Recuerdos que aun duelen

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Volver a recordar aquella traición, volvió a hacerle daño, se había sentado justo al lado de la ventana que le dejaba ver toda la extensión de tierra que poseía su padre, aquello a lo que ella no estaba unida, más que por el sentimiento íntimo que entre ella y cuanto le rodeaba habían creado como vínculo, ante tantas noches solitarias, tantos paseos entre lágrimas, y allí, donde sus mayores secretos los había regalado al viento que movía las hojas, al cielo que iluminaba su corazón, sintió temblar nuevamente todo su interior, nadie en su familia era capaz de entenderla, ella no lo pretendía sabía que les había hecho daño, pero tan solo pedía respeto, el mismo que ella daba a los demás Salió de su ensimismamiento porque sonó su móvil, en la pantalla reflejado el nombre de Marta y una fotografía del Pitufo Gruñón, al que le recordaba y así era como ella le llamaba, le hacían siempre sonreír. Fue quien estuvo a su lado, cuando le dio el bajón, cuando se plantó en su casa sin decirle nada desde Madrid a Sevilla en moto, fue quien la aguantó sus lágrimas, su cabreo, sus malas formas, fue quien la recogió una noche de tormenta de un bar de ambiente completamente borracha para que nadie pudiera ver a la hija de los Lacunza transformada en una piltrafa. Era su mejor y única amiga, a la que no podía engañar.

Marta: Hola Bicho... ¿ya estás en la ventana?

Natalia: Creo que tienes cámaras que me vigilan (esbozó una pequeña sonrisa)

Marta: Vamos, vamos, ¿cuánto ha tardado mamá Lacunza en echarte la bronca?

Natalia: Exactamente minuto y medio

Marta: ¡Uf record! (exclamó de manera burlona)

Natalia: No me río

Marta: Pues no sé porque, es para mondarse que tengas que estar mal por los comentarios de mama Lacunza, es de pena

Natalia: Pues sí, y lo peor está por llegar

Marta: Papá Lacunza?

Natalia: Sí (susurró mientras encontró un calcetín) Acabo de encontrar un calcetín de Julia

Marta: ¡Dios mío no!, ¡rápido, rápido desinféctate las manos!, vamos huye sal de ahí y despide de inmediato a Raquel ¿qué manera es esa de limpiar dejando restos de la peste? (oía como Natalia reía a carcajada limpia y eso la tranquilizaba) Eso está mejor..

Natalia: Oye, sé que vienes ¿verdad?

Marta: ¿Adónde?

Natalia : A la fiesta ... donde va a ser ¡!!

Marta: Déjame mirar mi agenda, a ver... a ver... nop, no tengo ninguna cita que ponga fiesta Lacunza

Natalia: Pues apúntala ya

Marta: Cariño... yo no voy que tu madre me tiene entre ceja y ceja

Natalia: Pero eso es porque eres su esteticista

Marta: ¡Ah, es verdad! (nuevamente la carcajada de Natalia le hizo sonreír a ella) Pero no me han invitado, no debo hacerlo demasiado bien...

Natalia: Lo estoy haciendo yo

Marta: ¿Me estás diciendo que te vas a pasar por el forro lo que tus papis Lacunza ambos dos, digan?

Natalia: Exacto, ya que me obligan a ir a esa barbaridad de fiesta, al menos que pueda hablar con alguien

Marta: ¿Hablar? (repitió) ¿Y de qué?

Natalia: Pues no sé... de cómo te va, de mi trabajo...

Marta: ¿De Juliperra?

Natalia: Marta (le riñó con una sonrisa en sus labios) No, prometo no hablarte de ella

Marta: ¿Tienes la Biblia a mano?

Natalia: Ahora mismo no, pero vamos, me pongo la mano en...

Marta: ¡Calla, calla! (exclamó fuera de sí)

Natalia: Pero serás guarra, iba a decir sobre el corazón

Marta: Ya, venga va que nos conocemos y me quieres tirar de la lengua

Natalia: Oye Marta me está entrando una llamada, debe ser mamá Lacunza Marta: Vale me abro, quiero decir me voy...

Natalia: Que idiota eres Marta

Marta: ¡Hija no es fácil hablar con una amiga lesbiana!, todo parece que hace referencia a...

Natalia: Te dejo (le cortó sonriente) Como le había dicho era su madre, tenía que acudir a la casa pues su padre ya había llegado, otra nueva bronca, ¿a qué has venido? ¿para pasarte el rato en esa maldita cabaña?; nuevo reproche, nuevo dardo Al llegar, besó a su padre de manera fría, se sentaron en el comedor, la mesa estaba lista para compartir la comida familiar, allí había llegado Santi con su mujer, Diana, a la que saludó sin mucha efusividad, su hermana, y sus padres. Una vez tomó asiento su padre fue el primero en hablar

Mikel: ¿Qué tal te va el trabajo?

Natalia: Muy bien

Mikel: Claro (asintió)

Natalia: ¿Claro qué? (no pudo callarse ni aún por la mirada de su hermana que le recomendó silencio)

Mikel: Que aunque te vaya mal no vas a decirlo, has desobedecido nuestras recomendaciones de trabajar en un gabinete privado, para irte con la chusma

Natalia: Pues sí, es que la chusma es mucho mejor que la alta sociedad (la mirada fulminante de su padre, le hizo agachar la suya y probar el gazpacho) Mikel: Espero que esta noche no tengamos ningún problema, todos sabéis que es importante y sabéis que de ahí puedo sacar una buena tajada, espero que todos (recalcó la palabras mientras Elena daba una patada a su hermana para que se callara), sepáis estar a la altura. A las ocho tenemos que estar allí, he encargado tres coches que os llevaran, Carmen tú conmigo, Santiago lo he dispuesto para que Diana y tú vayáis juntos y vosotras dos en otra

Elena: Muy bien papá

Mikel: Espero vuestra colaboración (nuevamente la mirada repleta de reproche se detuvo en Natalia)

Natalia: A la primera lo he entendido (le contestó sin cortarse) Te prometo que no violaré a ninguna de las damas de alta sociedad, claro, a menos que ellas me lo pidan (echó la servilleta sobre la mesa y se fue)

Mikel: ¡No te consiento que hables así! (le dijo fuera de sí)

Natalia: Creo que debería haberme quedado en Madrid, yo no pinto nada en esta fiesta, ya que no pinto nada en esta familia, nada que no sean reproches Desde abajo oyeron el portazo al entrar a su habitación.

Apuesta equivocadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora