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Marta se marchó un tanto preocupada, quizá no debió decirle la verdad, pero no pensaba que se lo iba a tomar así de mal, sin duda Natalia estaba enamorada hasta los poros, y aquello quería decir que la luz roja de alarma estaba a punto de dispararse. Natalia se quedó en el sofá con actitud totalmente derrotada, ¿cómo podía haberse creído aquel beso tan cálido?, al recordarlo, sintió como se erizaba nuevamente su piel, cerró lo ojos sintiendo esa rabia que se había instaurado en ella, ese dolor nuevamente punzante en su corazón que se había apaciguado, otra vez insistía y otra vez, como si fuera una montaña rusa, su estómago volvía a darle un vuelco. Sus nervios se habían desatado y no podía controlar el temblor de sus manos ni la sensación que le había quedado después de lo hecho por Marta, ¿cómo había sido tan imbécil?, ¡cómo!

Mientras en la cama Alba sonreía sin querer evitar aquella sensación de bienestar que la inundaba, podía sentir aún en sus labios aquellos otros que le habían hecho tiritar, se pasó la lengua suavemente por ellos, sabía que le gustaba besarla, en la cocina se había dejado llevar por aquel instinto que vivía en ella, por aquella alegría en su corazón, ya no se recriminaba tanto que era una mujer, ya no evitaba mirarla abiertamente sintiendo cosquillas en su estómago, era diferente, sabía que al día siguiente se iba a casar con ella, y que aunque todo fuera teatro, ella tenía la llave de aquella relación, Natalia la adoraba lo sabía y ella estaba empezando a sentir lo que se había obligado a borrar, y aún quedaba otro beso, sí, el de la boda además estaría Claudia y no quería darle la mínima oportunidad, sabía que aquella mujer era muy del estilo de Nat, y como Marta le había recriminado, decirle que si la amaba a ella que siguiera adelante, había sido un error, pero también era sincera, no se iba a engañar, ¿y si llegado el momento no podía corresponder a Natalia  como esperaba?, ¿y si Natalia  esperaba de ella cosas que no podía ofrecerle?, se borró su sonrisa por un instante, pero tal y como su madre le dijo, debía dejarse llevar por sus sentimientos... y al día siguiente la esperaba Natalia  solo a ella, solo para ella

La noche sin embargo para Natalia  estaba siendo muy dura, se sentía totalmente estúpida, dañada y golpeada en su orgullo, engañada de la manera más estúpida posible, y aún faltaba lo peor, la boda, tragaba el dolor que se había instalado en su garganta, de vez en cuando las lágrimas bañaban su rostro, no sabía exactamente porque lloraba, estaba contradiciéndose a sí misma, quería vengarse de Alba , pero al mismo tiempo, deseaba que llegara la noche de la boda, aquella suite para ellas, estaba segura que allí podría devolverle la jugada

N: ¿Por qué Alba... por qué juegas así conmigo?, en la cocina por un instante vi en tus ojos... ¡mierda también lo vi en la terraza de Pamplona !, no sé que voy a hacer... a veces la veo tan indefensa que la abrazaría contra mi pecho, a veces la veo tan fuerte que me da miedo que me deje, ¡y si no me caso!, ¡y si lo suspendo todo!, estoy muerta de miedo... tengo miedo a que me destruyas Alba... no puedes destruirme.

Se levantó nerviosa dirigiéndose a la nevera necesitaba calmar sus nervios, un vaso de leche estaría bien, se puso la leche y abrió un armario buscando el azúcar, justo el que abrió era la bebida, había allí una botella de tequila, no se lo pensó dos veces, un trago solo uno sería suficiente para aplacar sus miedos, buscó limón, lo partió y sin pensar en nada más le dio un trago a la botella, sacudió su cabeza ante la fuerza por la que el líquido abrasó su garganta, así pensó que se llevaría el miedo a Alba... pero su corazón no paraba, seguía latiendo con temor y decidida dio otro. Cansada por la situación se quiso ir a la cama, pero se llevó consigo la botella, justo cuando pasaba por la puerta de Marta tropezó con un florero

N: La madre que te parió... ¿quién demonios te habrá puesto ahí?
M: ¿Natalia ? (le preguntó medio dormida)
N: No pasa nada he ido al lavabo
M: Buenas noches...
N: Hasta mañana o hasta nunca...

Apuesta equivocadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora