Capitulo 12

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Melvin Hutcherson era un hombre bajo, pelado, con una naricita como un botón y ojos celestes acuosos. Tenía unas miserables oficinas en el West Side donde todo era muy pobre. El escritorio de la recepcionista estaba vacío.

-Se fue a almorzar-Fue la explicación de Hutcherson. Marinette se preguntó si tendría una secretaria. La hizo pasar a su oficina, que no era más grande que la recepción-Usted me dijo por teléfono que quería hablarme sobre Connie Garrett.

-Así es-Se encogió de hombros.

-No hay mucho que hablar. Hicimos juicio y perdimos. Créame, hice un trabajo excelente para ella.

-¿Usted se encargó de la apelación?

-Ajá. La perdimos también. Me temo que usted esta dándole vueltas a una rueda-La miró por un momento-¿Para qué quiere perder su tiempo en un caso así? Usted está de moda. PUede trabajar en buenos caso y ganar mucho dinero.

-Estoy haciéndole un favor a un amigo. ¿Le importaría si miro los expedientes?

-Como usted quiera-Hutcherson se encogió de hombros-Son propiedad pública.

Marinette pasó toda la tarde leyendo las transcripciones del caso de Connie Garrett. Para su sorpresa, Melvin Hutcherson le había dicho la verdad: había hecho un buen trabajo. Había citado a la ciudad y a la Nationwide Motors Corporation como acusados, y había pedido un juicio. El jurado había exonerado de culpa a ambos acusados. El Departamento de Higiene había hecho su mejor trabajo contra la tormenta de nieve que había azotado a la ciudad ese mes de diciembre, usando todos sus equipos. El argumento de la ciudad fue que la tormenta era obra de Dios, y si había habido alguna negligencia era de parte de Connie Garrett. Marinette se fijó en los cargos contra la compañía de camiones. Testigos ocultares habían testimoniado que el conductor trató de detener el camión para evitar atropella a la víctima, pero el camión había patinado. El veredicto en favor de los acusados fue sostenido por la Cámara de Apelaciones y el caso se cerró. Marinette terminó de leer las transcripciones del caso a las tres de la madrugada. Apagó la luz sin poder dormirse. En los papeles la justicia se había cumplido. Pero la imagen de Connie Garrett volvía a su memoria. Una joven de venticuatro años sin brazos ni piernas. Marinette veía el camión atropellando a la joven, la horrible agonía que debía de haber sufrido, la serie de terribles operaciones en cada una de las cuales cortaban una parte de su cuerpo. Marinette prendió la luz y saltó de la cama. Marcó el número de teléfono de la casa de Melvin Hutcherson.

-En las transcripciones no dice nada sobre el informe de los médicos-Dijo Marinette-¿Consideró usted la posibilidad de algún error en las intervenciones?

Una voz adormilada le contestó:

-¿Quién mierda llama?

-Marinette Dupain-Cheng. ¿Podría usted...?

-¡Por el amor de Dios! ¡Son... son las cuatro de la madrugada! ¿No tiene reloj?

-Esto es importante. No figura el nombre del hospital. ¿Qué dice de las operaciones que le hicieron a Connie Garrett? ¿Averiguó sobre eso?-Hubo una pausa durante la cual Melvin Hutcherson trató de concentrar sus pensamientos.

-Hablé con el jefe de neurología y ortopedia del hospital que se encargaron de ella. Las operaciones fueron necesarias para salvar la vida. Las realizó el mejor cirujano y se hicieron correctamente. Es por eso que no se nombra al hospital-Marinette sintió un agudo estado de frustración.

-Ya veo.

-Mire, ya se lo dije antes, usted está perdiendo su tiempo. ¿Ahora por qué no tratamos de dormir los dos?-Y Marinette oyó como colgaba el receptor.

Ella volvió a apagar la luz y a acostarse. Pero dormir le seguía resultando imposible. Después de un rato, Marinette dejó de luchar, y se levantó para tomar una taza de café. Se sentó en el sofá para tomar el café mirando como el sol aparecía en el cielo de Manhattan, como el rosado gradualmente se iba convirtiendo en un rojo brillante y explosivo. Marinette estaba turbada. Se suponía que para cada una de las injusticia la ley tenía que tener un remedio. ¿Se había hecho justicia en el caso de Connie Garrett? Echó una mirada al reloj de la pared. Eran las seis y media. Marinette tomó el teléfono y llamó a Melvin Hutcherson.

-¿Controló usted los antecedentes del conductor del camión?-Preguntó Marinette. Una voz adormilada le contestó.

-¡Dios mío! ¿Es usted una loca? ¿Cuando duerme?

-El conductor del camión. ¿Controló usted sus antecedentes?

-Señorita usted está empezando a faltarme al respeto.

-Lo siento-Insistió Marinette-pero necesito saberlo.

-La respuesta es sí. Tenía una foja de servicios perfecta. Este era su primer accidente-Entonces esa puerta estaba cerrada.

-Me doy cuenta-Marinette estaba pensando.

-Señorita Dupain-Dijo Melvin Hutcherson-Hágame un favor ¿quiere? Si tienes otras preguntas que hacerme, llámeme dentro del horario de oficina.

-Lo siento-Contestó Marinette distraída-Vuelva a dormir.

-¡Se lo agradezco mucho!-Marinette colgó el receptor. Era tiempo de vestirse y salir a trabajar.

La venganza de los ángeles (+18) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora