NATALI

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Mientras una nerviosa Chelo esperaba la llegada de Alba, necesitaba hablar con ella y tal y como Maria le había dicho, exponer lo que para ella iba a ser lo mejor. Al verla entrar, le sonrió no quiso asustarla, la mandó pasar hasta su despacho y después de firmar el último papel, le rogó se sentara

Chelo: Bueno Alba... la verdad que parece que esto lo hayamos hecho a propósito pero puedo asegurarte que no es así

A: ¿Qué pasa? (preguntó un tanto preocupada por el gesto un tanto nervioso de aquella mujer)

Chelo: Natalia está aquí (le dijo de golpe. Alba empalideció recordó aquel perfume en el lavabo) He hablado con Maria ella fue quien se enteró de casualidad que venía a esta Convención

A: No puede ser... (su rostro se transformó marcando una expresión de horror)

Chelo: No tienes porque verla (le dijo al ver su apuro) Mira falta algo más de una hora para que termine, tú tienes que limpiar precisamente el salón, y cuando se vayan tendrás que limpiar el otro salón, yo estaré pendiente de que no puedas cruzártela, ¿vale?

A: Gracias yo... (notó como sus mejillas se ruborizaba, entendió que Chelo debía saber y sin poderlo evitar sintió vergüenza)

Chelo: La conozco es una mujer maravillosa, sé que tú lo estás pasando mal (rectificó rápidamente ante su mirada) pero quizá si le dieras la oportunidad de disculparse

A: ¿Disculparse? (sonó con ira su voz aunque en ningún momento la alzó)

Chelo: Sí, ella también está mal

A: Pues me alegro, francamente, después de lo que hizo no creo que yo tenga que darle oportunidad para nada, excepto para no volverla a ver en mi vida

Chelo: Está bien... alguna vez en nuestras vidas cometemos errores...

Alba guardó silencio y dio a entender que no estaba dispuesta a dar oportunidad alguna a esa maldita mujer.

Una vez terminó la Convención, Natalia resopló con fuerza, daba gracias porque pusieran punto y final, una vez salieron del Salón, Cruz la cogió del brazo llevándola hasta la barra para pedirse dos refrescos

C: Creo que te vendrá bien, serenarte un poco

N: Cruz estoy serena

C: Ya, has cruzado tus piernas como sesenta veces, has resoplado como si fueras un caballo a galope en una carrera de fondo, te has tocado el pelo como quinientas veces ¿sigo? (le preguntó al ver como la miraba con gesto de fastidio)

N: Vale... lo admito, estoy fuera de mí

C: ¿Y qué piensas hacer? (bebió un trago relajadamente sin perder detalle de ella)

N: No lo sé (elevó sus hombros) Nunca me había sentido así, mal por dentro... no sé

C: Eso tiene un nombre (volvió a beber)

M: Culpabilidad (sus ojos mostraron una sombra de dolor) Daría todo por volver atrás

Con aquellas palabras mostró su malestar consigo misma, sabía que no podía seguir así, y mucho menos como se estaba comportando en aquel momento. Se habían acercado hasta ellas unos médicos que venían de Londres, Cruz la tuvo que disculpar porque a mitad conversación, vio que como un rayo desapareció de allí, por su gesto, por su expresión, algo le había impactado tan fuertemente que la hizo dejar con la palabra en la boca a uno de los doctores que la miró tan extrañado por la actitud de aquella mujer que siempre había demostrado su educación y saber estar .Pero a Natalia no le importó nada de lo que nadie pudiera pensar, a Natalia lo que le importó fue una mujer que pasaba hacia el salón que se perdió por el pasillo, una mujer que llevaba una bata azul, una mujer tan parecida a aquélla que le quitaba el sueño, se abrió paso entre la gente como pudo, no se detuvo a quien requería su presencia, con una sonrisa y un lo siento, no puedo, echaba a volar en busca de quien había aparecido ante sus ojos y quien hizo que su corazón corriera nervioso.

Apuesta equivocadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora