~ Capítulo: 17 ~

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Jordán llevó a Ada a la enfermería. Black, al poco rato, fue a ver cómo estaba Ada. Era su merecido por dos cosas creer que era Fátima y por amenazarla. Quiso irse, pero el llamado de aquel chico que le atraía,  la detuvo.  Reparó en mirarlo y esperó a que bajara las escaleras.

—¿Qué te pasa? ¿Estás loca?

—Yo..., no lo sé —con un hilo de voz y mintiendo—. Supongo que fue un impulso y ni me conoces bien. Deberías buscarte a otra y descartarla.

—Si tienes celos, debiste... —sonríe con satisfacción.

—¿Celos, yo? ¡Ja! Cada vez que la veo, va con su cara de «aléjate es mío, eternamente mío, zorra» —imitando una voz aguda.

—Sólo han sido dos veces, además reaccionaste bien cuando las presenté. ¿Eres Black? —disimula bajando su vista a las manos de ella buscando el anillo.

—N-no, soy yo, Faty —esconde las manos.

—Enséñame tus manos —Black realiza lo pedido—. Traes un anillo similar al mío.

—Si nos hubiésemos casado...

—Engañaste a mucha gente por un capricho, Black. Que te quede claro, Fátima y yo somos amigos, nada más —camina hacia el médico.

—¿Qué? 

—Podríamos hacer las pases. ¿Estás de acuerdo? 

—Mis sentimientos hacia ti son evidentes —susurra eso al borde del llanto—. Te tendré de alguna forma —alzó los hombros.

—¡Carajo! ya ríndete —suspira—. Seamos amigos que se apoyan. Deseo que compartamos momentos, o puedes irte como...

—¡¿Co-cómo quién?!

Jordán la ignora, abre la puerta y se queda con Ada. 

—¿Mejor?

—Claro que lo está, sólo fue que se le enterró la piedra, raspando la espalda y ya —contestó el doctor.

—Si no me atrapabas, me hubiera roto una costilla; esa entrometida se las verá para la próxima conmigo. Gracias, mi amor —se para de la camilla a abrazarlo y darle una beso en la mejilla.

—Como digas —él la aparta.

—Es preferible que reporten que estuvieron aquí, el timbre sonó ya. Les firmo un papel de autorización —escribe en un trozo de papel los acontecido y lo firma—. Listo, se pueden retirar.

J y Ada salieron. Se sentaron unos momentos en una banca.

—Ahora sí, estúpido, siempre la proteges a ella cuando ¡yo! —remarca la palabra— soy tu pareja —llora—. No llores —diciéndose a sí misma—, acuérdate del maquillaje es corriente —se abanica con su mano derecha—, digo, ¿qué tiene que yo no?

—Nada, cálmate. Es la segunda vez que la ves.

—Está bien; haremos como si no pasó eso y sigamos siendo los novios perfectos.

—Prométeme —Jordán la toma de las manos— que no te meterás en problemas con ella.

—¿Disculpa? —se suelta brusca—. Qué peligro tendría una chaparra, por favor, la podría noquear en cualquier momento.

—Ella es especial, por favor—hace ademanes raros.

—Cariño, me tengo que ir las chicas me esperan para mi plan...

—¿Tú qué?

—Mi regalo. De Emma, sí, eso, bye —le da un pico y corre.

Tomaron distintos caminos: Ada se fue a la parte de atrás de los baños y Jordán se fue a su salón con la hoja, importándole un bledo lo que hiciera su novia durante la trayectoria. Al llegar al salón, pidió permiso para entrar. Tiempo después olvidó todo lo pasado durante la enfermería, se mantuvo como si nada y volvió a ser el mismo respondón.

Break The Limit: Pesadilla Final  En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora