Apuesta equivocada

Tus ojos

Así quedaron allí ambas desafiándose con la mirada, aunque si había alguna ganadora ésa era sin duda Alba, parecía machacar a Natalia, como si poco a poco se fuera haciendo más y más pequeña ante ella. Su culpa, su maldito sentimiento de culpa le hacía mostrarse un poco azorada, ( esos ojos color miel podían desestabilizarla, esa mirada era única, Alba con solo una mirada despertaba en ella todo un remolino indomable de sentimientos ), pero sin duda sabía como latía su corazón, como su estómago se removía como si en él estuvieran miles de mariposas. Cruz tenía razón, era inútil negarlo, estaba enamorada, por ese motivo, se le escapó una sonrisa que iluminó su rostro, mientras Alba se acercaba con el suyo serio, sacó su mano del bolsillo, sin mirarla dejó un billete de cien euros sobre la mesa y le dijo mirándola fijamente

A: No te debo nada

N: No era necesario (se defendió ante la posición algo chulesca de Alba que parecía haber cambiado, ya no se mostraba asustadiza, más bien, se mostraba orgullosa y desafiante) ¿Qué te ha dicho mi hermana?

A: Y a ti que te importa

N: Lo suficiente como para poder aclarar el malentendido

A: Tú y los errores, tú y los malentendidos, mira sólo te digo una cosa, que no te vea acercarte a mi madre, ¡qué no te vea con ella nuevamente! (no elevó el tono, pero lo hizo lo suficientemente duro, como para impresionar a Natalia)

N: Quizá debas decírselo a tu madre, no a mí

A: ¿Qué pasa, también te gusta conquistar a las mujeres maduras?

Aquella pregunta, salió de sus labios con toda la mala voluntad posible, Nataliala miró con dolor, entonces sin dudar reaccionó no iba a dejarse pisotear, no iba a humillarse más, pero tampoco iba a dejar que la humillaran. Se acercó a ella cogiéndola de la muñeca pues Alba iba a retirarse

N: A mí la única mujer que me gusta, eres tú, y no sé porque (entonces mientras pasaba suavemente la punta de su lengua por su labio inferior, movimiento que los ojos de Alba continuaron con su boca entreabierta, mientras lo hacía la miraba a los ojos con los suyos ardientes, le espetó sin miramiento y con su voz envuelta en un susurro que puso la piel de Alba a puro grito) Aunque no te lo mereces.

A: ¡Suéltame!

N: Nadie te hará enloquecer como lo hice yo (susurró causando ese efecto que buscaba, ternura y pasión al mismo tiempo)

A: Y dices arrepentirte (la miraba fijamente aunque aquellos ojos marrones, le hacían perderse entre sus palabras mientras notaba el tacto de su piel aferrada a su muñeca) Te muestras orgullosa de aquello, eres más despreciable todavía

N: Si tú quieres engañarte no me importa (se acercó más a ella dejando su boca tan cerca de la otra, que su aliento rozó suavemente los labios de Alba cuando habló) Pero sé que te volví loca, no creo que nadie haya provocado en ti, lo que yo

A: Me das asco (entonces con esfuerzo se separó de ella)

N: No, no te doy asco, estaba bajo los efectos de las pastillas, pero recuerdo el tacto de tus yemas en mis pechos (le susurró volviendo a ir hacia ella, quien notó como las mejillas iban poniéndose coloradas y sus ojos se abrieron por la impresión de lo que creía no había sido captado por ella. Natalia se calló pero se detuvo justo a medio paso de Alba quien la miraba con ojos aterrorizados)

Marta: ¡Ya está!, ¡tu amada Julia, tu querida Julia!, ¡no te molestará más! (entraba diciéndolo Marta como una loca de contenta, pero sin percatarse que Alba y Natalia estaban a un lado en el despacho fuera de su campo visual) Ya puedes atacar a Alba

N: Marta(le llamó la atención Nataliafuera de si)

Marta : Dime... ¡Alba! (fue lo único que se le ocurrió decir, al verla allí. Pero entonces salió precipitadamente de aquel despacho) Hostia...