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-Debes dormir, cariño- suplicó Guillermo por décima vez, comenzando a sentirse frustrado.

El cuerpo de Samuel gritaba que necesitaba descansar, pero se negaba a hacerlo. No quería arriesgarse a nada.

-No puedo- dijo el más grande para mirar directamente a su compañero, quien se encontraba sentado a la izquierda de la camilla y con su mano aferrada a la suya.

Guillermo contuvo un lloriqueo. Necesitaba dormir tanto como él, pero no podía hacerlo hasta asegurarse de que todo estuviese bien; si el internado no dormía, el tampoco podría hacerlo.

-No me iré- comentó el menor desde su silla, incrementando el agarre de sus manos -¿Es eso a lo que le temes?

-Temo que vuelvan si lo haces.

-No lo harán, estoy aquí para protegerte- Samuel intentó fijar la vista en su chico, pero el cansancio no se lo permitió. Estaba cansado y asustado en partes iguales.

-No te vayas- suplicó como si no lo hubiese escuchado, cosa que hizo al menor desesperar.

¿Qué podía hacer? Parecía un niño asustado.

Sus expresión pareció cambiar luego de algunos segundos de pensar.

-¿Sabes? Hay algo que puedo hacer para que estés seguro de que no voy a irme- Guillermo se puso de pie tras sus palabras, atrapando la poca atención de Samuel -Hazme espacio- pidió con delicadeza, cosa que hizo al más grande moverse sobre la cama. En un par de movimientos Guillermo estuvo descalzo y a su lado, pudiendo recortarse luego de algunos segundos -Recuestate- volvió a pedír como antes, palmeando su pecho. Samuel lo miro confundido -Pon ti cabeza aquí- insistió, logrando lo que quieria rápidamente. Ambos se acomodaron como pudieron en el poco espacio que tenían, provocando que Guillermo rodease al contrario con sus brazos, conteniéndolo así contra su cuerpo -¿Escuchas mis latidos?- pregunto en un susurro; el mayor asintió y se aferró a la cintura de su chico -Eso significa que estoy aquí, contigo. Mientras los escuches estaré a tu lado.

-¿Vas a dejarme dormir sobre tu pecho?

-Voy a dejarte escuchar mis latidos- corrigió, acariciando con cuidado los cabellos del otro -Así estarás seguro de que estoy a tu lado incluso cuando estés dormido, ¿qué te parece?

Samuel no supo que contestar a aquello. Se sentía seguro y a gusto, como si no existiese lugar mejor para dormir que ese.

Y quizás no existía.

El mayor quiso decir miles de cosas, pero en su lugar decidió guardar silencio, pudiendo así disfrutar del bienestar que le aseguraba su compañero.

Con Guillermo a su lado se sentía seguro y protegido, sentía que podría hacerlo.

La respiración de Samuel se relajó en cuestión de segundos, señal de que había caído dormido finalmente. Estaba agotado, era de esperar.

Guillermo, por su parte, hizo lo mismo.

Y por primera vez en semanas, ambos durmieron realmente tranquilos.

Deathbeds [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora