Joven

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La mañana del domingo Dave se despidió de Ian  temeroso, no pensó que el sexo le iba a gustar tanto, ni tenía presupuestado pasarse 2 días haciéndolo, pero ya las había cagado, se había dejado llevar por sus ansias de placer y lo mucho que le gustaba el de ojos azules, Lo enamorado que estaba de él, lo mucho que lo atraía y le deseaba.

Examinó la posibilidad de llegar directamente al cuartel, pero temió que allí le estuvieran esperando y tuvieran las agallas de hacer escarnio público de él, así que introdujo la llave en la puerta con la actitud de quien se apresta a morir, mentalizándose para esquivar el golpe instantáneo, huir de quien fuera que saltase en su contra como uno de esos payasos que saltan de las cajas musicales de sorpresa.

Su sangre volvió a sus dedos cuando el entorno iluminado por los primeros y débiles rayos del sol mostraron que no había nadie esperándole, pero su alivió duró poco, pronto sintió como era intempestivamente derribado por un fuerte empujón.

- ¿Qué mierda te has creído? – Preguntó su padre poniendo todo su peso sobre él. – Siempre dejándome en ridículo, siempre siendo una mierda. ¿Qué carajos estabas haciendo?

- Papá, yo... - dijo en un hilo de voz, atormentado.

- ¿Quién mierda te ha dado permiso de hablar?, De seguro te has ido a follar con alguna puta. Sabes que si lo has hecho te tendrás que casar con ella.

- No, papito yo...-

- ¡CALLATE, MARICÓN DE MIERDA! – vociferó el hombre con ira, mientras se sacaba el cinturón y los ojitos brillantes y tristes de su hijo le miraban rogándole porque lo dejara en paz. Le quitó la camiseta y pudo ver claramente las marcas de chupones que su amante le había dejado y en ese preciso instante le dio de correazos sin piedad golpeándole también con la hebilla del cinturón.

- ¡POR FAVOR PARE! – gritaba el joven en medio del terror y el llanto. Su padre llamó a su madre para que le ayudara a inmovilizarlo y dejarlo completamente desnudo, así lo inspeccionó mientras seguía haciéndole sentir humillado y sucio, por lo que halló no necesitó hacer preguntas para saber lo que en verdad había estado haciendo su hijo, simplemente comenzó a patearlo en el suelo.

- Trae el maldito pastel que sobró, vamos a celebrar la salida del closet de ente animal. – ordenó con tono suave, su esposa obedeció al instante, era de crema de moca y biscocho de chocolate, Obligó a su hijo a abrir la boca, arrancó un gran pedazo con la mano, la puso en su boca, de pasó también obstaculizó sus fosas nasales con la misma torta y dejó su mano sobre su boca para que tragara, lo intentó, pero esa demasiado grande y pronto comenzó a faltarle el aire, la comida penetró sus cuerdas vocales y le produjo tos, solo en ese momento el hombre le permitió escupir, y entre carraspeos intentó tomar las bocanadas de aire más grandes que pudo, pero no fueron muchas porque prontamente estamparon lo que quedaba de comida en su cara, con fuerza.

- Limpia este desastre ahora o ya verás lo que ocurre. – mandó su madre con tono severo mientras ambos progenitores le tiraban la ropa encima y escuchaba como salían de la sala ya que debido al betún no podía ver bien.

Desmoralizado, temblando y aun llorando se limpió los ojos utilizando las manos y su ropa, estaba triste, muy dolido, pero a pesar de todo, em medio de los golpes y sus gritos por misericordia, sintió que había valido la pena, que cada segundo al lado de Ian y lo inmensamente bien que se sentía en su compañía habían valido cada golpe y que si por verlo de nuevo lo molían a patadas, estaba dispuesto a pagar el precio.

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