Capitulo 17

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La primera página del New York Times traía dos noticias interesantes, una al lado de la otra. Una anunciaba que Marinette Dupain-Cheng había conseguido la absolució para una mujer acusada de asesinar a su marido. La otra era un artículo acerca de la candidatura de Nathaniel Kutzberg para el Senado de los Estados Unidos. Marinette leyó el artículo sobre Nathaniel una y otra vez. Daba sus antecedentes, hablaba acerca de su desempeño como piloto en la guerra de Vietnam y relataba cómo había recibido la Cruz del Aire por su valentía. La nota era realmente laudatoria y se citaba numerosas personalidades que decían que Nathaniel Kutzberg era una garantía para el Senado y para el país. Al final del artículo había una firme insinuación sobre la posibilidad de que si Nathaniel tenía éxito en su campaña, esto fácilmente sería el primer paso para su campaña como presidente de los Estados Unidos.

En la granja de Alexander Mendoza, en Nueva Jersey, Adrien Agreste y Alexander Mendoza estaban terminando de desayunar. Adrien estaba leyendo el artículo sobre Marinette Dupain-Cheng.

Levantó la vista para mirar a su suegro y le dijo:

-Ella lo hizo de nuevo, Alex-Mendoza tomó un trozo de huevo poché.

-¿Quién hizo qué de nuevo?

-Esa abogada, Marinette Dupain. Tiene un talento nato-Mendoza contestó con un gruñido.

-No me gusta la idea de una mujer abogada trabajando para nosotros. Las mujeres son débiles. Nunca sabes qué mierda van a hacer,

Adrien contestó con cautela:

-Tienes razón, Alex, la mayoría es así.

No tenía sentido enemistarse con suegro. Mientras Alexander Mendoza viviera, era peligroso; pero mirándolo ahora, Adrien supo que no habría que esperar demasiado. El viejo había tenido unos cuantos ataques al corazón y las manos le temblaban. Le resultaba difícil hablar, y caminaba con un bastón. Tenía la piel como pergamino seco y amarillento. Era como si le hubieran exprimido todos los líquidos. Ese hombre, que estaba a la cabeza de los crímenes federales, era como un tigre sin dientes. Su nombre producía ataques de terror en el corazón de innumerables mafiosos y odio en el corazón de sus viudas. Ahora, muy poca gente iba a ver a Alexander Mendoza. Se ocultaba detrás de Adrien, Michael Jackson y unos pocos más en quienes confiaba. Adrien no había sido ascendido, todavía no era la cabeza de la Familia, pero solo era cuestión de tiempo.

''Jagged Stone'', había sido el más  poderoso de los cinco jefes de la Mafia del este, después de Alexander Mendoza y pronto... Adrien podía soportar ser paciente. Había recorrido un largo, largo camino desde la época en que era un engreído muchachito, que se había parado enfrente del don más importante de Nueva York y tomando un papel encendido en su mano había jurado: ''De esta manera arderé yo si traiciono los secretos de la Cosa Nostra''.

Ahora, sentado, tomando el desayuno junto al anciano, Adrien dijo:

-A lo mejor podríamos usar a la señorita Dupain para algún asunto sin importancia. Nada más que para ver como lo maneja-Mendoza se encogió de hombros.

-Pero ten cuidado, Adri. No quiero desconocidos en los secretos de la Familia.

-Yo me ocuparé de manejarla.

Adrien la llamó por teléfono esa tarde. Cuando Ibara le dijo que la llamaba Adrien Agreste, se llenó de recuerdos, todos desagradables. Marinette no se podía imaginar porque querría hablar con ella Adrien Agreste. Por curiosidad, atendió la llamada.

-¿Qué es lo que quieres?-La severidad de su voz, tomó por sorpresa a Adrien.

-Quisiera verla. Creo que usted y yo tenemos que tener una charlita.

La venganza de los ángeles (+18) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora