Capítulo 65: Falsa paz.

39 8 3
                                    

A pesar de lo que habíamos hecho la noche anterior, me desperté a la hora que habíamos acordado sin problemas y hasta me sentía con más energías. Fui hasta las demás carpas y desperté a los demás, comenzando a guardar nuestras pertenencias. Por suerte, fue una noche tranquila, pero aún así sentía que estábamos bajo amenaza incluso escondidos así en lo profundo del bosque. Identificaba miles de sensaciones en mi cuerpo, excepto paz.

Obviamente la azulada no sabía nada, y tampoco se lo haría saber. Simplemente la cargué hasta el auto y le permitimos seguir durmiendo lo que quedaba de viaje, todos estábamos de acuerdo con que necesitaría energías disponibles una vez que nos encontraramos allí.

Durante el viaje nadie dijo nada, me sentía bastante incómodo ya que me había acostumbrado a lo ruidosa que era la mujer cuando reía, se enfadaba o simplemente hablaba sin razón alguna. Ella hacía que todos los demás le siguieran la conversación como si ese fuera su mejor talento. Sin embargo, como dormía, poco se escuchaba a demás de ciertas indicaciones que nos daba Kakarotto sobre el lugar al que nos dirigíamos.

A media mañana nos detuvimos en una gasolinera para cargar combustible en los carros y aprovechamos a comer. Kakarotto y yo fuimos los que bajamos a comprar mientras que los demás estiraban las piernas. En un momento noté que la mujer se bajaba del carro junto a 18.

-¿A dónde van?- cuestioné saliendo como alma que lleva el diablo al verlas alejarse de los muchachos.

-Al baño, no te alteres- dijo 18 molesta-, ¿No ves que tiene eso en la cabeza?- me preguntó apuntando a la azulada que no veía absolutamente nada por la enorme capucha que cubría la totalidad de su cabeza.

-Sí, Vegeta, no te preocupes... Estaremos bien- dijo con un tono suave, pude distinguir con esfuerzo una pequeña sonrisa en su rostro y eso me generó aún más emociones encontradas. Dudé unos minutos hasta que escuché el sonido de la campanita de la puerta.

-Oye Vegeta, ya tenemos todo, hay que pagar.

Observé a Kakarotto unos segundos, debatiendo en mi cabeza que debía hacer. Observé de nuevo a las mujeres y bufé sin ganas.

-Dense prisa o las dejamos- dije secamente entrando de nuevo al local. En ese momento entró una mujer mayor que nosotros, con traje de guerrillera y acompañada por un tipo de menor estatura que se veía bastante estúpido, también vestido de esa forma.

-Shu, tu busca alimento y yo las municiones- dijo seria a lo cual el tipo asintió.

-Vegeta, ya vámonos- dijo Kakarotto serio observando a esos tipos que nos dirigieron una mirada fría. Todos estábamos alerta. Dejamos las cosas en el carro y en ese momento la azulada y 18 volvían.

-¿Todo bien?- preguntó la peliazul al vernos.

-No lo sé... ¿Conoces a ese par?- preguntó Kakarotto incómodo haciendo un ademán con la cabeza en dirección al local. La azulada apenas y alzó la cabeza intentando ver por debajo de la capucha.

-No... Lo único que sé, es que esos no son trajes del ejército.

-¿De qué hablas?

-¿Les preguntaron algo, escucharon algo extraño o se intentaron acercar por algo a ustedes?

-No, ¿Por qué?

-Porque si no son del ejército, y llevan esos trajes, es probable que busquen problemas o ya los tengan- dijo seria mientras que yo entregaba una bolsa con comida a 18.

-¿Y entonces?- cuestionó Kakarotto. Noté como la mirada de la mujer extraña y de la azulada se cruzaban con algo de curiosidad y desprecio. Fue entonces que la mujer abrió los ojos y la boca sorprendida, viendo algo que nadie más era capaz de notar.

Un nunca es algo que jamás aceptaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora