Hipnotizada

3.5K 146 6
                                        

Alba en la cama, volvió a abrazarse a aquella almohada sin pensar, recordó aquel camisón, su sangre se había vuelto un remolino y por primera vez, se dejó llevar por aquella sensación, sonrió y tranquilamente se durmió

La noche para Natalia estaba siendo incómoda, no cesaba de dar vueltas en la cama, no encontraba la postura idónea para poder descansar, de vez en cuando miraba a la niña y sonreía, pero entonces una nube repleta de oscuridad se ponía sobre ella en aquel cuarto de invitados. La duda de saber que haría con aquel documento que Alba había solicitado, había vuelto a ella nuevamente, en Pamplona ni se acordó... todo había sido tan diferente que no tuvo tiempo de pensar. Se preguntaba sin cesar, que pasaría una vez tuviera la adopción de la niña concedida, imaginaba que Alba ser iría a su casa o a casa de su madre, al menos cuando la tuviera Encarna podría ir a verla, aquella niña tenía la misma magia que Alba, la miraba sonriente mientras le acariciaba su manita. Y aún guardaba una esperanza la de que Alba no le hiciera firmar aquel documento que sabía era parte de su venganza. Con ese pensamiento se entregó por fin al sueño

Eran cerca de las tres de la mañana cuando Alba se despertó, lo hizo sabiendo que Natalia tenía que trabajar al día siguiente, se levantó despacio sin hacer ruido y fue hasta su habitación, se quedó en el umbral de la puerta para que sus ojos se acostumbraran a la luz y sombra que había en el cuarto, una vez comprendió que ya podía entrar sin golpearse en ningún sitio, lo hizo, diciéndose a si misma "coge a la pequeña y te la llevas sin mirar", entró despacio para no despertarla, al llegar a la cuna la imagen de Natalia con su mano cogida a la de su sobrina le sobrecogió el alma, y por mucho que había querido no mirarla, le fue imposible no hacerlo. Sus ojos se llenaron de su calma, de su hermosura, tapada medio cuerpo con el torso completamente entregado a su visión, con aquel rostro que emanaba luz hasta durmiendo, se quedó allí atrapada como si no pudiera separar sus ojos de ella, como si aún dormida, manejara los hilos que había tendido a su alrededor como si fuera una marioneta para finalmente convencerla de aquellas palabras emitidas entre susurros cansados, con la voz quebrada por la pasión del momento "eres mía y te he dejado marcada". Cuanta razón tenía, pensó con tristeza

Cogió a la niña sintiendo que si se dejaba llevar aquellas palabras llegarían a ser ciertas, porque era realmente fácil entregarse a ella, le estaba costando mucho esfuerzo resistir aquel encanto de mujer, le llegó el recuerdo de la noche que compartieron la cama, y su sensación de vacío al acostarse en el cuarto de Natalia sola, la situación estaba empeorando por momentos, necesitaba si realmente quería resistir, necesitaba ser fuerte, muy fuerte. Besó la cabecita de la pequeña, la acunó junto a su cuerpo y se marchó entre miles de dudas a la habitación, se acostó a Natali junto a ella y esa vez le costó muchísimo más dormirse, el cuerpo de Natalia seguía en su mente, a veces llegaba desnudo reflejado en el espejo, a veces llegaba con poca ropa, a veces llegaba su amplia sonrisa o sus ojos enamorados, entonces tenía que exhalar un profundo suspiro para encontrar la calma, seguiría el consejo de Maria, ¿si finalmente se entregaba a ella, si finalmente dejaba su dolor, su ira y su reproche a un lado y triunfaba en ella el amor que parecía querer ser protagonista en su corazón, quién podría reprocharle nada?

El despertador sonó a las seis y media, con su mano derecha lo alcanzó al tiento sin abrir los ojos, lo detuvo mientras se estiraba en la cama sin abrir los ojos, al hacerlo su mirada se quedó fija en el techo mientras murmuraba

M: Alba...

Una amplia sonrisa se dibujó en sus labios al mismo tiempo que se giraba en busca de aquella niña maravillosa, pero aquella niña no estaba, de pronto un pánico desmesurado se apoderó de ella, se levantó de golpe, salió corriendo de la habitación sintiendo las pulsaciones en su garganta, llegó hasta el otro cuarto y allí las vio, suspiró profundamente se pinzó el labio inferior, se separó el pelo de la cara y posó sus manos sobre sus caderas, quieta, las observaba, estuvo allí un buen rato hasta que se percató que debía marcharse al hospital. Habían muchas cosas que hacer, por la tarde debía ir a probarse algún vestido, y por la noche tendría que quedarse en casa mientras Alba se iba a la despedida, sonrió pensando en la locura que se le podría haber ocurrido a su amiga, pero la embriagó la tranquilidad de saber que Maria iba a estar a su lado

Apuesta equivocadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora