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Nos honra que usted venga a nuestra celebración de la Luna Roja.

A la vez, nuestra primogénita, Alex, realizará el momento más feliz de su vida. Su matrimonio.

—Una boda.

Al romper el sobre para ver lo que estaba dentro, la familia se reclutó. Al escuchar "boda", se imaginaron yendo allí.

—Ni siquiera menciona al esposo. Y a la novia ni la he oído.
—Puede que no, pero tus amigos van a ir; tienes que ir —Mayi alienta.
—La habré olvidado quizá.
—Iremos contigo —Elsa se emociona e ilusiona con ver a sus animes favoritos.
—Jamás acepté en que vamos a ir. Mi trabajo aún no termina.

El teléfono suena. Caty reacciona, pero cuando iba a mover sus pies, respondieron.

—¿Hola?... ¿Qué pasa?... ¡¿Tres días?!... —pausó un largo rato—. ¡Por supuesto que no está conmigo!... ¡Me importa un pepino que mis poderes se vayan, Felici-! —interrumpen aguarda y cuelga.
—¿Quién era? —la tía nerviosa de que la delataran, desvía su mirada—. ¿Todo bien?.
—Sí.

Por encima, sudaba, por adentro, queria salirse de la casa e ir a buscarla por BYL. Se va a la sala a recostarse.

—Te pusiste pálida, traeré agua —el esposo de Mayi, da la vuelta a la cocina.
—Estás temblando —le tientan la frente.
—N-no.
—Ten —da el vaso con el líquido.
—Reaccioné impulsivamente, lo siento.
—Te dieron malas noticias.
—Mi amiga desapareció.
—Pero tu estado da a entender que pasa otra cosa.
—Desde que volví, me siento incontrolable —en su interior rió—. <<Parece que eres más resistente que yo>>.
—¿De qué?. Hemos sido testigos de los cambios —la abuela habla.
—Descuiden, ha de ser que Karl ya se ha ido y mi cuerpo lo expulsa de formas extrañas.
—Procuraremos que estés en paz.
—Con lo de la boda, lo pensaré —vio al piso—. No se ilusionen —partió del sillón a la habitación.
—Ojalá que diga sí —Elsa habla.
—Mi amor, tu prima está bajo presión. Si nos contara lo que pasa al derredor nos facilitaría ayudarla a calmarla —la madre toma las manos de su hija menor.
—Iré por helado. ¿Me acompañan? —la castaña baja las escaleras, abre la puerta y observa los familiares.
—Yo —Elsa se anota.
—Y yo —Ryan alza la mano.
—Venimos en un rato -salen por la puerta.
—Una niña que ya tiene conflictos de adultos —Ariel va a jugar.
—¿Creen que la boda sea un evento que le sirva de distracción?. Se la pasa con las series la gran parte de día —Gil preocupado por su sobrina, va a la mesa.
—Ella no la nombra como "amiga", ni la ha oído mencionar a ninguno de sus compañeros —Mayi se pone una mano en su mentón.
—Ella elige si sí o no —Caty entra con una botella de cerveza.

Las horas pasan. En la comida y la cena, los tíos se quedaban al último para discutir qué es lo que le haría mejor a Faty.

—¿Por cierto, cuándo es la fecha de la boda? —Javier, el esposo de Mayi hace una cuestión.
—Es verdad —va hacia la carta—. Tampoco lo noté.
—Dinos, así podemos estar libres si decides ir.

Faty sale de la sala, va a la cama donde dejó el sobre. Saca el papel. Revisa hasta abajo, unas letras demasiado pequeñas.

El veintidós de octubre del dos mil dieciocho.

Su corazón dio un vuelco. Un día antes del aniversario de Misaki y Rubén.

Baja las escaleras con la mirada gacha, el pelo le cubre el rostro.

—¿Y bien?.
—E-el veintidós de octubre —contesta. Sus ojos cristalinos le delatan.
—¡Suegra, a que fecha estamos?! —Gil grita desde la sala a la señora en la cocina; en el refrigerador hay un calendario.
—¡Veinte! —gritan.
—Esa fecha estoy ocupada, tengo un compromiso en una casa.
—¿De BYL?.
—Sí.
—Si cambias de opinión, procura ser anticipada. ¿De acuerdo? —la tía informa.

Cuando ya se iban a dormir, una señora paseaba por la noche. Un aura se le hizo familiar, la misma que sintió en la fiesta de coronación de Subaru. Sus habilidades la guiaron hasta ella. Metió a las sombras.

Las rocas estorban. Se levanta y mira al frente. Poca luz, un olor a podrido inunda al recinto. Las cloacas.

¿Hola? —el eco expande la oración.
¡Aquí!.

Una voz aguda le contesta.

Háblame —la voz se apaga.

Deambuló. Al dar pisadas, una luz se avecina.

En una bañera llena de agua, un muchacho, se quitaba la ropa. Unos pequeños destellos en su mano reclaman atención.

Céntrate, Stanley. Ellos van a estar bien, sin ti. Buscará a alguien mejor que tú -se apuntó a una persona.

La castaña se mantenía sin pestañear.

Sólo estorbaré. Soy un miedoso —levanta la mano, la extiende; con eso, unas navajas brillan.

No lo hagas —pensaba.

Fina línea de sangre cae desde la bañera.

Perdónenme, chicos —lágrimas.

La sangre mezclada con el agua desborda.

¡Maldita sea!. ¡Quiebra te!.

La luz por los azulejos claros, hacia ver toda la escena; un vidrio impedía el siguiente paso.

¡Para!. ¡Para!. !Por favor! —inútil.

Él cerró los ojos derramando la última lágrima.

El corazón le late fuerte. Las mejillas las tiene húmedas. Aquello fue un sueño.

—<<Puede ser más doloroso si se lo permites>> —habló una voz en su interior. Da la vuelta a la almohada, cae en un sueño blanco.

Doce y cuarenta de la tarde.

—Hoy tenemos cóctel de frutas —Caty pone el recipiente en la mesa—. Provecho.

Catalina y Gil se van a sus labores. Los niños con la abuela se quedaron. Después de cuatro horas, es tiempo de retornar a casa.

—¿Ariel?, ¿Fátima? —Gil mira su celular.
—Tú mamá se los llevó por la comida —Caty va a su habitación para cambiarse.

Tocan el timbre.

—Buenas tardes —saluda—, busco a Fátima Otero.
—¿Quién es usted?.
—Tengo que notificarle algo. Me es urgente.
—¿Gusta esperar?. Mi suegra se la llevó.
—Muy amable —andan hasta la sala.

El timbre vuelve a sonar,

—Permiso.
—Propio.

Detrás del sillón, muestran tres cabezas.

—Se me olvidaron las llaves —ve a la visita, la suegra—. Buenas tardes.
—Buenas. Busco a Fátima.
—Dígame —la invitada, examina.
—He venido a conversar sobre un intercambio.
—¿Sobre qué?.
—Ya va a pasar un año.

Faty traga en seco entendiendo.

—Quisiera un intercambio de la casa por una persona.
—Su nombre —seria expresa.
—Eunice. Mi meta es encontrar la casa de Misaki y Rubén.
—La casa no está en venta.
—A cambio de la ubicación, te devolveré a tu novia o a J.
—<<Conserva la calma>>. Si usted cree que está en venta o algo así, lamento bajarla de las nubes.
—¡Fátima!. Trata bien a tus mayores —regañan.
—Quiero esa casa —Eunice exige la residencia.
—Le pediré que se retire.
—Nos vemos el día de la boda.

Break The Limit: Pesadilla Final  En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora