IRRESISTIBLE

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C: Yo creo que tiene una mezcla de sentimientos que no puede asimilar (dijo saliendo de allí y una vez entraron en el ascensor le explicó su teoría a una más que nerviosa Marta). Está arrepentida de lo que le hizo, le gusta la chica, le gustaría que Alba sintiera por ella lo mismo, en definitiva siente una atracción bestial que no sé porque razón, no puede controlar, aún sabiendo que hace mal, lo hace.

Marta: Sí, tienes razón, mira que la conozco desde que éramos niñas... pues nadie ha despertado en ella ese lado que desconocía yo creo que ella misma, que le asusta pero al mismo tiempo, la vuelve loca

C: Lo malo es que Alba no siente lo mismo, cada vez que la ve se pone mala.

Marta: Habrá que avisarla

C: Creo que sí, aunque igual la asustamos por nada

Marta: ¿De verdad lo crees? (enarcó sus cejas)

C: Déjame avisarla, tienes razón. ...Oye Sonia, entre tú y yo ¿eh?, mira el número de teléfono de Alba Reche y por favor dímelo. Lo va a buscar (dijo tapando el teléfono) Sí dime. Gracias, nada solo que quería comentarle algo del abogado... gracias...

Marta: A ver que dice (la miraba expectante mordiéndose una uña) .

C: A ver. ¡Mierda, lo tiene desconectado!

Marta: Lo que faltaba, ¿pregúntale dónde vive a Sonia?

C: Me parece muy fuerte, será mejor que esperemos un poco, va en metro, igual aún no ha llegado a casa.

Marta: Está bien, ¿te apetece cenar conmigo?, ya que la cabrona de mi amiga me ha dejado aquí tirada.

C: Claro, ¿qué es? (preguntó algo intrigada)

Marta: Es un pescado, pero lo debe de conocer su padre y su madre, porque lo que soy yo, ni idea . Cruz la miró fijamente rompiendo a reír en una carcajada que les permitió relajarse un tanto, para cenar pensando en que manera se podía ayudar a Natalia, porque estaba claro que había bajado a los infiernos por aquella mujer y la debían rescatar.

El frío se había apoderado de Natalia, al bajar del taxi se tambaleó un poco, iba demasiado fresca para la noche que hacía, incluso le pareció que empezaban a caer algunas gotas de lluvia. Miró tras un suspiro profundo el portal de Alba, estaba abierto porque una pareja estaba entrando la compra seguramente de la semana porque habían un montón de bolsas repartidas por el suelo. Al cruzarse con la mujer, sonrió y pasó como si lo hiciera todos los días de su vida. Cuando la vio desaparecer corrió hasta los buzones para ver con dificultad en que piso vivía su adorada dama. Una vez la localizó, subió al viejo ascensor y apretó el botón cuatro, donde seguramente ya estaría Alba.

Por su parte Alba, había llegado hacía pocos minutos, se estaba quitando la chaqueta, algo más tranquila tanto por el estado de su sobrina, como por la ausencia de Natalia que sabía durante unos días no la iba a tener que ver, aquello la relajó lo suficiente como para por primera vez sentir que el sueño había llegado a ella de manera natural. Se estaba poniendo el pijama cuando sonó su timbre

A: ¿Quién será? Se preguntó un tanto sorprendida, terminó de pasar los botones de la blusa del pijama y con aún los vaqueros salió a abrir. Miró por la mirilla pero no vio nada, su cara reflejó un gesto de extrañeza y se giró para entrar a la habitación, pero nuevamente tocó el timbre, volvió a hacer la misma maniobra, y tampoco vio nada, bueno... veía algo que no sabía identificar y pensó que debía estar sucia la mirilla, así que abrió la puerta un poco, una mano la empujó del todo para abrirla de par en par, no lo hizo apropósito, sino, que un mareo hizo que se apoyara en ella. Alba palideció, tragó saliva y miró a aquella mujer que le dijo con algún problema.

Apuesta equivocadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora