Capítulo 46: ¿Jamás lo pensaste?

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Estaba fascinado por las capacidades de la mujer. Todo lo que había hecho fue de gran calidad, los puntos, los vendajes, a demás de sus atenciones. No estaba acostumbrado a recibir esos cuidados ya que la última vez que los recibí fue a los cinco años, cuando alucinaba por la fiebre y mi madre dormía en una silla junto a mi cama hasta que mejoré. Desde esa vez no volví a recibir atenciones ni cuidados, comencé a curar mis heridas yo mismo o en todo caso el médico de mi familia ayudaba si era algo de gravedad o fuera del alcance de mis manos. Estaba sorprendido por la actitud de la mujer, yo no merecía esos cuidados de su parte. Al sentir lo bien que hizo su trabajo no pude hacer más que verla directo a los ojos. Una extraña sensación me recorría.

Me acerqué aún más a ella. Pero se alejó unos centímetros. Había olvidado que seguía con ese insecto debilucho, demonios, tenía que intervenir en eso. No iba a dejar que ese imbécil se la quedara tan fácil, aunque sabía que la perdería por su propia cuenta pero tenía que acelerar las cosas. Me quedé viendo sus ojos unos segundos, sintiendo su perfume, hasta que decidí marcharme.

Tomé mi ropa y comencé a vestirme con cuidado. La ropa estaba llena de sangre.

-¿A dónde vas?- preguntó la peliazul confundida.

-A mi casa- respondí fríamente.

-Oye no, espera, ¿No quieres quedarte a comer? Tengo que darte algunas indicaciones sobre los vendajes para que la herida no se infecte- dijo algo alterada tomando mi brazo para detenerme. Me quedé quieto unos minutos, pensando, mirando de reojo a la mujer que tenía al lado.

-¿Qué tienes?- pregunté.

-¿Eh?

-La cena.

-Oh, pues lo que quieras, hay carne, ensaladas, pastas, podemos pedir pizza, hamburguesas... Solo dime y será hecho- dijo. Me quedé helado, jamás me había tratado así, estaba actuando extraño. Sabía que se traía algo entre manos.

-Hump... No quiero que gastes dinero.

-Oh, vamos, como si importara- dijo restando importancia, luego sonrió de lado-, ya sé, quieres pizza del bar de Milk, cervezas y helado- dijo guiñando el ojo. Yo la miré con los ojos abiertos y aparté la mirada.

-Luego te daré el dinero- dije sin poder negarme a su oferta.

-¿Ves que bien te conozco?- dijo saliendo en dirección a la casa. Decidí seguirla en silencio. Hace mucho no veía a sus padres y eso me ponía nervioso, sobre todo por la señora Bunny...

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Estaba segura por la hora que mis padres ya se habían ido a dormir, y, efectivamente, al entrar encontré una nota de buenas noches. Era cierto que tenía que darle indicaciones a Vegeta, pero también necesitaba informarme de lo que había pasado, que clase de arma o elemento fue el causante de la herida, y a demás, estaba segura que sabía de lo que hablaba 18 esa tarde. Vamos, soy muy buena y servicial, pero no tonta. Todo tiene sus beneficios.

-Siéntate, en unos minutos estará la pizza aquí- ordené al Saiyajin que me seguía en pleno silencio. Él se sentó en la misma silla que la última vez que estuvo en mi casa. Demonios, ¿Cómo era posible que me acordara de eso? Un leve rubor se asomó en mis mejillas mientras hablaba con Milk. Me preguntó si estaba con Goku, lógicamente por el pedido tan particular-, no amiga, estoy con Vegeta, luego te explico... Sí, está bien... No... Luego hablamos, adiós- dije cortando la llamada. Sentía los ojos azabache del chico clavados en mí. Dejé el teléfono en la mesa y me dispuse a lavar los trastes. Unos segundos después sentía sus brazos rodearme.

-Creo que te debo una- susurró contra mi cuello, muy relajado. Estaba levantando fiebre.

-Me salvaste la vida de esos matones... No se compara.

Un nunca es algo que jamás aceptaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora