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Pronto una taza llena de café estuvo frente a los ojos de Guillermo y sobre la mesa principal que lo separaba de la pareja frente a él, lo cual hizo que  sintiese entre tranquilidad y preocupación. Ellos le habían dicho que luego de que descansase hablarían sobre lo que pasaría con Samuel y estaba agradecido de que cumplieran con su palabra, pero al mismo tiempo se sentía inseguro, intranquilo por lo que estaba a punto de escuchar y la seriedad con la que sabría llegarían aquellas palabras. Sospechaba que sería una conversación parecida a la que habían tenido con el psiquiatra, pero con los roles invertidos; iban a informarle algo que no sabía, algo que ellos parecían tener bastante claro.

-Hemos hablado mucho con Amelia estos últimos días sobre el tratamiento de Samuel- comenzó José luego de beber el primer sorbo de su taza de café -Removimos muchos recuerdos, recuerdos que creímos que nunca tendríamos que volver a traer al presente pero que inevitablemente están de nuevo con nosotros- Guillermo tomó su taza y dejó que el calor de la bebida calentase su piel mientras cambiaba su expresión a una más angustiada, de empatía -Repetimos una y otra vez lo que fue para nosotros todo ese proceso... lo mucho que lo sufrimos desde el primer día hasta el último- suspiró y continuó -noches enteras sin dormir solo por observarlo y evitar que se hiciese daño, días en lo que no podíamos hacer más que discutir con él por no querer cumplir con las órdenes de los médicos, semanas y meses en la que nuestra vida se había reducido simplemente a evitar que nuestro hijo se suicidase...- el menor vio los ojos del mayor aguarse y automáticamente sintió ganas de llorar -Samuel estaba tan mal que la situación parecía insostenible...- vio a la mujer acariciar la mano de su esposo y contemplarlo con angustia -Nuestro hijo realmente estaba mal, pero nosotros también

Deathbeds [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora