el gesto en su cara.

–  No, solo te eché de menos estos días. – sonrió.

–  Estás sensible Liz, como rara...– rió. –  pero imagino que yo también y para ser un par de días, te ves diferente. – metió la cucharada de avena a su boca. – ¿De dónde sacaste eso? – señaló el teléfono celular de su amiga.

–  De la tienda...– contestó extrañada Liza.

¿Es una edición especial? Ni siquiera se parece al modelo original, este está redondo, la cámara está rara... – decía examinando el teléfono.

–  Pues así es, creo...–

–  No lo recuerdo así... – dijo haciendo un gestito con su nariz.

–  Valentina, ¿Cuánto es dos por dos?

¿Qué? – contestó su amiga.

–  DOS POR DOS.

¿Te sientes bien? – se rió Valentina.

–  Respóndeme. – habló Liza levantando una ceja.

–  Cuatro...

¿Cómo es tu teléfono?

¿Te vas a burlar todavía por lo de Avril Lavigne? – Liza iba sacando conclusiones conforme Valentina seguía hablando.

¿Lo de Avril?

–  Sí ella es como la imagen, ¿no? o algo así... el video salió hace como, no sé, ¿dos meses?

–  Ah, sí ¿cual es?– preguntó Liza, estaba analizando los comentarios de su amiga.

–  Es um, es... what the hell, no sé, no estoy segura, la verdad es que vi el video y me gusto pues. – sonrió Valentina enormemente recordando la canción. 

–  Val, voy a...– Valentina la miró.

Los apresurados pasos y el ruidoso caminar fuera de la habitación hicieron que las dos voltearan hacia la puerta, se escuchaban cada vez más cerca, hasta que Irina apareció en la puerta con Eva a un costado, sonriéndole a su hermana.

–  Mira lo que hallé por el pasillo. –  habló Eva.

Irina se acercó a los pies de la cama, seguida de Eva unos pasos detrás de ella. Liza veía todo sin decir nada, esperando que nada saliera mal.

–  Liz, ¿Todo bien? –  murmuró Eva.

Liza solo se limitó a negar con la cabeza y a expresar el miedo que tenía con sus ojos, cuando miró a Eva.

–  Hola. –  sonrió Irina. –  Me da gusto verte...–

–  Gracias...– Valentina apenas articuló algo.

¿Cómo estás? –

–  Me dolía un poco la cabeza, pero ya me siento mejor. Tomé un baño. Y comí algo. – Irina se rió. – ¿Va a revisarme ahora? – habló Valentina con seriedad.

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