Capitulo 58

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Es como una condenada producción de cine de Hollywood, pensó el comandante general Jonh Jameson, con mi prisionero como primer actor. El salón de conferencias de la base del Cuerpo de Marina de los Estados Unidos estaba lleno de técnicos del Cuerpo de Señales que colocaban cámaras y equipos de sonido y luz usando una jerga secreta.

-Mata el bruto y enciende las tintas. Trae una nena para aquí...-Se estaban alistando para filmar la declaración de Michael Jackson.

-Es un seguro más-Había argumentado el fiscal del Distrito Gabriel Agreste-Sabemos que nadie puede venir aquí a matarlo, pero de todos modos es mejor tener todo grabado-Y los demás habían estado de acuerdo. El único ausente era Michael Jackson. Lo iban a traer a último momento, cuando todo estuviera listo. Igual que con una maldita estrella de cine. Michael Jackson tenía una reunión en su celda con Kim Namjoon del departamento de Justicia, el hombre encargado de crear nuevas identidades para los testigos que deseaban desaparecer.

-Déjeme que le explique un poco sobre el Programa Federal de Seguridad para Testigos-Dijo Namjoon-Cuando el juicio termine, lo mandaremos a cualquier país que usted elija. Sus muebles y las otras pertenencias serán enviados por barco a un déposito en Washington con un número en código. Se la mandaremos más tarde. No hay ninguna manera de que alguien le siga las huellas. Le daremos una nueva identidad y antecedentes y, si usted quiere, una nueva apariencia.

-Yo me ocuparé de eso-No confiaba en nadie y no quería que supieran que iba a hacer con su apariencia.

-Ordinariamente cuando mandamos gente con una nueva identidad les encontramos trabajo en los que ellos elija y les damos dinero. En su caso, señor Jackson, creo que el dinero no es problema-Michael Jackson se preguntó qué diría Kim Namjoon si supiera cuanto dinero tenía en sus cuentas de Banco en Alemania, Suiza y Hong Kong. Incluso Michael Jackson no sabía exactamente cuanto tenía, pero una modesta estimación le hacía adivinar que podían ser unos nueve o diez millones de dólares.

-No-Dijo Jackson-No creo que el dinero sea problema.

-Muy bien, entonces. La primera cosa a decidir es adonde querría ir. ¿Tiene pensado algún lugar en particular?-Era una pregunta simple, pero había mucho detrás de ella. Lo que el hombre le estaba diciendo realmente era: ¿Dónde quiere pasar el resto de su vida? Jackson sabía que cuando fuera a donde eligiera ir, nunca podría irse de allí. Debería convertirse en su nuevo hábitat, su protección, y no estaría a salvo en ningún otro lugar del mundo.

-Brasil-Era la elección lógica. Era dueño de una gran plantación allí a nombre de una sociedad panameña que no relacionarían con él. La plantación misma era como una fortaleza. Podía comprar suficiente protección como para que si finalmente Adrien Agreste descubriera su paradero, nadie pudiera tocarlo. Podía comprar todo, incluso todas las mujeres. A Michael Jackson le gustaban las mujeres latinas. La gente cree que cuando un hombre llega a los sesenta y cinco años está terminado sexualmente, que ya no le interesa más eso, pero Jackson había descubierto que su apetito sexual aumentaba con la edad. Su deporte favorito era tener dos o tres hermosas jóvenes en la cama al mismo tiempo. Mientras más jóvenes, mejor.

-Brasil será fácil de arreglar-Le estaba diciendo Namjoon-Nuestro gobierno le comprara una pequeña casa allí y...

-Eso no será necesario-Jackson casi se rió a carcajadas ante el pensamiento de vivir en una pequeña casa-Todo lo que quiero es que me provean de un nuevo pasaporte y un transporte seguro. Yo me encargaré de lo demás.

-Como usted lo desee, señor Jackson-Kim Namjoon se puso de pie-Creo que tenemos todo resuelto-Sonrió con seguridad-Este va a ser un caso fácil. Voy a ir preparando las cosas. En cuanto termine de declarar estará en un avión rumbo a Sudamérica.

-Gracias-Michael Jackson vio irse a su visitante y se sintió invadido de un sentimiento de júbilo. ¡Lo había hecho! Adrien Agreste había cometido un error al subestimarlo y ese iba a ser el error final de Agreste. Jackson lo iba a hundir tan profundamente que ya nunca más podría surgir de nuevo. Y su declaración iba a ser filmada. Eso podía ser interesante- Se preguntó si lo maquillarían. Se estudió en el pequeño espejo de la pared. No está mal, pensó, para un hombre de mi edad. Todavía tengo buen aspecto. Esas jóvenes sudamericanas se enloquecen con los hombres maduros y canosos.

Oyó el ruido de la puerta de la celda que se abría y se volvió. Un sargento de la Marina le traía su almuerzo. Tenía tiempo de sobra para comer antes de que empezara la filmación. El primer día, Michael Jackson se quejó de la comida que le servían y desde ese momento el general Jameson fueran elegidas. Durante las semanas en que Jackson había confinado en el fuerte sus menores sugerencias se convertían en órdenes. Querían hacer todo lo que le gustara y Jackson se tomaba plena revancha de ello. Tenía muebles confortables, un televisor y recibía todos los días los periódicos y las revistas. El sargento dejó la bandeja con comido en una mesa para dos e hizo el mismo comentario que hacía cada día.

-Parece bastante bueno, señor Jackson-Sonrió amablemente y se sentó a la mesa. Roast-beef poco cocido, como a él le gustaba, puré de papas y pudding de Yorkshire. Esperó que el marino tomara una silla y se sentara frente a él. El sargento tomó un tenedor y un cuchillo, cortó un trozo de carne y empezó a comer. Otra de las ideas del general Jameson. Michael Jackson tenía su propio probador. Como los reyes en la antigüedad, pensó. Esperó hasta que el sargento probara la carne, el puré y el pudding.

-¿Cómo está?

-Para ser sincero, señor, yo prefiero mi bisteck bien cocido-Jackson tomó su tenedor y cuchillo y empezó a comer.

El sargento estaba equivocado. La carne estaba perfectamente cocida, las papas cremosas y calientes y el pudding estaba a punto. Jackson buscó la salsa picante y la extendió sobre la carne. Fue en el segundo bocado que Jackson se dio cuenta de que algo estaba terriblemente mal. Era una súbita sensación quemante en su lengua que parecía golpear todo su cuerpo. Se sintió como incendiado. Su garganta estaba cerrada, paralizada y empezó a jadear buscando aire. El sargento estaba sentado frente a él y lo miraba. Michael Jackson se agarró la garganta tratando de decirle lo que estaba pasando, pero no le salían las palabras. El fuego era más intenso ahora, en una indescriptible agonía. Su cuerpo se sacudió en un espasmo y cayó.

El sargento lo miró por un momento, después se acercó al cuerpo y levantó los párpados de Jackson para asegurarse de que estaba muerto. Entonces llamó pidiendo ayuda.

La venganza de los ángeles (+18) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora