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Cuando el GPS anunció que estaban a pocos metros de su destino y pudo distinguir el enorme y blanco edificio a la lejanía, Guillermo dejó que su corazón y sus emociones se expresasen libremente ante toda la situación, provocando que estos se volviesen locos sin siquiera tener la capacidad o la voluntad para controlarlos.

Necesitaba ver a Samuel, necesitaba ver que realmente estaba vivo.

Ángela, quien había prometido esperarlos para recibirlos, suspiró con alivio al ver al grupo de personas entrar al establecimiento justo a la hora pactada, liberando así toda la ansiedad que había comenzado a contener desde que se había arriesgado a tomar el móvil del internado.

-¿Guillermo?- preguntó en voz alta al ver como aquel desesperado y aún angustiado grupo comenzaba a dividirse para encontrar a su objetivo.

Los siete voltearon a ver a la chica que llamaba al menor del grupo y, al encontrarse con que se trataba de una enfermera, se acercaron a ella con pasos livianos y rápidos, demostrando así lo mucho que necesitaban ese encuentro.

-¿Dónde está?- preguntó la madre del internado con lágrimas en los ojos, provocando que la chica se sintiese igual de desesperada que ella.

Evitó decir cualquier otra cosa y, dejando de lado todo aquello que sabía debía hacer antes de dejarlos entrar, giró sobre sus talones y les indicó que la siguieran, procurando así no alargar el tan esperado encuentro.

Deathbeds [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora