Como si fuera un huracán pasó por delante de Natalia, ésta dio un tremendo portazo que hizo caer un cuadro que explicaba que era Pediatra, después puso sus manos sobre las caderas, levantó la cabeza mirando al techo y al hacerlo, notó como lágrimas de rabia caían por el rabillo del ojo, mojando ambas mejillas con el sabor más amargo que jamás había probado. Y lo único que supo hacer fue romper a llorar.
Tampoco se marchó mucho mejor Alba, que no sabía como había sido capaz de hacer algo así, sin duda, era consciente que había superado algunos límites dentro de la cordura. No quería que su madre la viera de aquella manera, así que salió corriendo por el pasillo hasta que tropezó con alguien, al levantar la vista agradeció que fuera Maria.
Entre gran cantidad de lágrimas y mocos se encontraba Natalia, había cerrado el despacho con llave, no quería ver a nadie, quería entregarse a aquel momento íntimo de soledad, sintiendo todos los poros de su piel destrozados.
Estaba bajando al infierno lentamente como si sus piernas le pesaran demasiado para deslizarse por la rampa que seguro llega hasta el diablo en persona, ¿qué le diría?, sí me he comportado como una estúpida... soy imbécil... ¿qué voy a hacer?, deja que me queme en este fuego que es el que siento cada vez que la veo, un fuego que me mata un fuego, que estaba segura no sería comparable con el de las catacumbas infernales. Sin embargo cuando estaba enganchada en el llanto sonó su móvil, eran las ocho de la mañana y en su pantalla se dibujaba bailón el Pitufo Gruñón. Sonrió ligeramente pero colgó. Sabía que aquello no estaba bien, su amiga estaba sufriendo por ella, era injusta. De nuevo el Pitufo Gruñón estaba allí, movía graciosamente sus caderas, tal y como lo hacía Marta cuando salían de marcha.
El timbre elevaba su fuerza como sabía que estaría haciendo Marta acordándose de toda su parentela por no contestar
N: Dime
M: ¡Qué sea la última vez que me cuelgas cabrona! (dicho esto suspiró con fuerza. Le habló nuevamente ya con tono preocupado) ¿Estás llorando?
N: No
M: De verdad Natalia... me tienes hasta el mismísimo ¿eh?. ¿Qué te ha hecho Albita?
N: Le he mandado un ramo de flores (Marta se tapó la cara con gesto cansado) Entonces... ha llegado ahora y me las ha echado a la cara, pero literalmente a la cara (decía con su voz cargada por el llanto)
M: Claro que sí, yo hubiera hecho igual
N: Joder Marta...
M: Joder Marta??? no, piensas Natalia, ¡reacciona!...
N: Me dan ganas de cogerla... de obligarla a que me escuche... ahora mismo tengo el corazón que me va a estallar (su voz mostraba desesperación)
M: ¡Natalia serénate por Dios!, ni se te ocurra ¿eh?, ¡ni se te ocurra que te conozco y sé que después de aquello eres capaz de cualquier cosa!
N: Si vieras como me ha hablado
M: ¿Pero qué esperas?... mira... voy a ir a la estación, quiero sacar un billete y me planto allí en menos que canta un gallo... bueno... en unas tres horas ¿un gallo canta tanto?
N: Mira Marta, si vas a venir para... (sus labios esbozaron una tímida sonrisa que no pudo esconder)
M: Mira Natalia, creo que he estado en todos y cada uno de tus peores momentos, al igual que tú en los míos, así que calla esa bocaza que tienes y voy para allá, prepárame el sofá, no quiero dormir contigo en esas condiciones. ¡Y no acepto que me lleves la contraria!. Duerme, descansa y a la tarde hablamos.
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Apuesta equivocada
FanfictionTodo empezo con una simple apuesta entre amigas.....dinero, poder, egocentrismo, necesidad, infidelidad, engaño, lujuria, sexo, placer ..... Amor. Una historia dura. Adaptación de fic escrito hace un tiempo.