Capitulo 45

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La Paloma Blanca era un velero con motor y brillaba orgulloso y blanco y centelleante bajo la luz de la luna, Marinette se acercó despacio, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie la veía.

Nathaniel le había dicho que iba a eludir a sus custodios del servicio secreto y aparentemente lo había logrado. Después que Marinette dejó instalados a Louis y la señora Chiyo en María Elena, tomó un taxi y se hizo dejar dos cuadras antes del muelle.

Marinette había levantado el teléfono muchas veces para llamar a Nathaniel y decirle que no se iba a encontrar con él. Empezó a escribirle una carta y la dejó. Desde el momento que lo dejó en el bar estuvo en la agonía de la indecisión. Pensó en todas las razones por las que no debía ver a Nathaniel. Nada bueno podía resultar de eso, y podría causar mucho daño. La carrera de Nathaniel se podía ver comprometida.

Estaba en la cresta de la popularidad, un idealista en una época de cinismo, la esperanza para el futuro del país. Era el preferido de los medios de comunicación, pero la misma prensa que había ayudado a crearlo, podía estar lista para empujarlo hacia el abismo si traicinoaba la imagen que tenían de él. Y por eso Marinette decidió no verlo. Ella era una mujer diferente, que vivía una vida distinta y que ahora pertenecía a Adrien.

Nathaniel estaba esperándola en la planchada.

-Tenía miedo de que no vinieras-Le dijo. Y ella cayó en sus brazos y se besaron.

-¿Qué pasa con la tripulación?-Preguntó Marinette, finalmente.

-Los eché a todos ¿Aun recuerdas como navegar?

-Aun recuerdo.

Izaron la vela, pusieron el timón en rumbo y diez minutos más tarde el Paloma Blanca salía de la playa camino al mar abierto. Durante la primera media hora, estuvieron ocupados con el manejo del barco, pero no hubo un momento en que no estuvieran consciente de la mutua presencia. La tensión seguía  creciendo y los dos sabían que lo que iba a ocurrir era inevitable. Cuando finalmente se alejaron de la cosa y ya estaban navegando iluminados por la luna del Pacífico, Nathaniel a Marinette y la abrazó.

Hicieron el amor en la cubierta bajo las estrellas, con la suave y fragante brisa refrescando sus cuerpos desnudos. El pasado y futuro no existían y solo el presente era real uniéndolos a los dos en efímeros y rápidos momentos. Para Marinette esa noche en los brazos de Nathaniel no era el comienzo sino el fin. Ya no había manera de unir dos mundos que los separaban. Se habían alejado demasiado el uno del otro y ya no había regreso para ninguno de los dos. Ni ahora ni nunca. Ella siempre tendría una parte de Nathaniel en Louis, y eso era suficiente, para ella tendría que ser suficiente. Esta noche debería quedarle para el resto de su vida.

Permanecían acostados uno al lado del otro, escuchando el dulce susurro del agua contra el barco. Nathaniel dijo.

-Mañana...

-No hables-Susurró Marinette.-Simplemente ámame, Nathaniel-Marinette cubrió sus labios con pequeños besos e hizo vibrar sus dedos delicadamente por el  cuerpo firme y largo de Nathaniel, mientras movía sus manos hacía abajo en lentos círculos.

La venganza de los ángeles (+18) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora