Días de mierda

94 9 11
                                    


Desde que Damon había terminado con Graham sus días habían perdido la chispa de emoción que los alegraba, ahora buscaba actividades con las cuales llenar sus vacíos. Conoció a un grupo de jóvenes pertenecientes a una organización que estaba en contra del gobierno militar y se dedicó a la protesta callejera. En los incidentes ya se había enfrentado en varias ocasiones a la policía, había terminado molido y llorando por las lacrimógenas, pero satisfecho de hacer algo en contra de un régimen cuyas atrocidades no le eran indiferentes ni ocultas.

Era peligroso hacer esas cosas, pero estaba dispuesto a correr el riesgo a pesar de ya no contar con la protección que el nombre de su familia podía darle, ahora era simplemente un barrendero anónimo cuya vida era tan normal que no le importaba a nadie.

Graham, que era un chico sensible, seguía con el corazón roto, encontró mucho consuelo en la compañía de Alex y las palabras de Dave que penetraban imperceptiblemente su cabeza y cambiaban de a poco su forma de pensar y de actuar.

Había vuelto a su vieja costumbre de visitar a sus padres en sus días de franco pero ahora podía ocultar sus sentimientos de mejor manera.

Lo que podía encontrar en ambos hombres era tan distinto, Alex le daba consejos de un auténtico enamorado, el chico de lentes notó en seguida que él estaba enamorado de su superior por la forma en que lo miraba, en esa actitud sonsa que lo embargaba y la sonrisa que le brindaba

Hablar con el hombre alto parecía como conversar con un auténtico amigo de años.

Estar con Dave era diferente, parecía siempre ser todo oídos, siempre un trato ameno, muy distinto al que tenía con el común de chicos de su generación. Siempre le abrazaba y hablaba poco.

El día que lo besó lo encontró con la guardia tan baja que a pesar de que lo shockeo un poco, algo le decía que era una situación natural así que, a pesar de no corresponder, no le apartó, pensó que era algo relacionado al cariño y se sintió muy confundido.

El tiempo pasaba a ritmos variables, a veces parecía que cada día era insufriblemente lento, otros era un correr tan rápido que quemaba. Las protestas seguían y el rechazo al gobierno aumentaba exponencialmente,

Una Noche, Alex insistió a Dave para que fuesen a tomar unos tragos a un nuevo local nocturno que había abierto hace poco, El pelirrojo accedió de mala gana y al entrar pidieron tragos fuertes como de costumbre.

El show central estaba a cargo de una misteriosa bailarina que se dedicaba a danzas exóticas, todos se maravillaron de la forma en la que contorsionaba su cuerpo, incluso Alex se quedó gratamente impresionado con la intensidad de su mirada y su enorme sensualidad, pero el más impactado fue Dave quien la reconoció enseguida, la conocía tan bien que no había forma de que ella pudiera esconderse de él .

Se dio cuenta de que su aura había cambiado un poco La forma en la que se desenvolvía en escena era radicalmente distinta a como era antes. Precedentemente su comportamiento era más, por decirlo de algún modo, infantil, sus aproximaciones eran más juguetonas, pero ahora se lo estaba tomando muy enserio, siempre supo que tenía el potencial de calentar al resto de la forma en que lo calentaba a él pero nunca imaginó que de esta forma, el microsegundo que la curiosidad le hizo apartar la mirada pudo ver que la gente no podía despegar sus ojos de ella, ni siquiera Alex.

"Perro de mierda", pensó.

La forma en que miraba a veces aparentaba deseo personal, otras eran como una confrontación violenta, era imposible quedar indiferente a eso, de pronto lo observó directamente a él y supo que tenía una oportunidad.

Una vez terminado el espectáculo el de ojos azules se dirigió al camarín, no supo cómo, ni siquiera pensó en donde quedaban, solo se levantó de la mesa y caminó siguiendo su instinto, tal vez su olfato y las ganas de verla que le habían consumido todo este tiempo pero que el orgullo y el dejo de rencor que aún le guardaba le impedían de concretar.

Entró sin golpear y la vio sentada en una banca frente a un tocador repleto de luces, ella se impactó ante su aparición tan de improviso y se puso de pie.

No hubo palabra alguna, ella aún lo deseaba, en todo este tiempo no se la había pasado sola, había estado con muchos hombres, no fue con esmero, la calentura era algo que ella no tenía intensiones de aguantarse y consideraba que guardarle fidelidad a un hombre que la abandonó para irse con otro no valía la pena.

A veces se veía así misma como una catadora de vergas, una especie de ricitos de oros. Estuvo con muchos hombre altos, bajos , gordos, flacos, musculosos, de penes enormes, pequeños, gruesos y largos, pero le parecía que su cuerpo se había adaptado a la perfección al de Dave.

Era muy fan de la forma en que la tomaba por la cintura para besarla en el cuello, como se encontraba haciendo ahora y aunque le gustaban muchas prácticas y posiciones , su favorita era un simple misionero en el que podía abrazarle, estar desnuda abrazándole mientras él la penetraba.

Por su parte Dave solía meditar en ella.

"Tropical" era la palabra elegida para definirla, un espacio húmedo, cálido y muy, muy dulce donde era recibido en las noches frías de esa ciudad de mierda contaminada hasta los cojones donde vivían, estar en su interior era cálido, húmedo, suave y sus pechos, donde a veces reposaba su cabeza también eran suaves y blandos.

Comenzaron a desvestirse y sus cuerpos parecían tener memoria el uno del otro, ella corrió su maquillaje a los lados, volvió a besarlo y él la sentó justo sobre la superficie del tocador, completamente desnuda. pudo ver las marcas en su espalda, las que indicaban que recientemente había estado con otro.

"¿Cuidará de ella?", ¿La tratará bien?" Se preguntaba Dave mientras aquel collar que la delataba le daba todo el contexto que no quería ni necesitaba saber. Le imaginaba en ese camino marcado por los nudos de la cuerda perfectamente encerada siendo levantada para que sienta mejor cada parte engruesada al caminar, atada, vistiendo esos arneses que de seguro le quedaban tan bien, las gotitas de espelma de vela roja recorriendo depocitanose sobre sus muslos, amordazada.

En su momento le pareció una exageración, pero ahora que caía en cuenta de que habían otros que la poseyeron de la misma forma en la que él lo hacía ahora, que en su ausencia eran otros los que tenían la posibilidad de disfrutar de sus delicias, pudo comprender su escena de celos, su ira, su rabia, salió de ella y le obligó a voltearse y agacharse para que su torso quedara encima de la superficie del tocador, y follarla de forma que ella lo pudiese ver todo, quería que se mirara y que lo mirara a él desde otra perspectiva mientras balanceaba sus caderas entrando y saliendo de ella.

El cuerpo de la rubia al fin estaba teniendo lo que por mese había anhelado. Le dejaría entrar en su vagina como se le antojara, pero no le dejaría entrar en su corazón ni un uno porciento más de lo que ya lo había hecho.

Terminaron, ella se puso de pie y él la abrazó acomodando su barbilla en su cintura escapular, aún frente al espejo.

- ¿te cuida?, ¿te trata bien? – preguntó él

- Si quisiera que me tratara bien no tendríamos este tipo de relación. Solo ha habido un hombre que juró que iba a cuidar de mí y hace meses que no lo veo, me encantaría saber dónde está.

- Estoy justo aquí- susurró en su oreja

- Dime, ¿aun te gusta follar conmigo?, si es que alguna vez te gustó hacerlo con una mujer.

- Me encanta, me gusto la primera, la segunda y me va a gustar hasta la última vez que lo hagamos.

- Si coger es rico, imagínate recoger tus mierdas y salir de mi vista justo ahora. Ya follamos, ya no te necesito ni tú me necesitas a mí.

Dave no protestó ante eso, solo quitó el condón, lo tiró a la basura, se vistió y salió del lugar a paso lento, todo ante la atenta mirada de aquella mujer que cada día tenía más poder sobre él, al cerrar la puerta escuchó como un objeto contundente se estrellara contra está.

-¡Imbécil!- Le gritó la rubia. – ¡Vete a la mierda y no te atrevas a volver a aparecerte en mi vida! – proseguía.

Luego pudo distinguir su estridente y dramático llanto, pero no se animó a regresar porque a pesar de que el sexo había sido bueno no había arreglado nada y aun sentía resentimiento por lo que, sentía, le había hecho. Aunque si le sirvió para darse cuenta de otra incómoda verdad, ahora si que la amaba.

WarsawDonde viven las historias. Descúbrelo ahora