Capitulo 32

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Durante los meses siguientes, el senador Nathaniel Kutzberg se convirtió en una figura familiar. Sus antecedentes, su habilidad y su carisma lo convirtieron en una presencia destacada en el Senado desde el principio. Ganó un lugar en muchos comités importantes y fue responsable de un importante trabajo de legislación que se aprobó rápida y fácilmente. Nathaniel Kutzberg tenía amigos poderosos en el Congreso.

Muchos conocieron y respetaron a su padre. La opinión de todos era que Nathaniel iba a ser un candidato a Prsidente. Marinette sentía un orgullo agridulce. Marinette recibía constante invitaciones de sus clientes, de sus socios y de amigos para ir a comer, al teatro y funciones de beneficio, pero ella no aceptaba casi ninguna de esas invitaciones. De tanto en tanto pasaba una velada con Luka. Le encantaba estar con él y lo disfrutaba. Luka era gracioso e irónico, pero detrás de esa apariencia de frivolidad, Marinette sabía que había un hombre sensible y atormentado. Algunas veces venía a su casa para almorzar o comer los fines de semanas y jugaba horas con Louis. Los dos se querían mucho. En una oportunidad, cuando Louis ya estaba acostado y Marinette y Luka estaban comiendo en la cocina, Luka se quedó mirándola hasta que ella le preguntó:

-¿Algo está mal?

-Dios mío, sí-Gruñó Luka-Lo siento, que mundo de mierda es este-Y no agregó nada más.

Nathaniel no trató de comunicarse con Marinette por lo menos durante nueve meses, pero ella leía con avidez cada diario o revista que tenía artículos sobre él y lo miraba cada vez que aparecía por televisión. Pensaba constantemente en él. ¿Cómo podría ser de otro modo? SU hijo era un vivo recuerdo de la presencia de Nathaniel.

Louis tenía dos años y era increíblemente parecido a su padre. Tenía los mismos ojos esmeraldas y los mismos gestos. Louis era una pequeña, querida réplica llena de impacientes preguntas. Para la sorpresa de Marinette, las primeras palabras de Louis fueron tutú, cuando lo llevó a pasear en auto un día. Ahora hablaba con frases enteras y decía por favor y gracias. Una vez que Marinette estaba tratando de darle de comer en su sillita alta, Louis le dijo con impaciencia.

-Mamá, ve a jugar con tus juguetes-Luka le regaló una caja de pinturas y Louis se dedicó a pintar las paredes del living. Cuando la señora Chiyo quiso castigarlo, Marinette le dijo:

-No lo haga. Se puede limpiar. Louis solo estaba expresándose.

-Eso es lo que yo quiero hacer-Se quejó la señora Chiyo-Expresarme. Usted va a malcriar a este chico-Pero Louis no era malcriado. Era travieso y exigente, pero eso era normal en un chico de dos años. Le tenía miedo a la aspiradora, a los animales salvajes, a los trenes y a la oscuridad. Louis era naturalmente un atleta. Una vez, mirándolo jugar con algunos amigos, Marinette se volvío hacia la señora Chiyo y exclamó:

-A pesar de ser la madre de Louis, soy capaz de mirarlo con objetividad, señora Chiyo. Creo que él puede ser el Segundo Advenimiento-Marinette tenía la política de no aceptar casos que pudieran alejarla de la ciudad y de Louis, pero una mañana recibió un urgente llamado de  Peter Fenton, un cliente dueño de una importante fábrica.

-Voy a comprar una fábrica en Las Vegas y quisiera que tome un avión y venga y se entienda con los abogados.

-Déjeme que le mande a Dan Martin-Sugirió Marinette-Usted sabe que no me gusta salir de la ciudad, Peter.

-Marinette, usted puede arreglar todo en venticuatro horas. Volaría en el avión de la compañía y estaría de vuelta al día siguiente.

Marinette dudó y luego contestó.

-Muy bien-Conocía Las Vegas y le resultaba indiferente.

Era imposible odiar a Las Vegas o gustar de esa ciudad. Había que mirarla como un fenómeno, una  civilización diferente con su propio lenguaje, leyes y moral. No se parecía a ninguna otra ciudad del mundo. Enormes luces de neón resplandecían durante toda la noche, proclamando la gloria de los magníficos lugar construidos para agotar los fondos de los turistas, que se desplazaban como ratones y se ponía en fila para que otros le quitaran su dinero cuidadosamente ahorrado.

La venganza de los ángeles (+18) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora