Capítulo 30: Pensar o... ¿Sentir?

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Abrí la puerta.

-Wow- fue lo único que logré articular. Unos segundos después sentí la mano de Vegeta en mi espalda.

-¿Te gusta?- preguntó parándose a mi lado con una mano en el bolsillo. Yo solo lo miré un segundo y volví a ver aquella hermosa habitación-. Te gusta- afirmó- ¿Piensas entrar?

-Claro- dije asintiendo y cerrando la puerta tras de mí.

Frente a nosotros, una hermosa habitación con paredes y suelo de madera nos esperaba, ofreciendo una hermosa vista del bosque que se alzaba fuera del terreno del hotel, con una hermosa cama tamaño Queen, con sábanas de seda negras y una frazada gruesa. Sobre la cama había un control de TV y dos hermosas batas de toalla. Junto a la cama había dos hermosas mesas de luz, con cajones y lámparas, una a cada lado.

-Creo que no será tan malo- dijo Vegeta pensando en voz alta.

-¿Y el baño?- pregunté. Vegeta solo se adentró más en la habitación y yo lo seguí hasta quedar frente a una puerta. Él me quitó las llaves y la abrió-. Gracias- dije adentrándome en el baño.

-Iré a conseguirte ropa- escuché decir a Vegeta desde el otro lado.

-De acuerdo- respondí desvistiéndome. Necesitaba una ducha urgente, y a demás era la excusa perfecta para poder pensar en soledad como a mí me gustaba. No recibí más respuesta.

Luego de unos segundos escuché como la puerta se abría y se cerraba con llave. Se había ido.

Me había dejado encerrada.

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Me limité a salir de la habitación en silencio. Luego de que se encerrara de esa forma entendí que tal vez necesitaba estar sola.

Y yo también lo necesitaba.

Volví a salir. Aún lloviznaba un poco. Desencapsulé el carro y me marché en busca de alguna tienda cercana. Fueron unos diez minutos de camino hasta que encontré una gran tienda. Decidí bajar rápidamente y encapsular el coche enseguida en caso de que pudieran reconocerlo. Me adentré en la tienda y fue entonces cuando me dí cuenta.

-¿Qué demonios le llevo?- me pregunté observando a mi al rededor. No conocía demasiado los gustos de la azulada, aunque por cómo la veía vestirse fuera del colegio me imaginaba que no era exageradamente exclusiva con esas cosas.

-¿Puedo ayudarle con algo?- escuché decir justo detrás de mí. Un tipo me miraba con una sonrisa amable. Yo solo lo miré de arriba a abajo unos segundos.

-Necesito ropa para llevarle a...

Jamás había dudado tanto al hablar de alguien.

-¿A... Quién?- preguntó el hombre viéndome curioso.

-Una compañera- dije serio.

-Ya veo... ¿Sabe cuál es su talla?

Preguntas y más preguntas. Preguntas de mierda. No supe qué demonios responder. Levanté una mano hasta la altura de mi nariz y lo miré serio.

-Es como de esta altura, delgada, buenas curvas- dije.

-Ya veo... Sígame por aquí- me dijo guiándome por un pasillo hasta llegar a una sala repleta de ropa de mujer- ¿Busca algo en particular?

-No...- dije viendo a mi al rededor. Las telas eran muy delicadas y a la vez era ropa no tan elegante- ¿Cómo sabe que buscaba esto?

-No muchos jóvenes llegan en carros como ese, jóven. Supongo que este sería el estilo de una señorita como la que me describió.

Un nunca es algo que jamás aceptaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora