Capítulo 7

23 0 0
                                    

Christian convenció a Merry de llevarla a la escuela, la pareja estaría junta resolviendo su estancia con magia. Siete de la mañana, los alumnos estaban en sus respectivas aulas.
Debido a una reunión de profesores, las clases de habían pospuesto, en estas ocasiones, la prefecta responsable a su turno, los entretiene con crucigramas, sopas de letras y mandalas. En vez de tener interés por los mandalas, los chavos se encontraban distribuidos en los jardines o iban a la tienda de la escuela.
Faty suponía que podría buscar a Cosa, se desquitaría debido a que la molestó en la madrugada. Estaba a punto de moverse, cuando un compañero se aproxima. Él no comprendía hechos de hace un mes.

—Para confirmar, ¿recuerdas que fuiste secuestrado y que casi te casas con alguien similar a mí?—J muestra una mueca.

—A decir verdad, su personalidad es complicada. ¿Quién es y por qué hizo lo que hizo? —gira el anillo dado por Black.

—Detalladamente, la historia, es extensa. Resolviendo tu pregunta, se llama Black y le gustas —refunfuñó la castaña.

—¿Ósea que ya me conocía? Es raro.

—Tienes razón, aunque se supone que no sabrías nada de eso —«Maldito seas, Karl, cada que despierto de un sueño, ellos se olvidan del gran show.» 

—¿De qué hablas? —frena su paso.

—Eh, una cosa es segura: Black fue sellada; tú vive tranquilo.

—Jordán, ya lo perdí  —mirándolos—. Aquí estás, Jordán —se le echa encima—. Y  tú, ¿quién eres? —encara, sentada en las piernas de su novio.

—¿Qué haces? Te dije que nos veríamos más tarde —se molestó—. A propósito, Fátima, Ada; Ada, Fátima.

—Un gusto —Faty habló.

—Sí, como sea. Te vine a buscar, mi vida es mas interesante contigo —Ada lo abraza casi tirándolo.

—Quítate de encima —Jordán la empujó.

—¡Fátima! —llamó Christian, a lo lejos. Él y Merry estaban en el mismo grupo.

—Tienes novio —Ada lo afirma—. Tal vez podamos salir juntos los cuatro —observó a Christian.

Faty, en el instante que Ada dijo cuatro, observó una sombra detrás. Sospechaba que Cosa estaba por molestarla. Chasquean dos dedos en su cara, los presentes llamaban su atención. El timbre sonó indicando que debían entrar a las aulas. 

—¿Estás bien? —la admiró preocupado—. Hace días que estás muy distraída.

—Porque hay algo que lo provoca —enserió la muchacha.

La castaña intentó contarle al moreno sobre los episodios que vivía con el payaso, pero, cuando se animaba, él decía que sólo tenía una mala alimentación.

—¡¿Qué demonios?! —Faty reaccionó parándose de su lugar.

—¿Qué?

—No lo sé, pero sentí una respiración cerca de mi cuello —toca la zona.

—Debe ser Cosa, tal vez vino a visitarte —dijo con socarronería—. Ya, sólo te jugaron una pequeña broma.

—No creo —enserio la muchacha—, todos están en su rollo. Iré al baño, tú espera aquí —Faty sale del lugar.

Sintió una mano que la jalaba hacia la parte de las escaleras en los patios traseros. Mientras trataba de zafarse del agarre, la persona le iba susurrando cosas «Nos divertiremos mucho en Derry.» O «¿Quieres rehacer tu vida? Ven conmigo pequeña. Todos flotan.» Logró atajarse de un barandal para luego impulsarse con una maroma, esperó atinarle una patada a lo que estaba atajándola ya que la soltó. Corrió y corrió. Vio a Chris, lo abrazó tan fuerte que el muchacho se preocupó más. La chica cerró los ojos para después mirar si no estaba Cosa, se tranquilizó y, cuando recuperó fuerza, ya andaban cerca de la enfermería de la escuela. La inseguridad de la chica la hacia mirar a toda dirección.
Una palabra retumbaba en la mente de la castaña, era el lugar que mencionó Cosa: Derry. 

—Acuéstate, te haré unas cuestiones —el doctor indica; Faty obedece—. ¿Antes ya sentías que te observaban? —Faty asiente—. Pero a nadie le contaste porque pensabas que era tu propia imaginación jugándote una mala pasada —la menor niega.

—Le comenté a Christian, no me creyó —el nombrado no se inmutó.

—¿En qué momento supo que era de verdad eso? 

—Me comenzó a acosar, me susurra que vaya con él. Intenté defenderme con las habilidades, sirvieron en vano.

—¿Incluso con el Modo Asalto? —agrega Chris.

La chica sentía que es inútil enfrentarse a lo que sea Cosa, sí, dos veces usó el Modo Asalto, y ningún resultado grato obtuvo. Ahora es inestable.

—Jóvenes —sonó el timbre de regreso a clases—, el caso es imposible de curar (si podemos llamarlo así). Tendrás que averiguar tú misma cómo deshacerte de eso —señala a Faty—. A clase, los dos.

El más alto la acompañó hasta el salón correspondiente a su grupo. 

El día culminó, los alumnos recogían libretas y libros para guardarlos en las mochilas y marchar a la salida del estacionamiento —esta es más grande que la entrada al inicio de las sesiones—.

Faty vigila su alrededor lentamente dando pasos pequeños. La volvieron a forzar silenciosamente; nuevamente surgió la lucha para liberarse. Tenía que gritar en algún momento, Cosa le tapó la boca. No hubo más opción que dejarla inconsciente, se le caía la baba de tan asustada que se veía la joven, la iba a morder, pero el jefe mayor y viejo amigo, Karl Sakamaki, lo impidió.

—Luego babeas. Tómala, la avientas al bosque y, en unos días, te la cenas.

Cosa lo miró con furia, estaba saboreando el miedo. La dejó, el hombre peli-blanco, abrió un portal hacia el hogar donde habitaba Cosa, le reinició la memoria —nuevos recuerdos que los viviría en unas cuantas horas—, surgiendo un nuevo yo, con nuevos influyentes en su vida. Finalmente la arrojó.

Cuando cayó, unos chicos estaban pasando por la zona cerca. Escucharon los ruidos; rodaba por la colina, tanto fue el ruido que fueron a averiguarlo. Nada. Ellos se desvían del camino ignorando al causante del ruido.

Break The Limit: Pesadilla Final  En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora