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El recorrido por el hospital fue completamente en silencio y con velocidad, por lo que cuando llegaron al cuarto piso y se posicionaron frente a aquella enorme puerta, el grupo no pudo evitar sentirse desorientado. Habían leído todos y cada uno de los carteles e indicaciones de los pasillos y escaleras y, por ende, recorrido varios sectores del hospital, pero lo que menos se esperaban era tener que detenerse justo en ese.

Terapia intensiva.

-Vale- la chica giró sobre sus talones y miró al grupo con seriedad, intentando encontrar la postura de enfermera que nunca había tenido con ellos –Antes de dejarlos entrar, necesito que sepan algunas cosas- suspiró y continuó –Samuel está en un coma inducido- Amelia se llevó la mano a la boca y su esposo la abrazó con fuerza, sintiendo como su cuerpo había comenzado a temblar –Está conectado a varias máquinas y a unos cuantos elementos más que sonarán constantemente, por lo que es de suma importancia que tengan cuidado al entrar y acercarse. Él está bien, pero aun es necesario que lleve todo lo que lleva, ¿sí?- al igual que la pareja, el resto se mostraba angustiado; todos asintieron –Primero iré yo, hablaré con su médico y, si él me lo permite, podrán entrar, pero no podrán hacerlo todos juntos- el grupo intercambió un par de miradas y, sin decir nada, asintieron casi al unísono.

-Nosotros somos sus padres- dijo José con la voz baja –Iremos primero- la chica asintió con seguridad.

-Iré a hablar con el doctor y luego entrarán ustedes- sentenció para mirar a la pareja y volver a girar sobre sus talones.

Todos sintieron sus ojos llenarse de lágrimas nuevamente cuando vieron a la joven empujar aquellas enormes puertas y desaparecer de su campo de visión, teniendo todas y cada una de sus palabras repitiéndose en su mente.

No sería la mejor imagen que pudiese ofrecer Samuel, pero sin duda todos quería poder verla al fin.

Deathbeds [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora