Capítulo 1: La Mudanza.

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-Hija despierta, ya casi llegamos.

La luz del sol golpeaba sobre mi rostro, encandilándome, mientras poco a poco abría mis ojos. Sentía como las manos de mi madre me empujaban de la cadera hacia adelante y hacia atrás para intentar despertarme. Cuando reconocí su voz y me dí cuenta de que ya no estaba soñando me apresuré a sentarme y tapar mis ojos con mi brazo. Tenía la cara caliente, sentía como si me hubiese quemado.

-Querida ya estamos llegando, ¿No es maravilloso?- me dijo mi rubia madre con su sonrisa jovial plantada en su rostro igual que siempre.

-Ajá...- alcancé a pronunciar antes de sentir como me elevaba dentro del carro. Me desperté de golpe por el susto.

-Ups... Jeje, lo siento queridas- se reía mi padre. Había pasado por alto un pequeño pozo que había en la ruta.

-¡Papá ten más cuidado!- me quejé, pues me había golpeado la cabeza contra la ventana. Mis padres reían mientras poco a poco comencé a notar la hermosa ciudad a la que nos dirigíamos- Wow...- susurré.

-¡Ahora sí estamos cerca! ¡Próxima parada: Satán City, Capital del Oeste!- exclamó mi padre acelerando el paso. Amaba cuando hacía eso, la velocidad aumentaba mi emoción.

-¡Oh, mira, es hermoso!- dijo mi madre posando su cara entre las manos como una niña pequeña. Pegué mi cara a la ventana aplastando un poco mi nariz.

-Es bellísima...

-Solo intenta no caer en un pozo de nuevo o nuestra niña se pondrá de mal humor y no podrá disfrutar la vista- dijo mi madre. Al principio les fruncí el ceño, pero en cuanto comenzaron a reírse no pude evitar las carcajadas y me uní a ellos.

Por fin estaba comenzando a animarme, despúes de todo, hoy mi vida comenzaría de nuevo...

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-¡Llegamos!- anunció mi padre estacionando el carro frente a una bellísima mansión de color amarilla, blanca y azul, pero antes de que pueda detener el carro del todo abrí la puerta y salté a la vereda emocionada. Corrí hasta quedar frente a la puerta de entrada. Era enorme.

-¡Bulma ten más cuidado puedes hacerte daño!

-Oh querido, recuerda como es ella, no tiene miedo a rasparse las rodillas por una caida.

-Mamá tiene razón, a demás ya no soy una niña, no voy a caerme tan facilmente papá- dije mientras se acercaban hasta donde yo estaba armados con un par de valijas.

-Lo sé, hija, lo sé. Ayudanos a bajar tus valijas, ¿Sí?

-Por supuesto, ya regreso.

Corrí al carro y saqué de la parte de atrás mi mochila, dos valijas y una campera que había olvidado que traía al salir de mi antigua casa. Al volver junto a mis padres ellos ya estaban dentro de la mansión.

-¿Qué te parece querida?

-Wow...- dije en voz baja. Mi madre observaba maravillada, ninguna podía decir palabra alguna.

-Vamos a las habitaciones a dejar las cosas, luego acomodaremos los muebles y compraremos más si hace falta.

-¿Podemos ir a conocer la ciudad después de eso?

-Por supuesto mi niña, primero iremos a tu colegio a dejar los últimos papeles, y luego te dejaré algo de dinero. Tu decides si vienes con nosotros o puedes irte por tu cuenta siempre y cuando avises donde estás.

-¡Y no llegues tarde querida! Esto no es Paoz- dijo mi madre algo seria.

-¡Genial! Espera un minuto... ¿A la escuela? ¿Qué hora es?

-Están por dar las 2pm.

En ese momento casi me caigo de la sorpresa.

-Pero... Pero yo... Creí que había dormido mucho más...

Mi cara de incredulidad hizo que mis padres comenzaran a reírse. Una vez que terminaron de carcajearse subimos al primer piso donde se encontraban las habitaciones. Todas eran espaciosas, con baños privados, vestidores y hermosos balcones. Mis padres dejaron que elijiera el que quisiese, y escogí uno que tenía un balcón que daba a la hermosa calle donde viviríamos a partir de hoy. Mis padres me miraban inspeccionar mi nuevo cuarto mientras se abrazaban. Dejé las valijas en el suelo y les agradecí. Corrí a abrazarlos.

Ellos se dirijieron a su nuevo cuarto el cual estaba bastante apartado del mío, prácticamente del lado contrario. Su balcón daba a nuestro enorme patio y se unía a una terraza superior.

Volví a mi cuarto y comencé a acomodar las cosas. Desencapsulé mi cama de dos plazas, un enorme espejo, una mesa de luz, la repisa donde pondría mis libros y cuadros, una mesita con cajones donde se encontraba mi maquillaje y otras cosas. Cuando acomodé todo en esa parte me dirigí al baño. Dejé mi bata y todas mis toallas y productos que usaba para el cabello, cara y cuerpo. Ordené todo y organicé un botiquín de primeros auxilios por si acaso. Luego al vestidor donde dejé mi poca ropa y tres pares de zapatos (uno deportivo y dos de vestir).

Todo listo.

Me recosté en mi hermosa cama y contemplé todo. Había una capsula más en mi bolsillo. La miré. La apreté fuertemente contra mi pecho angustiada... Decidí ir a ver a mis padres, pero aún les faltaba bastante, así que decidí volver a mi cuarto. Salí al balcón y vi varios jóvenes caminando por las veredas. Tenían el uniforme de mi futuro colegio. Los observé atenta, se veían felices, otros un poco más serios. Habían algunos niños jugando enfrente con unas pistolas de agua. Me gustaba verlos pasar. Me recosté con mi cara sobre mis brazos y mis brazos sobre el barandal del balcón con la mirada llena de emociones al pensar en lo hermoso de esta ciudad...

Mi ciudad...

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Un nunca es algo que jamás aceptaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora