Capitulo 37

286 30 13
                                    

Marinette Dupain permaneció desnuda, frente a una gran ventana panorámica que daba a la bahía de Tánger. Era un bello día de otño, y la bahía estaba llena de blancos veleros y poderosos barcos. Grandes yates estaban anclados en el puerto. Marinette sintió su presencia y se volvió.

-¿Te gusta el paisaje?

-Me encanta-Él miró su cuerpo desnudo.

-A mi también-Sus manos estaban en sus pechos, acariciándola-Volvamos a la cama-Sus caricias la hacían estremecerse. Le pedía cosas que ningún hombre  se hubiera atrevido a pedir y le hacía cosas que nadie antes le había hecho.

-Sí, Adrien-Entraron al dormitorio y allí, por un fugaz momento. Marinette pensó en Nathaniel Kutzberg. y después se olvió de todo, excepto de lo que le estaba sucediendo a ella.

Marinette nunca había conocido a nadie como Adrien Agreste. Era insaciable. Su cuerpo era atlético, delgado y fuerte y se convertía en parte del cuerpo de Marinette, atrapándola en su propio frenesí, levantándola en una ola de tal excitación que crecía más y más hasta que ella quería gritar con salvaje gozo. Cuando terminaban de hacer el amor y Marinette yacía exhausta, Adrien empezaba de nuevo y la atrapaba con él una y otra vez en un éxtasis que resultaba casi imposible de soportar. Ahora él estaba sobre ella, mirando su rostro feliz y radiante.

-Te gusta, ¿cierto?

-Sí-Había algo vergonzoso en ello, era una vergüenza lo mucho que lo necesitaba.

Marinette recordó la primera vez. Fue la mañana en que Adrien Agreste había devuelto a Louis a casa a salvo. Marinette supo que Frank Jackson estaba muerto y que era Adrien Agreste quien lo había matado. El hombre que estaba delante de ella había salvado la vida de su hijo, y había asesinado por ella. Esto inundó a Marinette un sentimiento profundo y primordial.

-¿Cómo puedo agradecerle?-Preguntó Marinette. Y Adrien se le había acercado, tomándola en sus brazos y besándola.

Fuera de cierta antigua lealtad hacia Nathaniel, Marinette se había engañado a sí misma pensando que todo terminaría con ese beso, pero en cambio, eso fue el principio. Sabía quien era Adrien Agreste y sin embargo eso no significaba nada frente a lo que había hecho. Dejó de pensar y permitió que sus emociones se liberaran. Subieron a su dormitorio y Marinette se dijo que estaba recompensando a Adrien por lo que acababa de hacer por ella y después estuvieron con en la cama y fue una experiencia que no se podía comparar con nada de lo que Marinette hubiera soñado. Nathaniel Kutzberg había hecho el amor con ella, pero Adrien Agreste la poseía.

Llenaba cada parte de su cuerpo con exquisitas sensaciones. Era como si estuviera haciendo el amor en colores brillantes y esos colores cambiaran de un momento a otro, como un maravilloso caleidoscopio. En un momente él le hacía el amor con ternura y sensibilidad, al momento era cruel como un azote y exigente y esos cambios enloquecían a Marinette. Se separaba de ella, provocándola, haciéndola desear más y cuando estaba en el límite de la culminación se alejaba.

Cuando ya no podía aguantar más, le pedía:

-¡Por favor, tómame! ¡Tómame!-Ya no era una mujer pagando su deuda de agradecimiento. Era una esclava de algo que no había conocido antes. Adrien estuvo con ella cuatro horas y cuando se fue, Marinette supo que su vida había cambiado. Se quedó acostada en la cama pensando en lo que había sucedido, tratando de entenderlo. ¿Cómo podía estar tan enamorada de Nathaniel y al mismo tiempo tan atraída por Adrien Agreste?

Tomás de Aquino dijo que cuando se llegaba al corazón de la maldad no quedaba nada allí. Marinette se preguntaba si sería también cierto para el amor. Sabía que parte de lo que sucedió era por su profunda soledad. Había vivido demasiado tiempo con un fantasma, un hombre al que no podía ver ni tener, pero sabía que siempre amaría a Nathaniel. ¿O era sólo el recuerdo de ese amor? Marinette no estaba segura de cuales eran sus sentimientos con Adrien.

La venganza de los ángeles (+18) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora