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A pesar de que una parte de él se moría de culpa por estar haciendo lo que estaba haciendo, Samuel pasó todo el día escuchando atentamente las voces de sus padres y Guillermo, opacando así momentáneamente a quienes torturaban sus pensamientos. Había estado durante la mañana con su madre, por la tarde con su padre y al caer la noche había llegado Guillermo para acompañarlo, evitando así que el joven se encontrase solo en algún momento. Ninguno de los tres quería dejarlo solo y Samuel parecía no incomodarse por eso, por lo que hacerlo no parecía para nada una mala idea.

Sin embargo, el internado comenzaba a sentirse descompuesto de la culpa.

-¿Necesitas algo?- preguntó Guillermo luego de algunos segundos de silencio y desde la camilla a su lado, causándole un leve escalofrío.

Necesitaba muchísimas cosas, pero no podía pedírselas.

Samuel negó con la cabeza y se acurrucó entre las sábanas blancas, ocultando así las ganas que tenía de llorar.

-Te amo- dijo sin más, causando que el corazón de Guillermo se contrajese con fuerza.

Samuel estaba tan herido, tan roto, que no sabía muy bien como responder cada que decía cosas así.

-Y yo a ti- contestó dibujando una sonrisa que esperó fuese correspondida, pero que no sucedió.

En su lugar, Samuel cerró los ojos simulando quedarse dormido.

Deathbeds [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora