Capitulo 9

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-Él es tan asesino a sueldo como yo una maldita virgen. Ha sido toda su vida drogadicto.

-El idiota ha estado chupándome las medias pidiéndome que lo conecte con Adrien. Yo le dije: Mira, paisano yo solo soy un soldado ¿no lo sabes? Si Adrien necesita otro pistolero no tiene que ir a buscarlo a ningún callejón de mierda.

-Estaba tratando de jugar contigo, Alejandro.

-Bueno, le tomé bien el tiempo. El tipo no está relacionado y en este negocio si no estás relacionado no eres nada-Estaban hablando en la cocina de una vieja granhja holandesa de trecientos años en el norte de Nueva Jersey.

Eran tres en el cuarto: Aslan, Tom y Alejandro. Aslan era un hombre de apariencia compuesta y madura, con finos labios, y ojos de un brillante tono miel. Usaba zapatos de doscientos dólares y medias blancas. Tom es un joven de 26 años, de apariencia delgada pero trabajada, su piel estaba adornada de horribles cicatrices por quemaduras que lucía siempre con orgullo. Tom tenía una voz tranquila y aguda y modales engañosamente amables. De cabellera negra azabache y desordenada, y poseía una extraña virtud para elegir ganadores. Era un hombre de familia con mujer y un hijo. Sus especialidades eran los revólveres, el ácido y las cadenas. La mujer de Tom, Mary, era una joven estricta pero también de una personalidad algo peculiar, cuando Tom no trabajaba siempre llevaba a su familia al campo para que ''respiraran aire puro''. El tercer hombre Alejandro Mars, era un sujeto delgado y de cuerpo trabajado, cabellos claros y profundas ojeras en su rostro. Era igualmente bueno con el cuchillo o el revólver. Las mujeres se sentían atraídas por él y se jactaba de tener una esposa, media docena de amiguitas y una hermosa amante. Alejandro había sido jockey trabajando en las pistas de Pimlico a Tijuana. Cuando el comisario de las carreras en Hollywood Park suspendió a Alejandro por dopar a un caballo, su cadáver fue encontrado unas semanas más tarde flotando en el lago Tahoe. Los tres hombres eran soldati de la familia de Alexander Mendoza, pero era Adrien Agreste el que los había llevado y le pertenecían en cuerpo y alma.

Se estaba llevando a cabo una reunión de la Familia en el comedor. En la cabecera de la mesa estaba Alexander Mendoza, el capo de la más poderosa familia de la Mafia de la costa este. De setenta y dos años, era todavía un hombre imponente, con los hombros y pecho fuertes de un trabajador, y con un tupido pelo blanco. Había nacido en Palermo, Sicilia, llegó a los Estados Unidos cuando tenía quince años y comenzó a trabajar en la zona de los muelles en lado oeste del bajo Manhattan. A los ventiún años era el lugarteniente del jefe del muelle. Los dos hombres tuvieron una discusión cuando el jefe desapareció misteriosamente, Alexander Mendoza tenía todo el poder. Cualquiera que quisiera trabajar en los muelles tenía que pagarle a él. Empleó ese dinero para ascender al poder y se expandió rápidamente ramificándose en la usura, en el fraude organizado, prostitución y juego, drogas y asesinato. A través del tiempo fue acusado treinta dos veces y sólo condenado una vez por un cargo menor por asalto. Granelli era un hombre cruel con la genuina astucia de los campesinos y totalmente amoral.

A la izquierda estaba sentado Michael Jackson, el consigliere de la Familia, quince años antes, Jackson tuvo un brillante futuro como abogado de sociedades anónimas, pero defendió una pequeña compañia aceitera que cayó bajo el control de la Mafia y, paso a paso, se dejó seducir y manejó otros casos para la Mafia hasta que finalmente al cabo de los años la Familia Granelli se convirtió en su único cliente. Era un cliente que daba muchas ganancias y Michael Jackson se convirtió en un hombre muy rico con enormes propiedades y cuentas de Banco en todo el mundo.

A la derecha de Alexander Mendoza estaba sentado Adrien Agreste, su yerno, Adrien era ambicioso, una cualidad que ponía nervioso a Mendoza. Adrien no encajaba dentro de los moldes de la Familia. Su padre, Andrés, primo lejano de Alexander Mendoza, no había nacido en Sicilia sino en Florencia. Solamente eso convertía a la Familia Agreste en sospechosa, todos saben que no se deben confiar en los florentinos. Andrés Agreste llegó a Estados Unidos, abrió una zapataría, y se desempeñó con honestidad, no teniendo un cuarto en el fondo para juegos, usura o prostitución. Esto lo convirtió en un estúpido. Adrien, el hijo de Andrés, era totalmente diferente. Estudió en Yale y en la Facultad de Wharton de Economía. Cuando Adrien terminó sus estudios acudió a su padre con un solo pedido: quería conectarse con su pariente lejano Alexander Mendoza. El viejo zapatero fue a ver a su primo y arregló la entrevista. Mendoza estaba seguro que Adrien le iba a pedir un préstamo para abrir un negocio, quizás una zapatería como el tonto de su padre, Pero la entrevista fue toda una sorpresa.

La venganza de los ángeles (+18) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora