Capitulo 21

232 29 8
                                    

Marinette y Nathaniel almorzaban juntos casi todos los días, y una o dos veces por semana Nathaniel pasaba la noche en el apartamento. Tenían que ser más discretos que nunca, porque la campaña de Nathaniel había empezado muy activamente y lo había convertido en una prominente figura nacional. Hablaba en reuniones políticas y en comidas para recaudar fondos y sus opiniones sobre los temas del país eran citadas cada vez más frecuentemente por la prensa. Nathaniel y Thomas estaban tomando el té ritual de la mañana.

-Te vi en el programa Today de esta mañana-Dijo Thomas-Muy buen trabajo, Nathaniel. Tocaste todos los puntos. Creo que te van a volver a invitar.

-Thomas, no soporto esos programas. Me siento como un maldito actor haciendo su número-Thomas cabeceó imperturbable.

-Es así como son los políticos, Nathaniel, actores. Representando su papel, haciendo lo que el público quiere que hagan. Diablos, si los políticos actuaran en público tal cual son... ¿cómo es que dicen los chicos? ¿''sería un lío''?, este país se convertiría en una maldita monarquía.

-No me gusta el hecho de que postularse para candidato se haya convertido en una competencia personal-Thomas sonrió.

-Agradece que tú tienes la personalidad, muchacho. Tu reputación para las elecciones sube cada semana-Se detuvo y tomó más té-Créeme, este es sólo el principio. Primero el Senado, después el número uno en el blanco. Nada puede detenerte-Hizo otra pausa para tomar un trago de té-A menos que hicieras una locura, solo así-Nathaniel lo miró.

-¿Qué quieres decir?-Thomas se secó delicadamente los labios con una servilleta de género de damasco.

-Tu contricante es un luchador de las clases bajas. Te apostaría que en este momento está examinando tu vida bajo un microscopio. No encontrará ningún arma oculta, ¿no?

-No-La palabra acudió a los labios de Nathaniel automáticamente.

-Muy bien-Contestó Thomas-¿Cómo está Chloe?

Marinette y Nathaniel estaban pasando un descansado fin de semana en una casa de campo de Vermont, que un amigo de Nathaniel le había prestado. El aire era tonificante y fresco, insinuando el invierno que se acercaba. Era un fin de semana perfecto, confortable y relajante, con largas caminatas durante el día y juegos y charlas intrasdecentes ante un fuego vivo durante la noche. Habían leído cuidadosamente todos los diarios del domingo. En cada escrutinio Nathaniel avanzaba más. Con unas excepciones, los medios de comunicación estaban a favor de Nathaniel. Les gustaba su estilo, su honestidad, su inteligencia, Empezaban a compararlo con John Kennedy, Nathaniel estaba tirado frente a la chimenea mirando como la sombra de las llamas bailab frente al rostro de Marinette.

-¿Te gustaría ser la mujer del Presidente?

-Lo siento. Ya estoy enamorada de un Senador.

-¿Te desilucionarías si no ganara, Marinette?

-No. La única razón porque quiero que ganes es porque tú lo quieres, querido.

-Si gano, querrá decir que hay que vivir en Washington.

-Si vamos a estar juntos, nada más importa.

-¿Y tu carrera de abogada?-Marinette sonrió.

-La última vez que oí hablar del tema, había abogados en Washington.

-¿Y si te pidiera que dejaras la profesión?

-La dejaría.

-No quieres que lo hagas. Eres muy buena abogada.

-Lo único que me importa es estar contigo. Te amo tanto, Nathaniel-Se fueron a la cama y, mucho más tarde, se durmieron.

El lunes a la mañana volvieron a Nueva York. Buscaron el auto de Marinette en el garaje donde ella lo había dejado y Nathaniel volvió a su casa. Marinette regresó a su apartamento en Nueva York. Los días de Marinette estaban increíblemente llenos de cosas. Si antes había pensado qu estaba ocupada, ahora estaba asediada. Estaba representando a sociedades internacionales que habían transgredidos algunas pocas leyes y habían sido descubiertas, senadores que habían puesto las manos en dinero que no era de ellos, actores de cine que tenían algunos problemas. Representaba a presidentes de Banco y a ladrones de Bancos, políticos y jefes de sindicatos. El dinero estaba entrando, pero eso no era importante para Marinette. Pagaba grandes bonificaciones a los miembros de su oficina y les hacía espléndidos regalos. Las sociedades que tenían que enfrentarse a Marinette no tardaron en mandar a sus abogados que eran su mano derecha, y así Marinette se encontró peleando contra los más importantes talentos legales del mundo. La admitieron en el Colegio de Abogados Litigantes y hasta Luka Couffaine estaba impresionado.

-¡Dios!-Dijo-¿Sabes que sólo un uno por ciento de los abogados de este país lo consigue?

-Yo soy el símbolo femenino-Dijo Marinette riéndose.

Cuando Marinette representaba a un acusado en Manhattan, podía estar segura de que Gabriel Agreste tomaría el caso personalmente o lo dirigiría. Su odio hacia Marinette crecía con cada victoria de ella. Durante un juicio en el cual estaba Marinette peleando contra el Fiscal del Distrito, Agreste llevó como testigos a doce expertos importantísimos. Marinette no llamó a ningún experto.

Dijo al jurado:

-Si queremos construir una nave espacial o saber la medida de la distancia de una estrella, llamamos a los expertos. Pero cuando queremos hacer algo importante, buscamos a doce personas cualesquiera para que lo hagan. Creo recordar que el fundador del Cristianismo hizo lo mismo-Marinette ganó el caso. Una de las técnicas que Marinette encontró que eran efectivas con el jurado fue decir-Sé que las palabras ''Ley'' y ''sala de Tribunal'' suenan un poco atermorizadoras y remotas para sus vidas, pero cuando se detienen a pensar en ello, todo lo que estamos haciendo aquí es tratando con las cosas buenas y malas hechas por seres humanos como nosotros mismos. Olvidémonos que estamos en la sala del Tribunal, mis amigos. Simplemente imaginemos que estamos sentado en la sala del living de mi casa, hablando sobre lo que sucede con este pobre acusado-Y en sus mentes, los jurados estaban sentados en el living de Marinette, llevados por su discurso. Esta maniobra funcionaba maravillosamente para Marinette, hasta un día en que estaba defendiendo un cliente contra Gabriel Agreste. El Fiscal se puso de pie y comenzó su alegato dirigido al jurado.

-Damas y caballeros-Dijo Agreste-Quisiera que ustedes se olvidaran que están en una sala  del Tribunal. QUiero que se imagine que están sentados en casa, en mi living y estamos charlando informalmente sobre el hecho terrible que el acusado cometió.

Luka se inclinó hacia Marinette y le susurró:

-¿Oye lo que está diciendo el hijo de puta? Te está robando tu sistema.

-No te preocupes por eso-Respondió fríamente Marinette.

Cuando Marinette se levantó para dirigirse al jurado, dijo:

-Damas y caballeros, nunca he oído algo tan extravagante como los comentarios del Fiscal-Su voz subió a de tono con indignación-Por un minuto, no pude creer lo que estaba oyendo correctamente. ¡¿Cómo puede animarse a decirles que olviden que están en una sala del Tribunal?! ¡Esta sala es una de las posesiones más preciosas que tiene nuestra nación! Es la base de nuestra libertad. La de ustedes y la mía y la del acusado. Y con la sugestión del Fiscal de que olviden donde están, pueden olvidar su deber por el juramento. Encuentro las dos cosas desagradables y despreciables. Yo les pido a ustedes, damas y caballeros que recuerden donde están, para recordar que todos nosotros estamos aquí para que se haga justicia y el acusado sea defendido-Los jurados asintieron con aprobación. Marinette echó una mirada a la mesa en donde estaba Gabriel Agreste sentado. Se mantenía derecho, con la mirada vidriosa.

El cliente de Marinette fue absuelto. Después de cada victoria en la Corte, había cuatro docenas de rosas rojas en el escritorio de Marinette con una tarjeta de Adrien Agreste. Cada vez, Marinette tiraba la tarjeta y le daba las flores a Ibara para que se las llevara. De alguna manera le parecían inmorales por provenir de él. Por último, Marinette envió una nota a Adrien Agreste pidiéndole que no le enviará más flores. Cuando Marinette volvió después de haber ganado su último caso, encontró cinco docenas de rosas rojas aguardándola.

La venganza de los ángeles (+18) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora