Capítulo 7: "Un jóven fuerte y apuesto".

120 16 2
                                    

Estaba viendo desde el balcón como el sol caía tras la ciudad. Estaba tranquila.

-¡Hija a cenar!- escuché a mi madre gritar desde la planta baja.

-¡VOY!- respondí adentrándome en mi cuarto. Cerré la puerta del balcón y bajé las escaleras tranquila.

-¿Me ayudas con los platos querida?- dijo mi padre alegre acomodando la mesa.

-Por supuesto- dije feliz. Somos tan unidos-. ¡Qué bien huele mamá!- sonreí inspeccionando la olla, sin dudas las comidas de mi madre eran las mejores.

-Lo sé querida, espero que te guste- dijo mi madre revolviendo mi cabello como si fuera una niña. Terminamos de acomodar las cosas y mientras mi madre servía los platos nos pusimos a charlar.

-¿Cómo te fue hoy querida? ¿Encontraste algún lugar para comer?- preguntó mi padre mientras encendía la radio.

-Sí, fui a un lugar llamado Ox' Satan, un bar familiar, ¡Es hermoso ese local! Y la comida es exquisita- dije emocionada.

-Qué bien, ya sé donde iremos la próxima que salgamos a cenar. ¿Y qué más hiciste? Te has pasado unas 2 horas sola.

-Pues, conocí una chica, la hija del dueño del bar. Es muy simpática y va a mi futuro colegio- dije emocionada.

-¿De verdad?- dijo mi padre sorprendido.

-Sí, es muy bella y da un excelente servicio en el negocio, se llama Milk.

-Con que Milk, pues me alegro mucho querida de que hayas conseguido una nueva amiga.

-Vamos papá, no vayas tan rápido, apenas la he conocido hoy, todavía no sé si es mi amiga...

-Pero lo será, estoy seguro.

-¿Cómo lo sabes?

-Casi nunca te emociona tanto el hecho de conocer a alguien nuevo, solo es otra persona más y ya- me dijo mi padre. Era cierto.

-¡Qué bien, mi niña tendrá una nueva y bonita amiga en su colegio!- dijo mi madre feliz mientras nos dejaba el plato a cada uno.

-¿Y su día? ¿Qué hicieron? Cuéntenme- les sonreí antes de comenzar a comer la deliciosa comida de mi madre.

-Fuimos a comprar muebles y los trajimos a casa- dijo mi padre distraído comenzando a comer.

-¡Y un guapísimo jóven nos salvó el día!- exclamó mi madre feliz. En ese momento me ahogué con la bebida. Me limpié rápidamente totalmente ruborizada ante mi reacción involuntaria.

-¿Que qué?- pregunté curiosa y algo incómoda.

-¡Casi lo olvido!- sonreía mi padre- uno de nuestros vecinos nos estuvo ayudando a entrar los muebles, ya que la tienda donde compramos todo lo había dejado en la vereda y yo no tenía la fuerza suficiente.

-¿De qué hablas? ¿Por qué no me llamaron?- pregunté mientras tomaba un poco de vino, estaba intrigadísima.

-¡Claro! ¡Un jóven fuerte y apuesto! Fue tan amable- decía mi madre con las manos en la cara como una niña, típico de ella.

-Nos ayudó a entrar los muebles y a acomodarlos, se quedó aquí un rato, lo invitamos a comer unos pastelillos...

-¿Quién?

-Pues tu madre ¿Quién sino?- preguntó risueño.

-No papá, eso lo suponía. ¿Quién era ese chico?- pregunté remarcando lo obvio.

-Se llama Vegeta. Vive en la cuadra del frente y también es nuevo aquí.

-Vegeta- susurré con el ceño fruncido. Solo había escuchado ese nombre una vez en mi vida pero no era un jóven, era un hombre tanto o más viejo que mi padre, un científico de la zona que la gente nombró como nuestra competencia, aunque nosotros esperábamos algún día poder aliarnos a ellos.

Un nunca es algo que jamás aceptaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora