La vida en bucle.

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Graham se encontraba corriendo, corría y corría siguiendo al pelotón, había pasado poco tiempo, pero aún así un sentimiento amargo de carácter incidioso comenzaba a producirle una sensación incómoda cuando su mente lograba distraerse, todos los días eran iguales, despertarse, dejar la cama ridículamente estirada, ducharse con agua fría, desayunar leche y pan con queso y dulce de membrillo, aguantar la imbecilidad de sus compañeros, como la del hombre que estaba hablándole justo ahora.

-¡Pssst!, ¡Pssst!- sopló mientras tocaba su brazo con el dorso de la mano y el chico que no portaba sus lentes miraba sin interés. - ¿vez a ese que está por allá?- preguntó señalando a un rubio.

-¿Qué pasa con él?-

-Iba en nuestro colegio, ¿lo recuerdas? –

-No, ¿por?-

- Damon Albarn. Todos decían que era sodomita. – afirmó con una sonrisa burlesca en la cara.

-Ah. -respondió el recluta Coxon de forma seca, aunque en su interior pensó que hubiese sido bueno traer consigo sus anteojos, ya que no veía con claridad, recordó aquel nombre vagamente, mas logro asociarlo a un rostro, el de un sujeto un par de años mayor que él practicando fútbol mientras él tocaba el saxofón.

La idea de reencontrarse con excompañeros de estudio no le excitaba en demasía, pero se preguntó si aquella gente tenía un presente algo más próspero que el suyo o tal vez una vida más miserable, en este último caso su decisión tendría más sentido y tendría razones de estar agradecido.

Se asombró del morbo que le produjo el rumor que acababa de llegar a sus oídos, ¿sería verdad, acaso?

Le pareció una lástima porque según recordaba era un chico atractivo y más de alguna niña habría quedado desilusionada y con el corazón roto. ¿en verdad pensó en aquel muchacho como un hombre atractivo?, meditó ahora algo asombrado de sí mismo. Aunque pronto recordó las nuevas políticas impulsadas por los conservadores que buscaban preservar la moral, las más aplaudidas eran las que buscaban erradicar la homosexualidad, así que en caso de que el de ojos azules fuese un desviado, estaría más que frito justo en ese instante.

-¡Gay!- Gritó quien corría a su lado, ante esto solo guardó silencio mientras su ceño se fruncía involuntariamente.

Damon se encontraba haciendo fila junto a los postulantes al mismo empleo que él, Albarn que era un hiperactivo odiaba eso, odiaba hacer fila, odiaba su mala suerte, odiaba tener que andar mendigando aceptación y sobre todo odiaba a los militares, sus canciones estúpidas, su paso marcado y rítmico, los uniformes; ahora que se encontraban pasando justo en frente de él, con esa presencia tan molesta, sumada al tiempo que ya llevaba esperando hacían que su cerebro pensara que no podía sentirse peor.

Al escuchar aquel insulto supo que venía dirigido hacia él, era lo que acostumbraba a escuchar en sus años de estudio, sintió auténticas ganas de llorar, reconoció la voz, pudo reconocer al remitente de esas palabras entre la multitud y saber su identidad, su cara ya comenzaba a descomponerse cuando la vista de algo maravilloso hizo que su semblante cambiara de golpe, hizo contacto visual con esos ojos cafés que llevaba tiempo buscando y la vida no le pareció tan mala, la espera no fue tan innecesaria, observar el espectáculo ya no le pareció tan molesto y capas y los militares no eran tan malos, le pareció.

WarsawDonde viven las historias. Descúbrelo ahora