Capitulo 4

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El estudio jurídico de Leonardo, Thomas, Andrés y Nathaniel estaba en el número 30 de Wall Street y ocupaba todo el último piso. Trabajaban allí sesenta y cinco abogados. Las oficinas tenían la fragancia que da la riqueza  que viene desde hace mucho tiempo y estaban decoradas con un discreto buen gusto propio de una organización que representa a varios de los más importantes nombres de la industria. Nathaniel Kutzberg y Leonardo estaban tomando el té de la mañana. Dámocles era un hombre pulcro y bien parecido, de bastante más de sesenta años. Con una prolija barba a lo Van Dyke llevaba un traje y chaleco de tweed. Parecía como si perteneciera a otra época, pero con ciento de sus oponentes habían aprendido a través de los años, que la mente de Leonardo pertenecía al siglo veinte. Era un titán pero su nombre sólo era conocido en los círculos en los que tenía importancia. Preferiría permanecer en retaguardia y usar su considerable influencia para modificar el curso de la legislación, las altas designaciones del gobierno y la política nacional. Era de New Englander donde había nacido y lo habían criado con discreción.

Nathaniel Kutzberg se había casado con una conocida de Leonardo y era el protegido de este. El padre de Nathaniel había sido un senador respetable. Y el propio Nathaniel era un brillante abogado. Cuando se recibió en Harvard con Sabrina Raincomprix en la facultad de Derecho, recibió ofertas para trabajar con los abogados más prestigiosos del país. Eligió a Leonardo, Thomas y Andrés, y diez años más tarde se convirtió en un socio joven. Nathaniel era muy atractivo físicamente, y su inteligencia parecía agregarle una dimensión extra. Tenía una seguridad en sí mismo que las mujeres lo encontraban fascinante. Nathaniel había desarrollado un sistema para disuadir a sus clientes enamoradizas. Estaba casado con Chloe Bourgeois desde hacía quince años y no aceptaba los romance extramaritales.

-¿Más té, Nathaniel?-Preguntó Leonardo.

-No, gracias-Nathaniel Kutzberg odiaba el té y lo había estado tomando todas las mañanas durante los últimos diez años, simplemente porque no desea herir los sentimientos de su socio. Era una infusión que él mismo preparaba y resultaba espantosa. Leonardo tenía dos cosas en mentes y como era típico en él, reservaba la desagradable para el final.

-Las otras noches tuve una reunión con un grupito de amigos-Empezó a decir Leonardo. El grupito de amigos era el grupo de accionistas de más poder en el país-Consideraron la posibilidad de pedirte que seas candidato para senador, Nathaniel-Nathaniel se sintió inundado por una sensación de júbilo. Conociendo lo cauteloso que era Leonardo, Nathaniel estaba seguro de que esa conversación no había sido casual, porque si no Leonardo no se la habría contado-Por supuesto el gran interrogante es si estás dispuesto a aceptarlo. Significaría un gran cambio en tu vida-Nathaniel Kutzberg tenía conciencia de eso. Si ganaba la elección debería mudarse a Washington D.C., dejar la práctica de la abogacía y empezar una nueva vida. Estaba seguro de que a Chloe Bourgeois le encantaría; pero no estaba tan seguro en lo que se refería a el mismo. Y sin embargo él había sido educado para asumir responsabilidades. Pero debía reconocerse a sí mismo que el poder era algo agradable.

-Estoy muy interesado, Leonardo-Leonardo aprobó con sastifacción.

-Muy bien. Se lo diré-Se sirvió otra taza del horrible brebaje y casualmente introdujo en la conversación el otro tema que tenía en mente-Hay un trabajito para  el Cómite Disciplinario del Cuerpo de Abogados que les gustaría que tú manejes, Nathaniel. No te va a llevar más de una hora o dos.

-¿De qué se trata?

-Es sobre el juicio de Adrien Agreste. Aparentemente, alguien sobornó a una joven asistente de Gabriel Agreste.

-He leído sobre el caso, ''el canario muerto''

-Exactamente. El juez Barret y Gabriel quieren expulsarla de nuestra honorable profesión. Yo también. Apesta.

La venganza de los ángeles (+18) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora