Perspectiva

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Advertencia: me fui de verga, no pierdan su tiempo leyendo esta parte. xD


Caroline seguía pensando en Dave y las cosas que habían vivido juntos, como el día de la boda en que la rubia se encontraba tan nerviosa.

Dave entró por el portal y ella intentó cubrirse ya que estaba con su vestido de novia puesto.

-No puedes verme, es de mala suerte. Date la vuelta y sal. - advirtió la de ojos azules.

El pelirrojo la ignoró completamente – Estás preciosa. – comentó mientras la abrazaba por la cintura y besaba su cuello. –

- Aún faltan detalles. – dijo ella soltando el agarre. -Algo nuevo, Algo viejo, Algo Azul. - pensó en voz alta revolviendo algunos cajones en donde pareció no poder encontrar nada de utilidad y poniendo cara de congoja.

- Relájate. Ninguna de esas supersticiones es importante. Por algo azul, tienes esos ojitos lindos que traes. Algo nuevo... - se interrumpió para darse tiempo de pensar. Rebuscó en sus bolsillos y encontró un juguetito que venía dentro de un chocolate que se había comido hace no mucho tiempo. – Toma. – Dijo sonriendo. – Algo viejo, algo viejo... ¡Joder allí fuera está lleno de ancianos con sus modas y sus modos de los años treinta!, Ya no te rayes. – dijo sonriendo para finalmente abandonar el cuarto y dejar una sonrisa en los labios de la novia.

Ella valoraba mucho su disposición a escucharle y la forma en como la defendía. Su familia siempre la había tratado como idiota y como débil, pero el siempre tenía algo bueno que decir sobre su intelecto e incluso, a veces le consultaba sobre la forma de resolver algún problema surgido en el trabajo.

-¿Cómo no se me había ocurrido antes?- decía revolviéndole el cabello para dejarla despeinada y causarle molestia.

En casa había sido criada para ser una señorita, todo muy lejos de sus aspiraciones, quería practicar algún deporte emocionante como el futbol o el rugbi, pero a cambio su madre le obligó a ir a ballet, con mucha suerte la dejaron terminar los niveles de enseñanza obligatorios y luego hicieron que se casara con el pelirrojo.

Ella no protestó porque le había gustado mucho cuando lo vio, le encantó la primera vez que follaron e incluso lo encontró muy divertido.

Jamás le platicó sobre sus reales aspiraciones de estudiar en algo o trabajar porque la idea de feminidad de sus padres estaba bien metida en su cabeza y faltar a esas directrices se le hacía incorrecto.

Ambos habían alcanzado un alto grado de complicidad, el era el único que parecía escucharla sin juzgarla siquiera un poco, le dejaba hacer y vestir como quisiera.


-Vas a cambiarte esa ropa. Una mujer casada no puede vestir así por respeto a su marido. – dijeron sus padres. Al verla entrar  con un vertido corto.

Ella iba a ir a su antigua habitación en la que aún conservaba algo de ropa, pero el pelirrojo la detuvo tomándola suavemente del brazo.

- Ella ahora es mi esposa y ya no vive aquí, por mi parte, me encanta como le queda ese atuendo y si no me gustara, la forma en que se viste no es mi asunto sino de ella. Y si a ustedes les molesta, no tienen ninguna obligación de seguir mirando. Basta con que lo digas y nosotros nos podemos ir.

- Tú me debes obediencia. – le respondió el suegro.

- Eso es en el trabajo. No me haga recordarle quienes fueron los de la idea de que nos casáramos. – alegó provocando el fin de la discusión.

-Muchas gracias. – dijo Caroline cuando por fin pudieron charlar a solas un instante.

- ¿De qué, cielo? -

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