Capítulo 6: Nuevos vecinos.

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Llegué a mi departamento cuando estaban por dar las 6pm. Otra vez, me quedé viendo todo desde la entrada sin hablar. "Sabes que siempre estaré contigo" recordé las palabras de Kakarotto.

Por fin me decidí a entrar.

Recorrí todo el lugar. Era bastante grande para una sola persona. La sala de estar, cocina-comedor, gimnasio y despacho personal se encontraban en la planta baja. Subí al primer piso y me encontré con cuatro enormes habitaciones, cada una con su baño y balcón, dos veían hacia el frente y dos hacia el patio. Supe cuando lo ví que eran para cuando invitara a mis primos y a mi hermano. Esas habitaciones extras serían para ellos. Bajé nuevamente para desencapsular y acomodar mis cosas. El sillón, la TV con la consola, los parlantes, un sofá-cama por si quería dormir viendo TV. Luego, en la cocina, una mesa plegable, la barra desayunadora, la heladera. En el gimnasio ya todo estaba instalado de antemano. "Al menos de algo sí se han encargado bien", pensé. Fuí al despacho, acomodé el escritorio con el velador, una enorme biblioteca donde guardé mis libros, un casillero con varios cajones, un perchero y la silla grande.

Todo listo por ahí.

Subí a las habitaciones y acomodé mi cama de dos plazas, una mesa de luz, una repisa donde luego pondría mis trofeos de los torneos de futbol americano y artes marciales. En el vestidor acomodé mis trajes de futbol, de pelea, trajes formales, el uniforme escolar, y el resto de mi ropa y zapatos. En el baño simplemente dejé mi toallón blanco, mi toalla blanca, y armé un botiquín de primeros auxilios que sabía que necesitaría.

En las demás habitaciones solo acomodé las camas de una plaza, armé un botiquín y dejé un toallón con su toalla en cada cama.

Todo listo al fin.

Decidí salir al balcón de mi habitación. Al hacerlo noté una escalera que debía de conectar con una terraza superior, pero no me interesaba. Me quedé viendo el cielo unos momentos hasta que una queja me distrajo de mis pensamientos. Busqué con la mirada y me encontré con que en diagonal a mi nuevo departamento otras personas también se mudaban: una pareja de ancianos. Pero no cualquier pareja de ancianos.

Eran el Doctor Brief con su esposa.

En el instante que los reconocí corrí fuera de mi casa a ayudarlos. Eran eminencias.

-¡Ay querida es que no puedo, está muy pesado!- se quejaba el anciano mientras la mujer le decía alegremente que se apurara, ignorando totalmente la situación mientras reía. Era tan irritante.

-Disculpe señor- dije finjiendo no saber quienes eran-, si quiere puedo ayudarle- me ofrecí.

-¡Oh querido pero mira, que guapo es este muchacho! ¡Es nuestro héroe!- dijo la mujer sonriéndome a la cara y yo hice una mueca dando dos pasos hacia atrás. El hombre comenzó a reírse.

-Querida pero si es un niño, debe tener la edad de nuestra hija- sonreía y le agradecí internamente-, ¿Dijiste que puedes ayudarnos?- preguntó.

-Claro, déjeme- dije tomando el sillón por la parte de abajo y levantándolo sobre mis hombros.

-¡Qué fuerte!- exclamó la mujer. Realmente asustaba.

-Ay, en mi juventud hubiera sido capaz de hacer eso, pero ya estoy viejo- decía el hombre apenado mientras me abría la puerta de su "humilde morada"-. Pasa, jóven, déjalo donde haya espacio, creo que podremos moverlo luego.

Me adentré en la mansión de los Brief. Aunque no estaba tan llena se notaba lo lujoso que era su hogar. Dejé el sillón y fui por el resto de los muebles. Así, uno a uno, terminé de entrar las cosas. Dos sillones, una mesa, un freezer grande, el juego de sillas, una biblioteca pequeña y un mueble grande donde supuse iba la TV.

Un nunca es algo que jamás aceptaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora