Capitulo 29

232 28 3
                                    

Su nombre fue Louis Dupain y pesaba tres kilos ochocientos y era un bebé perfectamente bien formado. Marinette sabía que se suponía que los bebés debían ser horribles de recién nacidos, arrugados y colorados, parecidos a los monitos. Pero Louis no. Era precioso. Las enfermeras no dejaban de decirle lo lindo que era Louis y Marinette no podía oírlo demasiado.

El parecido con Nathaniel era impresionante. Louis tenía los ojos verdes esmeraldas de su padre y la misma hermosa forma de cabeza. Cuando Marinette lo miraba, sentía que estaba mirando a Nathaniel. Era un sentimiento extraño, una intensa mezcla de dolor y alegría. ¡Como le hubiera gustado a Nathaniel ver a su precioso hijo!

Cuando Louis tenía dos días de vida le sonrió a Marinette y ella llamó excitadísima a la enfermera.

-¡Mire! ¡Está sonriendo!

-Son gases, señora Dupain.

-Con los otros bebés puede ser-Dijo Marinette obstinada-Mi bebé está sonriendo.

Marinette se había preguntado como se sentiría ella con su bebé, preocupándose en si sería una buena madre. Los bebés podían ser cansadores. Ensuciaban sus pañales, pedían constantemente que se los alimentase, lloraban y pedían. No era posible comunicarse con ellos. No voy a sentir realmente  nada por él hasta que no tenga cuatro o cinco años, había pensado Marinette. Que equivocada estaba, que equivocada. Desde el momento que Louis nació, Marinette amó a su hijo con un sentimiento que nunca había sabido que existía en ella. Era un amor lleno de protección. Louis era tan pequeño y el mundo era tan grande.

Cuando Marinette sacó a Louis del hospital para llevarlo a casa, llevaba una larga lista de instrucciones, pero solo sirvieron para asustarla. DUrante las dos primeras semanas una enfermera con experiencia estuvo en la casa. Después de eso, Marinette se hizo cargo y tenía terror de hacer algo mal y matar a su bebé. Tenía miedo de que pudiera dejar de respirar en cualquier momento.

La primera vez que Marinette preparó la mamadera de Louis, se dio cuenta de que se había olvidado de esterilizar el chupete. Tiró lo que había preparado y empezó todo de nuevo.  Cuando terminó se acordó de que no había estirilizado la mamadera. Comenzó todo de nuevo. Para cuando la comida de Louis estuvo lista, él lloraba enfurecido. Había momentos en los que Marinette no creía que iba a ser capaz de arreglárselas. Inesperadamente se sentía invadida por una inexplicable depresión. Se decía a si misma que era normal tristeza del postparto, pero esa explicación no la hacia sentirse mejor. Estaba constantemente agotada. Le parecía que estaba levantada toda la noche alimentando a Louis y cuando finalmente se quedaba dormida, el llanto de Louis la despertaba y debía volver a la habitación de él. Marinette llamaba constantemente al doctor, a toda hora del día y de la noche.

-Louis está respirando demasiado ligero... Está respirando demasiado despacio... Louis tose... No comió su comida... Louis vomitó-El doctor, en defensa propia, decidió finalmente ir hasta la casa de Marinette y darle una clase.

-Señora Dupain, nunca he visto un bebé más sano que su hijo. Puede parecer frágil, pero es fuerte como un buey. Déjese de preocuparse por él y disfrutélo. Sólo recuerde una cosa... ¡nos va a sobrevivir a los dos!-Y entonces Marinette empezó a tranquilizarze.

Había decorado el cuarto de Louis con cortinas estampadas y una colcha de fondo azul, con un bordado de flores blancas y mariposas amarillas. Había una cuna, un corralito, un juego en miniatura con un escritorio y una silla, un caballito que se hamacaba y un cofre lleno de jugeutes. A Marinette le encataba alzar a Louis, bañarlo y cambiarlo, y llevarlo a pasear en su reluciente cochecito nuevo.

Hablaba con él constantemente y cuando Louis tuvo un mes la miraba sonriendo. No es un gas, pensó Marinette con alegría, ¡Es una sonrisa!

La primera vez que Luka Couffaine vio al bebé, se quedó mirándolo un largo rato.

Con un súbito sentimiento de pánico, Marinette pensó: Lo va a reconocer. Se va a dar cuenta de que es el hijo de Nathaniel. Pero lo que Luka dijo fue:

-Es realmente una belleza. Igual a su mamá.

Marinette dejó que Luka alzara a Louis y se rió de la torpeza de Luka. Pero no podía dejar de pensar: Louis nunca tendrá un padre que lo levanté en sus brazos.

Ya habían pasado seis semanas y era tiempo de volver al trabajo. Marinette detestaba la idea de tener que apartarse de su hijo, aunque solo fuera por unas pocas horas al día, pero el pensamiento de volver a la oficina la llenaba de excitación. Se había alejado de todo por demasiado tiempo. Era momento de regresar a su otro mundo. Se contempló en el espejo y decidió que lo primero que tenía que hacer era volver a recuperar su figura. Después del nacimiento de Louis estuvo a dieta e hizo ejercicios, pero ahora lo hacía más decidiamente y pronto estaría como antes.

Marinette empezó a entrevistar a amas de llaves. Examinaba a cada una pensando que eran miembros del jurado: las interrogaba buscando debilidades, mentiras, incompetencia. Entrevistó más de veinte posibles candidatas antes de encontrar una que le gustó y le dio confianza, una mujer de mediana edad llamada Chiyo Shuzenji, que trabajó para una familia durante quince años y dejó de hacerlo cuando los chicos crecieron y empezaron a ir al colegio. Marinette hizo que Luka la investigara  y cuando Luka asegurño que la señora Chiyo era auténtica, la aceptó.

Una semana más tarde Marinette volvió a la oficina.

La venganza de los ángeles (+18) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora