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Por un portal mal hecho, gracias a que sus habilidades de van, cae. Todo en ruinas. Pasea por unos minutos hasta que escucha un grito. Se dirige hasta él. 

—Ya pueden descansar. ¡Hikari Are! —lanza una luz que atraviesa algo gigante y lo transforma en una opaca sombra.

En cuestión de minutos la tierra se comenzó a temblar, los escombros de casas rotas, caían con facilidad. Una enorme serpiente gris se mostraba.
Un cubo rosa con personas adentro brillaba como la única luz. No dejaba de temblar la tierra, la serpiente se arrastraba con la boca abierta ya que sostenía algo en ella. 

—¡Deja ir a Ban! —emprende vuelo hacia la serpiente con enfado, una pequeña chica rubia. 
—¡No vengas, Elaine! —grita mientras aguantaba, con sus manos, la boca de la espantosa víbora. 
—¡Qué tonta! —menea la cola para atacar a la rubia.

La esquiva con dificultad. La de ojos ámbar ataca con sus poderes de viento, sin embargo, no le causa daño alguno. Débil la chica, la serpiente, aprovecha para lanzar la lejos de la batalla.
La gigante la atrapa, y un hada castaño claro la regaña. Salta de nuevo a la pelea, la víbora le un sermón de que es inútil que salve a su amado, pero entra ella con agilidad y se lo quita. 

—¡¿Cómo te atreves a quitarme a mi presa?!. El orden no importa, ya que los mataré a todos.

A metros de ellos, un edificio hace ruido alertando. Se destruye. El cubo brillante rosa, se aleja del campo de batalla actual. 
La castaña emprende vuelo alto, viendo la luz naranja, a una persona de huesos anchos con una hacha y un humo violeta que rodeaba a alguien. Escanor. Meliodas.  Nuevamente los gritos y el más alto expresa.

—¡Merlín! —sin mirar atrás. 
—Perfect cube —entiende la azabache.

Se crea un cubo más grande, pescando a los dos. La serpiente vuelve a sus victimas.

—¡Te mataré! —Ban se suelta de Elaine directo a la monstruosidad—. Si destruyo tu corazón restante —con su mano, la encoje y la agita—. ¡Fox Hunt!.

El animal ni se inmuta a retirarse se ríe, en cambio. Recibe el peli-azul un ataque de ácido. 
Elaine intenta sacarlo, pero está muy frágil. Una peli-blanca deshace el veneno. 

—¡Maldita diosa!. 

Después de la oración, la tierra va con terremotos pequeños. Escapa. Reza palabras de remordimiento.

—¡Es como si me guiaras a ti! —a velocidad va.
—¡Detente! —un puño de color morado la para mandándola a otra dirección.

Un martillo la golpea y con eso, varios rayos amarillos le hacen aparecer cortaduras, derrumba. 

—Eres una estúpida al subestimarlos —al bajar la mirada se encuentra unos ojos cafés—. Perdiste y te encogiste de esta forma —las ropas de color blanco y negro le daban un aspecto sofisticado.

La atrae la voz, los demás se posan a su lado apoyando al sujeto.

—Hiciste mal los cálculos —se muestra sorprendida la serpiente.
—Acabemos con esto —la rubia se posa en el aire.

Un viento mágico y unas descargas rosas la inmovilizaban. Desespera y sacude todo el cuerpo largo. Un lazo violeta la amarra. Finaliza con unos puntos rosas encontrándola. 

—Qué pequeña —la voz chillona la admira.

Queda encerrada en un frasco a su tamaño.

Dan abrazos pues se mantiene la pareja. 

Un enfrentamiento sigue en pie.

—¡¿Perdió Escanor?! —hablan. 
—Debes cancelar el hechizo —la diosa preocupada dice—. Yo me haré cargo. 
—No. Meliodas no es capaz de controlarse, la oscuridad sí en cuerpo y mente —al lado de Merlín se posa la castaña. 

El medio día se alza, Escanor obtiene más poder del sol. 

—Aunque sea por un minuto, se convierte un ser indestructible. 

Meliodas entierra su espada en el cuerpo de Escanor; la manda a volar hacia cualquier parte de la zona. Se dispersa la neblina, con Escanor mutilando a Meliodas. Resultado: estar inconsciente. En unos instantes el de huesos anchos cae ante un golpe de la maga.

Los dos inconscientes fueron llevados al sombrero de jabalí. 

—Por cierto, ¿Demon qué haces aquí? —una castaña con coletas la ve inocente,
—Necesito que me liberen de la venda —apenada, observa el cielo.
—Si hago eso, podrías enloquecer —Merlín reflexiona.
—No se lo pediría si evitara un conflicto —seria—. J y una tal Alex tienen a Felicia.
—Corres riesgos. Más de los que crees. 
—Que mas da. De todas formas no los voy a recordar —desvía la mirada—. Es mi retiro definitivo. Por favor.
—Lo haré, Faty —Elizabeth se separa de Meliodas—. Perdónanos.
—Soy yo quien lo debe —estira el brazo.

La diosa recita unas palabras, al inicio no se siente nada. 

—En cuestión de minutos los puedes utilizar —avisa—. Si vas a un exceso, el dolor se convertirá en desesperación. Ten precaución.
—Sí —abre un portal a la dirección a la boda—. Se va a mejorar —mira a Meliodas.
—Lo hará —el portal se desvanece. 

Al derredor del castillo hay guardias. Activa sus habilidades, los ojos violetas inundan su iris. La ropa de va manchando de rojo al impedirle pasar hasta la sala. Rasguños. Resplandores de las armas ciegan a los que vienen en apoyo. 

Buscando por las habitaciones, llega a una puerta alargada. La patea. Se dispersan los cachos de madera. 
Frente a ella la pareja se impresiona. Los ojos penetran a la multitud de gente, aunque sean parte demonio.

—Capturaste algo que me pertenece.

Break The Limit: Pesadilla Final  En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora