Capítulo 5

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—Nunca me libraré de ti y, si Felicia vuelve, por qué tú no —la chica enfrenta al viejo.

—Ven formal —Black demanda.

—Ya vámonos, Christian —lo agarra del brazo.

A la noche, sólo faltaba que se encaminaron a la iglesia; conociendo todo el terreno, llegarían rápido caminando.

—¿Nerviosa? —dice Christian—. Tranquila, todos nos están ayudando, luego de eso tendrás que decirles que permanecerás aquí —la fémina guardó silencio—. Te quedarás, ¿cierto?

—Cursaré la escuela de nuestro mundo, ya lo anuncié con Felicia.

—Te van a matar por estar yendo de un lado a otro —negó con la cabeza, divertido—. Me voy contigo.

—Ya, ya. Manos a la obra, detendremos esta boda —hace un ademán con las manos.

—Prepárate que ya estamos cerca.

Caminaron hasta llegar a la iglesia correspondiente. La ceremonia ya había empezado, estaban en la parte de los votos matrimoniales.

—Fátima Otero, ¿aceptas a Jordán Marín como su esposo para amarlo y respetarlo por el resto de tu vida? —Karl preguntó.

—Acepto —Black sonrió, embobada.

—Y tú, Jordán —Karl mira a J—, ¿aceptas a Fátima como tu esposa para amarla y respetarla?

—Acepto —el muchacho, sólo ve a Karl.

—Si alguien está en contra que hable ahora o que calle para siempre —Karl cuestiona hacia los invitados.

Entraron Faty con sus amigos vestidos formalmente. Los invitados prestan atención a los intrusos.

—Buenas noches a todos los presentes, soy Fátima —mirando a Black—, la original.

—¡Karl, apresúrate! —Black, aumenta el tono de su voz.

—Los declaro —comenzó éste a hablar.

—¿No le han enseñado que, cuando habla una persona, las otras deben escuchar? Permítame—Faty le arrebata el micrófono al ex-rey—. Lamento esto, pero ¿en verdad creen que una adolescente se casaría a los diecisiete años así de fácil? Tienen el derecho de largarse de aquí. Fuiste un fraude, Black, y me niego a dejar que te salgas con la tuya —cambia de ropa.

La multitud estaba concentrada en la discordia de las muchachas. Una niña interrumpiendo una boda junto a otros chicos sacando a las familias. Muy confundidos, se fueron. Los Mukami dieron instrucciones en dónde se quedarían. Persisten dentro de la iglesia, Karl, Black, Faty y los Pecados Capitales.

—Carajo. Ahora sentirás lo que es que te arruinen el día mas feliz de tu vida —Black activa su habilidad.

En un abrir y cerrar los ojos, el templo sagrado, estaba en llamas.

Los Mandamientos ya habían llegado, Karl mandaba monstruos centinela a estorbar en la pelea. Christian ayudaba a hacer un campo de fuerza mágico para proteger a las personas, mientras estas sólo observan el espectáculo de luces y explosiones en el aire, salen pedazos de roca del suelo y hay otros que vuelan. Simulaba un show. Aplaudían en algunos casos. La familia Sakamaki intentaban, a la vez de mantenerlos a salvo, explicarles lo que estaba pasando, los Mukami ayudaban a mantener el campo de fuerza.

Se dio una gran explosión que a todos sacó volando; en sus últimas energías, harían un sello para que así no volvieran más. El plan perfecto. Se juntaron para decir unas palabras; los villanos se empezaban a desmoronar, los más fuertes, claro, no iban a ceder. No tuvieron oportunidad de escapar, se acabó. La pelea desapareció haciendo que el campo de fuerza se fuera y sobresaltara a todos. Subaru sonrió poco. Transportó a toda la gente en su castillo; les dejó con la palabra en la boca, mientras los otros también se dispersaban en la casa.

Durante la pelea, Demon volvía hacer de las suyas descontrolándose atacando sin remordimiento; hubo una charla sobre eso, la ayudarían. Karl abandonó la pelea y se fue para hablarle a un viejo amigo, ya era tiempo que Demon se fuera de ése mundo, la mandaría a otro donde reinicie su vida. Al menos eso pensaba él.

La gente comenzaba a tomar consciencia de la situación. Preferían quedarse ahí mientras que los sirvientes, de la familia Sakamaki, les ayudaban en lo que preguntaban; estos se dividieron. Tenían las necesidades básicas para poder sobrevivir, lo malo, los acompañaban a todas partes; aguantaron por la chica que debía regresar y también por los jóvenes, se la pasaban sin hablar.

Los pecados ayudaban a la castaña a controlar el Modo Asalto que le agotaba tanto que terminaba dormida, se la pasaban bien con ella. Se enfrentaría a ellos, por último Meliodas. Poco a poco va manejándose sola, pero aún costaba. El último día hicieron una pequeña celebración por el esfuerzo de todos; Faty aprovechó el momento para anunciar que volvía con su familia, sus amigos se molestaron. Al instante comprendieron el largo recorrido que hizo por estar con su hermano, abuelos, papá, etcétera. 

Tiempo después, la paciencia acabó, los adultos explotaron contra los sirvientes y los chicos involucrados «!¿Qué es este sitio?¡» o «!Exigimos una respuesta¡» Hablaban sin cesar. Un sonido agudo, los hace reaccionar en dirección a éste.

—Lamentamos la demora —sonrió tenue.

Ahí se mostraron el grupo de los Pecados Capitales junto con Hawk, Elizabeth y Faty; el aspecto nuevo es notorio.

—Me presento ante ustedes. Soy Merlín, pecado de la gula, parte de los Siete Pecados Capitales, un gusto, familia Otero.

Hubo murmullos. El capitán tomó un paso al frente.

—Mi nombre es Meliodas capitán de la orden. Fátima, una de nuestras camaradas, ha decidido marcharse para estar con sus seres queridos —llama el rubio—. Potencial que nos serviría de mucho más adelante, es negado —Faty se posa a su lado descubriéndose el brazo de la manga de la camisa puesta, él le toma la muñeca mostrando la marca permanente. Un lobo tatuado en la parte de la superficie anterior del antebrazo.

La gente, más confundida aún, sólo pedían que los dejarán en paz en sus casas. El deseo fue cumplido, sin antes de modificar los recuerdos de la semana pasada en el momento en que los secuestrados. Algunos tuvieron suerte de que el efecto rápido se manifestó, sin embargo, a otros sería un corto lapso.

Break The Limit: Pesadilla Final  En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora