Capítulo 50: ¡Saiyajins, adelante!

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Me besó.

Luego de charlar un rato y revisarle los puntos, había logrado hacerme olvidar por completo lo mal que estaba. Decidí dejar de llorar como una niña tonta por el idiota de Yamcha y tras algunos coqueteos y juegos, me había besado nuevamente con él, y es que, por Kami, extrañaba sobremanera los endemoniados besos de ese Saiyajin.

Comenzó suave, lento y tortuoso como tanto amaba hacer, para poco a poco ir subiendo cada vez más la intensidad. Tenía sus brazos aferrados a mi cintura, pegándome a él. Yo luego de unos momentos me atreví a morder su labio logrando robar una sonrisa ladina de él. Me apretó aún más contra él, aumentando la fuerza y pasión del beso. Yo acaricié su rostro, bajando a su cuello y sintiendo que mi necesidad por él aumentaba a cada segundo. Luego de unos instantes sentí su mano bajar por mi muslo, mientras que desgraciadamente se separaba de mis labios para comenzar a devorar mi cuello y logró robarme un gemido ante lo cual me sonrojé. Enredé mis manos en su cabello rebelde y fue enotnces cuando sentí como me elevaba separándome completamente del suelo y dejándome sentada en el escritorio.

-¡Vegeta por Kami!- dije preocupada y es que no entendía cómo luego de estar tan malherido hace apenas dos días ya tenía las fuerzas para estar haciendo todo esto.

-¿Te sorprende?- preguntó sonriendo de lado, y es que se veía tan malditamente sexy con esa sonrisa llena de orgullo plantada en su cara-... No te olvides con quien estás.

-Vegeta no debes...

-Ya calla mujer- me interrumpió para volver a besarme apasionado- ¿Me dejarás jugar?- preguntó separándose apenas.

-Depende de cómo estés para entonces.

-Grr... ¿Acaso no fue suficiente para ti?- preguntó primero algo molesto y luego parecía divertido- Si quieres puedo hacer más- dijo robándome una sonrisa y acercándose a mí peligrosamente... Pero no pudimos continuar ya que el sonido del timbre nos interrumpió.

-¡Ya voy!- grité bajandome del escritorio. Escuché claramente las maldiciones de Vegeta al verme salir corriendo de allí, dejándolo solo.

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Maldito enano calvo y debilucho.

Estaba logrando lo que quería, cambiar el ánimo de la mujer, tirármela y de paso la convencía para que me dejara jugar, pero tuvo que aparecer su debilucho amigo. Me vestí rápidamente y rogaba por que mi erección no se notara demasiado. Salí de su laboratorio y me dispuse a irme mientras los veía charlar animadamente en dirección a mí.

-¿Ve... Vegeta que haces aquí?- preguntó el calvo nervioso.

-No te incumbe- respondí de mala gana. Ví a la mujer fruncir el ceño y a los pocos segundos alzar la ceja curiosa.

-¿Ya te vas?- preguntó la mujer.

-No hace falta remarcar lo obvio.

-¡Qué grosero!- dijo alzando la nariz indignada-. Bien. Adiós, cuídate por favor- dijo en tono de estar preocupada. Lo que no pude prevenir fue que besara mi mejilla. Al parecer no le importó que su amiguito la viera.

-Grr que mujer tan vulgar- dije fingiendo indignación cuando en realidad había amado ese detalle.

-Bien que no te molestó hace unos momentos- dijo guiñando el ojo para luego dejarme afuera de su casa. Maldita mujer, ¿Por qué tenía que ser así? Tan Saiyajin. Me dejó con las palabras en la boca y aunque sentía como el enojo comenzaba a invadir mi sangre a los pocos segundos no pude evitar sonreír pensando en lo mucho que nos parecemos.

Un nunca es algo que jamás aceptaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora