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Durante todo el día estuvo rodeado de profesionales y pastillas, muchas más pastillas que profesionales. Su mente parecía perderse cada vez más con el correr de las horas, por lo que cuando el reloj marcó las siete de la tarde ya no podía reconocer siquiera lo que lo rodeaba. Llevaba demasiado tiempo sin dormir y las pastillas lo confundían, pero aún así se negaba a dormir; estaba preocupado pero no sabía exactamente porque.

Estaba demasiado confundido. Confundido y drogado.

-¿Puedo ver a mis padres?- preguntó con la poca claridad que le quedaba, sorprendiendo al psiquiatra que lo estaba acompañando.

Tenía que aprender a no lastimarlos.

-Claro que puedes- habló con lentitud, cosa que Samuel agradeció; no lo hubiese entendido de otra manera -Le diré a alguien que vaya por ellos.

-¿Puedo ver a mis amigos también?- sus palabras salían lentas, pero de alguna manera claras.

Tenía que aprender a no asustarlos.

-También puedes hacerlo.

-¿Y a mi novio?- sin quererlo, sus ojos se llenaron de lágrimas -Él... tiene que ense-ñarme al-algunas cosas...- sus mejillas se humedecieron sin que pudiese evitarlo.

-¿Qué cosas va a enseñarte?- preguntó el profesional, consciente de que Samuel estaba hablando como nunca lo había hecho.

-A vivir.

Tenía que aprender a valorarlo.

Deathbeds [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora