Apuesta equivocada

Lugar y momento equivocado

N: Hola Paco, ¿qué tal?... si quería comentarte algo... sí espera... que tengo una llamada del hospital, espera. ¿Sí?
C: Hola Natalia
N: ¿Pasa algo?, estoy hablando con Paco
C: Bueno pues entonces seré breve, ¿estás sentada?
N: Pues no (rápidamente pensó en Julia, algo había dicho o hecho sabía la tirria que le daba a Cruz aquella mujer) Si me voy a caer espera que me apoye contra la pared por lo menos (sonrió)
C: ¿Ya?
N: Sí, suéltalo
C: Alba ha aceptado trabajar en el hospital (silencio, mucho silencio) ¡Natalia!, ¿Natalia estás ahí?
N: Creo que sí (susurró aún impactada por la noticia)
C: ¿Qué te parece?
N: La verdad... no sé que decir
C: De momento has conseguido algo, tenerla cerca... y creo que es un buen paso ¿no crees?
N: Lo ha hecho por Natali, Cruz, no quiero engañarme, todas sus dudas para aceptar el trabajo se las creaba yo
C: Pues alguna duda has despejado Natalia. Venga te dejo
N: Gracias Cruz... (y aun un tanto turbada por aquella noticia volvió a la otra conversación) Ya estoy contigo Paco, quería comentarte algo...

El metro estaba como todos los días, repleto de gente que iba o venía a trabajar, Alba se abría paso a empujones, en su pensamiento llevaba las palabras de una Natalia, que sin tapujos le había demostrado en sus ojos lo mucho que la amaba. Tuvo que suspirar y sin poderlo evitar, sonrió, últimamente era lo único que hacía, suspirar. También pensar en ella, ¿qué le estaba pasando?, Maria le había dicho que había sufrido mucho, las puertas del vagón se abrieron, Alba entró en el primero, no había sitio y se quedó apoyada sobre una de las paredes sin cogerse. Realmente desconocía todo cuanto era la vida de Natalia, tan solo sabía que aquella Julia formaba parte de su pasado, o no, porque aquel abrazo en el pasillo, aquella caricia, notó como su corazón latía de manera diferente, abre el corazón, le había dicho Maria, pero se negaba a abrírselo a ella. Solo quería dedicarse al trabajo, había firmado los papeles y ya tenía aquellos tres meses que le abrían una pequeña puerta. Solo esperaba que Natalia se comportara, entonces recordó su cara. En el mismo momento se oyó un ruido extraño, se apagaron las luces del vagón, se iluminó el túnel de chispas y solo se oyeron gritos, golpes, hasta que a Alba se le apagó del todo La Luz.

Al subir a casa, tenían ya la mesa preparada, había tenido una buena noticia, por una no tan buena, así que su rostro era todo un poema y cuando Marta la vio, puso gesto de fastidio

M: ¿Te han robado la moto?
N: No. Alba ha aceptado trabajar en el hospital
M: ¡Hostia!
N: Sí, eso mismo he pensado yo. Voy a ducharme y luego hablamos. ¡Ah!, la he invitado a cenar con nosotras
M: ¡Hostia!
N: Pero no me ha dicho que sí (no podía evitar la luz radiante de su rostro)
M: Joder...
N: ¡Puedes parar de decir tacos ya! (la riñó)
M: Es que no me sale otra cosa... me tienes vamos... me tienes fuera de mi mente ahora mismo
N: Claro si no tuvieras tanto sexo
M: Tú no sabes que lo malo no es la cantidad, lo malo es no tenerlo, guapa (le guiñó un ojo divertida)
N: Luego di que yo soy borde (le sonrió de lado)
M: Anda ve a ducharte, porque tenemos un montón de cosas de las que hablar, todas claro está, haciendo circulo alrededor de un nombre (puso voz misteriosa) ¿Conseguirá la Pediatra más revolucionaria que la enfermera la perdone?, la solución próximamente en sus pantallas
N: Y luego di que la loca soy yo (le acusó de manera divertida con el dedo) Me voy a la ducha
M: No tardes o pensaré mal
N: Por cierto... ¿cuándo te vas?
M: Serás malaje... ¡anda ve!, aunque al final casi casi podríamos ser pareja de hecho
N: ¿Cambiarte por mi Alba?... lo siento pero no
M: Mala amiga... por cierto... ¡entre las muchas cosas que me debes, espero que me lo regales! (Natalia se giró pues ya se marchaba sin acordarse de que le hablaba) El vibrador cariño... el vibrador
N: Vale, a poder ser, que tenga acento argentino

Ambas dieron una carcajada enorme, y Natalia se fue divertida hasta la ducha. Abrió el armario para ponerse cómoda y entonces en aquel gran vestidor encontró a primera vista el pijama que Alba le dejó cuando estuvo con ella en su casa, los recuerdos se agolparon en su mente, y una sonrisa enamorada fue dando poco a poco luz a su rostro