Capítulo 1

91 1 0
                                    

Despertó. Vio que estaba en un hospital, estaba todo oscuro, era muy tarde. Todavía acostada, observó por la ventana las estrellas y pudo verse, como Demon: seria, con sus características ropas. Detrás de esta estaban toda la familia que había formado en varios años: los Pecados Capitales, junto con sus amigos y, principalmente, Misaki y Rubén. No podía distinguir a Felicia. Todos estos estaban reunidos, poco a poco se iban alejando; recordó todo aquello que vivió con ellos. Sonrió; alguien hizo una seña a Demon y la tomó de la mano. No aguantó más y empezó a sollozar. Aquel moduló algo ininteligible; luego, se alejaron de ahí junto a los demás y desaparecer.
Se examinó el brazo pues ahí se hallaba la marca del lobo, no había nada anormal.

Quedó dormida. Siete de la mañana, un rayo de sol en los ojos y cayó de la cama.

—¿Se encuentra bien, señorita? —dijo el doctor.

—Sí —titubeó la castaña. Sobándose en el golpe.

El doctor la toma por los brazos levantándola y acostando la.

—De acuerdo. En unos momentos, le haremos un chequeo —iba saliendo de la habitación, entre abre la puerta—. ¿Esto es suyo? —preguntó, mostrando unas llaves.

—No —dijo, Faty.

—Bueno, me retiro —se fue.

—¿Ahora, qué? —suspiró—. Me siento nueva —trata de levantarse.

—No se pare, por favor —llamando su atención.

—¿Eh? —expresó confundida, Faty, sin admirarla.

—Está débil —respondió la otra persona.

—No me caí, así que puedo estar de pie —contestó, ya de pie.

La enfermera miró atenta a la castaña.

—Siento que... —pretende caminar. Al alzar un pie, giró su vista a la enfermera, cayó al instante de ver su rostro.

—¡Señorita, ¿está bien?! —exclamó yendo hacia ella.

—Sólo me dio un punzón en la cabeza —agarrándose la cabeza.

Un escenario del pasado le viene a la memoria. Cuando, supuestamente, por primera vez, salió de BYL. Isabel, enfermera amable, la atendió en lo necesario y la despidió en el viaje a México. Volvió su mirada a la mujer se sorprendió por el parecido a la persona «Isabel.»

La mujer creyó que había alguien más en la puerta, giró. Nada. La mujer sólo limitó a salir de ahí. Faty, al estar desorientada, observó que ya no estaba en su mundo ahora era un hecho: había logrado liberarse de la experiencia más increíble que pudo haberle tocado. Al cabo de unas horas su familia llegó para recogerla; fueron a casa, parecía torpe. Le habían dado unas muletas, pero ella no iba a dejar que la trataran como una niña, sabía que tenía una rutina debido a lo que pasó con Lulú; su familia trató de darle espacio para que pudiera adaptarse otra vez a su vida y no a un sueño, que era eso. Un sueño..., un sueño que fue una aventura inexplicable.

—Ya quiero caminar. Por favor, déjenme hacer algo, me siento inútil —intranquila, Faty, reprochó.

—El doctor dijo que en unas semanas te recuperarás —entraron a la habitación con comida—. Además, dijiste que no querías utilizar las muletas; así que te quedas en la cama —regañó la abuela.

Suspiró y se cruzó de brazos. Le dieron de comer y se recostó en la cama para después dormir.
Al día siguiente se levantó temprano, y siendo silenciosa, se preparó para ir a la escuela; ya fueron suficientes días de descanso. Harta de no hacer nada, por primera vez, quería levantarse de nuevo y rehacer lo que alguna vez fue su vida; contempló si tenía alguna mochila; una negra con azul, la agarró y hecho las libretas gastadas con hojas en blanco sobrantes que tenía para después tomar dinero e irse, sin antes tener unas llaves para abrir, las metió y emprendió marcha. Tomó el transporte que la iba hacer llegar a su destino: la secundaria. Era raro volver a usar el uniforme, pero se veía bien. En la dirección le explicaron dónde tenía que ir y que grupo le correspondía. Ella se esperaba un «No está inscrita» o algo semejante. Siguió su camino hacia el salón observando todo a su alrededor, claro algún maestro la tuvo que acompañar; ella se quedó afuera. Reparó su mirada a los chicos que la observaban con asombro; dos muchachos se pararon y la abrazaron diciéndole:

—Volviste —dijeron ambos, llorando.

—Siempre lo haré —correspondió el abrazo.

Desde ese momento todos empezaron a recordar quién fue, no todo dura para siempre.

—¡Fátima! —gritó una voz grave.

Pidió permiso, partiendo con inseguridad al patio.

—¿Qué pasó? —dijo como si nada.

—Debes entender que todavía no te recuperas completamente —comentó, tranquilo.

—Per... —iba protestar.

—Nada —apresuró a decir el padre. Sonó su teléfono—. No se termina aquí —responde. Seguidos de unos segundos regresa.

—¿Ahora qué? —cruzando los brazos.

—Al parecer dejaste cosas en el hospital, iré por ellas; aun así, no te salvas, ¿entendido? —avisó. Faty asintió.

—Nos vemos al rato —se aleja.

Siguiendo con el día, todos cuestionaban cuánto tiempo se ausentó en la escuela o qué le sucedió. Fue un tiempo bastante largo para creer.
Tocan para el receso, los alumnos salen de los salones. Se percibe un zumbido que atrae a todos los alumnos; al parecer Faty era la única que no lo escuchaba. Al darse cuenta corrió donde indicaban las personas atraídas por el sonido, miró hacia arriba encontrándose con el problema: un portal que los transportaba a otro sitio.

El tiempo se detuvo y un muchacho se acercó a ella.

—Tienes que acabar con esto, sino todo será un caos —dijo una voz a su espalda.

—¿Quién eres? —preguntó.

—¿Eso importa? Puedes confiar en mí —insistió.

—¿Cómo? Si eres un chico que viste raro —decía examinando la ropa del joven.

—Mi nombre es Aurek. Debes regresar, The Little Demon habló con firmeza.

Faty ríe, y suelta seria:

—Imposible, estamos en la realidad —explicó—. Buena broma —tocó el hombro del muchacho caminando de regreso al otro patio.

—Si te niegas a creerme, ¿cómo justificas el portal?

—Un espectáculo montado —volvió a él.

—Eso —se refiere al portal—, significa que estás en otro sueño.

—¿Recuperaré mis poderes? —bajó la mirada.

—Verás que sí. Bien, arroja esto —sacude un objeto en sus manos— al cielo para viajar allá.

—Es innecesario —sonríe.

Ambos miraron hacia donde provenía. Para Faty fue una impresión total, reconocía la voz; al verla ahí quiso rechazar el que estuviera viva. Felicia.

Break The Limit: Pesadilla Final  En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora