Al otro día

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Luego de haber terminado, Caroline ocupó sus ultimas fuerzas en pasar desde el cuerpo de Alex a estar encima de la cama.

-Dave. – dijo suave, con los ojos cerrados. El mencionado entendió el mensaje, así que le puso el pijama y la acomodó debajo de las frazadas.

"qué detalle.", pensó irónico Alex.

-Feliz aniversario, amor. – fue lo último antes de caer completamente dormida.

"¡Mierda!", rumió perturbado, colocándose su camiseta y ropa interior.

-¿Dónde quieres dormir?- preguntó Dave dispuesto a compartir el lecho.

-Cuarto de invitados, por favor. Estoy muy cansado- respondió escondiendo su molestia en una sonrisa.

El pelirrojo lo guio, completamente desnudo, a través del pasillo y el azabache, quien se sentía algo cohibido (por eso se vistió), lo pudo observar detenidamente, vio la figura de un auténtico hombre y le gustaba lo que veía; una imagen con la que soñaría varias veces.

Al llegar al lugar Alex esperó, no sabía qué era lo que quería, pero miró al de ojos azules con ansias de que le dijera algo, que hiciera algo, mas solo se limitó a desearle buenas noches y cerrar la puerta. Se sintió decepcionado sin saber exactamente por qué, se sentó en la cama y apagó las luces pudiendo sentir el aroma a humo de tabaco colándose por la puerta junto con un tenue halo de luz cálida. Cuando estuvo seguro de que su jefe ya se había acostado, terminó de vestirse y en penumbra salió de aquella casa.

Llegó a su departamento y tomó una ducha mientras meditaba en cómo y cuándo Dave se había metido tanto en su cabeza.

Sería tal vez en esos extensos momentos de silencio que pasaban juntos, cuando hablaban mirándose a los ojos, el misterio que siempre le rodeaba, esa pequeña calentura que sentía cuando lo escuchaba tener sexo, las cosas que pasaban por su cabeza cuando oía. ¿Esos ojos de ultramar y cielo?, sin duda. A lo mejor era su sonrisa, la primera vez que le escuchó reír, ese humor tan irónico, tan oscuro, esos modos elegantes, ese comportamiento tan protocolar y de etiqueta de siempre, cuando le enseñaba con disciplina de hierro o cuando le entrenaba siendo un instructor implacable y rudo con voz de mando que le hacía ejercitarse hasta que realmente ya no le quedaran fuerzas, la imagen de las gotas de sudor que descendían desde la pelirroja cabellera bajaban por el pálido torso y se perdían en zonas donde no se debía mirar, las duchas de agua siempre fría compartidas y siempre útiles para bajar cualquier tipo de calor viendo como el otro resistía estoico mientras él mismo profería insultos y dejaba escuchar el temblor de sus mandíbulas que hacían crujir sus dientes. Lo único capaz de sacarlo de la profundidad de sus pensamientos, fue el ardor que sintió cuando el agua con jabón de su cabello fue a dar a su espalda produciéndole escozor.

¿De verdad cuando lo miraba mientras follaban con Caroline le estaba ofreciendo un placer idéntico o era simple erotomanía?

Se acostó con el pelo mojado y solo durmió un par de horas ya que le había pillado la madrugada.

Cuando el despertador sonó, estaba aún oscuro y su cuerpo se encontraba adolorido por la intensidad que puso en lo que había hecho, se vistió y se dirigió al trabajo; llegó un poco antes que Dave, nervioso de que él fuera a tener algún tipo de actitud extraña, pero este , al llegar le saludo completamente normal y durante el transcurso del día continuó siendo el mismo hombre imperturbable de siempre. ¿Acaso la experiencia de la noche anterior no le había significado nada, ni ira, ni enojo, ni vergüenza, ni deseo?, ¿Se repetiría todo una segunda vez?

Lo único que pudo agradecer era que Caroline so se apareció por la oficina porque tenía que hacerse las uñas.

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