Capítulo 42: Soy realmente estúpido.

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¿Por qué rayos lo hice?

Luego del acuerdo que tenía con la mujer me dí cuenta de que no iba a elegirme. Obviamente ella era de las cursilerías, los sentimientos. Yo solo quiero estar con ella en la cama, hacer lo que desde que la conocí había imaginado. Pero también me dí cuenta de que ella no se merecía eso, era una mujer diferente... Su personalidad era única, su carácter fuerte, tan Saiyajin... Me recordaba a mi madre con sus gestos o palabras... Jamás dañaría a alguien así. No sé cómo pero había logrado que me fijara en ella, que todo de ella me llamara la atención, que todo el tiempo recordara las charlas y peleas con ella, sus recuerdos me robaban sonrisas inintencionadas, involuntarias. Estaba distraído, pensaba en ella, en cómo sería ella en la cama, si sería dulce y cariñosa como quería que fuera su relación formal con un hombre o si dentro de esa peliazul que aparentaba ser tan tierna se escondía una fiera, una mujer atrevida, sensual, ardiente. No paraba de imaginar escenarios absurdos y en una ocasión llegué a soñar con ella. Me desperté sudado, nervioso, con una erección que llegaba a ser dolorosa. No me era difícil imaginarla desnuda luego de verla en bikini y mojada. Ya era demasiado, estaba notando cómo mi rendimiento bajaba respecto a mis entrenamientos, me distraía con facilidad y me era difícil enfocarme. "Te falta sexo", la frase que todos decían. Nappa, Radditz, incluso Tarble pensaba eso. Así que les hice caso. Notaba cómo una zorra, de cabello negro y ojos azules, me había hechado el ojo hace tiempo. Era bastante atractiva pero se comportaba como una verdadera idiota, siempre al servicio de su hermano mayor. Desagradable. Una tarde decidí salir al centro comercial, había escuchado que la mujer iría con su amiga. Decidí provocar un encuentro con ella, algo "accidental". Cuando la ví acercarse tomé mi teléfono y mi cerveza y comencé a caminar en dirección contraria. Ella iba hablando con su amiga, ni se había fijado en mi presencia. Fue así cómo me terminé chocando con ella. Se tambaleó y casi caía pero la tomé del brazo evitándolo. Ella me miró, se disculpó ya que a causa del impacto me había mojado un poco con la cerveza. Su amiga nos dejó solos tal y como yo esperaba. Le quité importancia y le invité una cerveza. Ella sonrió con los ojos iluminados y aceptó sin rodeos. Muy fácil. Luego de unas cuantas cervezas decidí proponerle lo que ambos buscábamos. Ella sonrió intentando verse "sexy" y me tomó de la mano. Yo me solté del agarre y la seguí algo incómodo. Me llevó hasta un pasillo que conducía a los baños. No me importó que la gente nos viera, allí mismo comencé a besarla apasionadamente. Tocaba sus pequeñas curvas y ella comenzó a excitarse muy rápido, ¿Tan irresistible soy? Continué besándola cuando de pronto escuché una risa muy particular. Cuando me separé de esa chica, me encontré con los ojos azules más llenos de odio que había visto jamás.

-Menos mal que no acepté revolcarme contigo, ya veo que solo buscas una aventura- dijo furiosa sin quitarme la mirada de ensima. Jamás me había sentido tan idiota.

-Mujer...- intenté decir en un susurro. En eso sentí la mirada de la zorra sobre mí.

-¿Ella es algo tuyo?- me preguntó sorprendida.

-Sí- dije.

-No- corrigió ella furiosa-, no somos nada, y nunca lo seremos- dijo molesta largándose. Aquello me generó una sensación que jamás había experimentado. No podía describirlo.

-¿Quién es ella Vegeta?- dijo la zorra molesta.

-Una amiga loca, me cela coml si fuéramos pareja- dije fingiendo molestia. Pero por dentro me sentía sucio, me odiaba a mí mismo. Tomé a la morena por el brazo y la llevé al baño de hombres conmigo. No había nadie así que nos encerramos en el último cubículo y allí la follé hasta desquitar toda mi decepción y frustración con su cuerpo. Ella se vino muy rápido, yo me tardé bastante pues su cuerpo no me generaba nada. Las de su tipo y anatomía no me atraían. Luego de eso, me fuí del baño antes de que ella pudiera terminar de acomodarse la ropa. Solo me fuí y la dejé sola. Al otro día en el colegio alardeaba de lo que había pasado. A mí no me importaba lo que dijeran, yo sabía cómo habían sido las cosas. Cuando mi grupo me preguntaba si realmente las cosas habían sucedido como ella lo decía yo negaba, pues exagerar es mentir, y yo no era un mentiroso. Llegó el día en que ella estaba rodeada por los estúpidos de sus "amigos" y les estaba contando orgullosa un montón de estupideces. Me paré justo detrás de ella sin importar que me vieran, con mi sonrisa ladina y una mirada que dejaba muerto de miedo a cualquiera. Ella siguió hablando hasta que interrumpí.

Un nunca es algo que jamás aceptaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora